La mayor encrucijada que Ana había enfrentado en su vida. Graham la miraba con esos ojos color caramelo, se veía triste, necesitado de un abrazo y las manos de Ana ardían por tocarlo. Por darle consuelo, por escucharlo reír, por sentir sus dulces caricias. “Aunque no te ofrezco nada” Qué declaración tan cruel, Ana podía darle puntos por sincero, por poner sus cartas sobre la mesa en un tentador: “tómame o déjame” —Ya este vals lo he bailado —susurró Ana. — ¿Cómo? Lo siento, no te he entendido. Ana negó con la cabeza. —Pues no importa, te entiendo yo y con eso basta. —No Ana, no me entiendes. —No me ofreces nada, es lo que esperaba… No ¿Sabes qué? No era lo que esperaba, porque comenzamos siendo solo sexo y era perfecto, ni siquiera hablábamos el mismo idioma, pero te empeñaste en entenderme, en escucharme y en hacerme sentir especial. —Lo siento, pero las cosas me sorprendieron también. —Entonces no ha pasado nada, sigue con tu vida y yo con la mía.
Amaneció un nuevo día y como de costumbre Marina fue a despertar a su hijo. Él siempre la esperaba despierto, recibían el día entre risas y juegos, con hambre devoraba el desayuno, le contaba interminables relatos de sus juegos con otros niños, y hacía análisis profundo de sus propias conclusiones de la vida usando su lógica inocente. Pero hoy la habitación de Cris estaba en silencio, excepto por el sonido de la respiración entrecortada del niño. Marina y Gavin se encontraban en una esquina, susurrando acaloradamente para no despertar al niño. —No todos los días amanecemos con la misma energía —insistió Gavin, pero al igual que Marina sabe que no es usual, pero debe mantenerse optimista. —Lo desperté y apenas me vio y volvió a dormir, y ayer se durmió temprano. —Pero no tiene fiebre o indicio de que algo esté mal —opinó Gavin. — ¡El cáncer es lo que está mal! —Marina se calmó y miró a la cama de Cris percatandose de no despertarlo—. Está débil, Gavin, y ni siquiera
Marina miró a Gavin ya vuelta un mar de lágrimas. —No lo sé —dijo con voz estrangulada—. Dios en esto no puedo ser objetiva, no quiero que mi hijo sufra. —Marina mírame y cálmate —le ordenó Gavin tomando sus manos entre las de él, su gesto era dulce y sus palabras duras—. Debes dejar todo en mis manos, yo me encargaré de ustedes. Sabemos que el tratamiento es el siguiente paso a seguir y lo daremos, porque después no puede haber espacio para el arrepentimiento. Marina afirmó con la cabeza, no confiaba en su propio juicio y la sensación era horrible, pero sencillamente no podía. —Hazlo Graham. Graham posó una mano en su hombro y las enfermeras fueron a preparar todo. El bautizo fue dejado para la tarde en consideración al tratamiento de Cris. Marisol con pesar quería postergar el bautismo, pero pronto sería la fiesta por el inicio de la temporada de caza y los trabajos de reconstrucción de las vías. —El bautizo del pequeño Gavin será hoy, no te preocupes de n
—Para nada. Claro que te haré el peinado para tu gran día —respondió Ana con desenvoltura. —Será que puedes dominar estos rizos salvajes —presumió Maggi de su larga cabellera ondulada. Ana sonrió sintiendo una enorme opresión en el pecho. —Es muy hermoso tu cabello. —Es prematuro hablar de fecha de matrimonio aún —masculló Graham—. Primero se debe hacer la reunión. Las palabras de Graham solo echan sal a la herida de Ana, no ha negado que va a casarse con la hermosa joven, solo que no ha acordado los detalles. —Bueno, con permiso, Marisol me está llamando —se excusó Ana con una sonrisa. Ana dio un paso para alejarse y Maggi abrió espacio para que se fuera. — ¡Ana! —la llamó Graham y la interpelada volteó—. Te espero esta noche —dijo en portugués para que no entendiera nadie más. Ana no respondió nada, pero alcanzó a escuchar a la mujer, la nueva futura suegra de Graham como despotricaba por tener el clan lleno de gente indeseable. Graham apretó los puño
Maggi lloraba llena de pena y Graham no podía creer que Camila nunca le hubiera dicho nada. Al decir verdad ella había hablado muy poco de eso, era la única que se comunicaba con él y para Graham era el tesoro más grande no estar solo en el mundo. Adoraba a su hermana, se sentía agradecido que ella no lo hubiera olvidado y resulta que fue ella quien hizo que fuera expulsado. Maggi continuó su relato ajena a los sentimientos de Graham, solo sintiendo su propia culpa. —Por eso tu padre fue a la estación de tren y no Sofi, por eso el jefe Gavin la encerró, yo le dije a Camila que escaparían y me odié, porque por mi culpa te expulsaron. Pero el destino finalmente me ha traído al punto que soñé, me casaré contigo y no quiero comenzar ocultando algo tan importante. Aunque era irrelevante quien lo había delatado, las palabras de su padre aun escocia. “Aunque mereces que Gavin te mate no lo hará porque eres mi hijo, pero me avergüenzo de ello. Debes irte, quedas expulsado d
En la habitación de Cris no había risas ni anécdotas, el silencio de los presentes era ensordecedor. Marina estaba sentada en una silla junto a la cama de Cris, el pequeño estaba conectado a máquinas que era lo único que emitía sonido. Un “bep” pausado que daba pánico. Gavin no podía estar dentro de la habitación. Estaba de pie recostado del marco de la puerta, con las manos en los bolsillos lleno de miedo. El rostro de Cris estaba muy pálido, con un tono amarillento que era mucho más acentuado con el pasar de los minutos, sus labios estaban agrietados. Marina tomó la mano de Cris y esta estaba muy fría. —Por favor, traiga una frazada extra —pidió Marina a una enfermera y de inmediato lo cubrieron. Cris abrió los ojos. —Mamá, me duele mucho ¿Dónde está mi papá? Marina no podía hablar, Gavin caminó a la cama y se sentó en el borde y tomó sus manos dándole calor. —Aquí estoy hijo. Cris hizo un puchero y no pudo resistir más el llanto, lloró con hipidos
Graham había tenido que administrarle un fuerte sedante a Marina para que pudiera descansar. Gavin se había negado a recibir algún somnífero. Él mismo había llevado el cuerpo sin vida de Cris para prepararlo, lo había colocado en la mesa de acero para que el personal funerario se hiciera cargo. A diferencia de Anderson su primer hijo que murió en un hospital. En aquel momento había pensado que hubiera preferido ser él quien llevara el cuerpo y vistiera para el último adiós, pero ahora se daba cuenta que era mucho más difícil como le tocó con Cris. Todos en el clan recordaban la furia tan grande que sintió Gavin cuando murió Anderson, así que preferían mantenerse fuera de su vista. Pero Gavin esta vez no tenía fuerzas para expresar la ira e impotencia que llevaba dentro. Regresó a la habitación de Cris y se había sentado en el suelo con el camión de juguete favorito de Cris en sus manos y había visto el amanecer. Sabía por experiencia previa que el mundo seguiría su c
Gavin alzó la mirada y puso sus dedos en sus ojos, rogando al universo por paciencia y Marina continuó. —Entiendo que es complicado, pero es algo que necesito y pronto me encargaré de eso. —Es muy complicado, todo a su tiempo Marina, ahora debemos ir y enfrentar esto, debemos dar el último adiós a nuestro hijo. —Pero en nuestros corazones seguirá presente —Marina se puso de pie y le ofreció la mano a Gavin—. Juntos —pidió con voz solemne. Había tantas personas que el párroco decidió llevar a cabo la ceremonia fuera de la capilla. No solo los pertenecientes al clan MacLeod querían rendir sus respetos, también lo querían hacer los integrantes del clan Cameron que estaban en el castillo, el jefe Liam del clan MacTavish también estaba presente con su familia. El clan MacLeod estaba de luto y como era de esperarse todos rendían tributo con vestimenta acorde, las mujeres con mantos tejidos negros sobre sus cabezas y los hombres con un listón prendado a la camisa, sin emba