Gavin se quedó sin palabras, estaba sorprendido por lo perspicaz que era Marina y admite que era su plan, pero ahora no quiere pensar en eso. Menos quiere que ella lo analice, así que se dedica a besar su cuello y clavícula, acariciar su cuerpo y frotarse contra ella para distraerla. —Marina, dijimos desde cero, y lo dije en serio, si resulta que no podemos entendernos y lo nuestro debe terminar, saldrás de mi vida con una enorme compensación monetaria y empezarás de nuevo de cero; en el país que elijas. —Pero sin mi hijo, él es un MacLeod y querrás que se quede aquí recibiendo entrenamiento. Gavin dejó salir el aliento. —Marina, tienes suficiente tratando de dilucidar tu pasado, no trates de adivinar tu futuro —Gavin rio—. Bueno, al menos que quieras pasarte los días con Marisol leyendo tu fortuna… —No es gracioso Gavin. Él afirmó mirándola con ternura. —Tienes razón, no es gracioso, nuestra vida puede volverse un enredo, tú y yo con las piernas entrelazadas n
Como Gavin dijo los ingenieros llegaron para acomodar la carretera. Los miembros del clan MacTavish estaban contentos y con buena expectativa ya que en esta ocasión la desgracia no los había perjudicado, para los Cameron la historia era diferente. Marina y Gavin acompañaron a Marisol y Finn a su casa, gracias a que los obreros con máquinas habían despejado las vías menos dañadas. Fue entonces cuando presenciaron los destrozos del clan Cameron. Marina tomó la mano de Gavin y no hacía falta que dijera lo que pensaba, era exactamente lo que pensaba Gavin. Las condiciones del pueblo Cameron eran muy duras. Ni siquiera Gavin que estuvo ayudando se había percatado, y es que en ese momento todo era un desastre, pero ahora después de que el polvo se había asentado se daba cuenta que la pobreza no era algo producto de una tormenta. En la casa de los Sinclair recibieron a Finn entre abrazos y risas, en cuanto a la colorida Marisol también la abrazaron, pues aunque era gitana l
Con la partida de los hermanos segundos al mando las tareas de Gavin se multiplicaron, pues no solo estaban los problemas cotidianos del clan, también estaba el asunto de los otros clanes. Pero Gavin recibió ayuda, nada más y nada menos que de Ewan MacTavish y dos extranjeras. Los ancianos no estaban nada contentos. Marina y Ana sin la incomodidad de encontrarse con Camila se dedicaron a ayudar. Marina detrás de una computadora haciendo diferentes planes de crecimiento financiero y Ana dándoles una sonrisa y un motivo de alegría. Y es que a todos los seres humanos sin distingo de credo y cultura nos gusta vernos bien. Entre la tragedia que dejó la tormenta, el estrés de estar todos juntos y el compromiso de trabajar para arreglar las cosas, Ana en el estudio de la señora del castillo había instalado su salón de belleza y daba un toque inspirador cortando cabellos y dejando a cada persona que pasaba por su silla agraciado y bien tratado. Al principio estuvieron escé
Gavin abrazó a Marina y al igual que ella sentía pánico, que el mundo entero le caía encima, pero él era un hombre. Acostumbrado a ser quien diera energía, no podía derrumbarse, Marina y Cris lo necesitaban. —Yo también tengo miedo Marina —admitió en un hilo de voz—, pero no podemos dejar que Cris lo vea —Marina afirmó—. Debe vernos fuerte y con seguridad para que él esté tranquilo. Gavin limpió las lágrimas de Marina. —Ya no llores —continuó—. O Cris notará tus ojos hinchados, vayamos a bañarnos. Ambos se desnudaron y se metieron al jacuzzi, Marina se recostó en el pecho de Gavin y él frotaba su espalda con la esponja. Se detuvo en el tatuaje de Marina, estaba entre las costillas. — ¿Recuerdas cuando te hiciste el tatuaje? —Preguntó con curiosidad. Marina afirmó. —Tenía 17 años, me aseguré que quedara oculto, por si me convertía en una brillante empresaria, pero mi sueño era ser artista, viajar por el mundo con mi violín, pero ya sabes, que un artista haga
La mayor encrucijada que Ana había enfrentado en su vida. Graham la miraba con esos ojos color caramelo, se veía triste, necesitado de un abrazo y las manos de Ana ardían por tocarlo. Por darle consuelo, por escucharlo reír, por sentir sus dulces caricias. “Aunque no te ofrezco nada” Qué declaración tan cruel, Ana podía darle puntos por sincero, por poner sus cartas sobre la mesa en un tentador: “tómame o déjame” —Ya este vals lo he bailado —susurró Ana. — ¿Cómo? Lo siento, no te he entendido. Ana negó con la cabeza. —Pues no importa, te entiendo yo y con eso basta. —No Ana, no me entiendes. —No me ofreces nada, es lo que esperaba… No ¿Sabes qué? No era lo que esperaba, porque comenzamos siendo solo sexo y era perfecto, ni siquiera hablábamos el mismo idioma, pero te empeñaste en entenderme, en escucharme y en hacerme sentir especial. —Lo siento, pero las cosas me sorprendieron también. —Entonces no ha pasado nada, sigue con tu vida y yo con la mía.
Amaneció un nuevo día y como de costumbre Marina fue a despertar a su hijo. Él siempre la esperaba despierto, recibían el día entre risas y juegos, con hambre devoraba el desayuno, le contaba interminables relatos de sus juegos con otros niños, y hacía análisis profundo de sus propias conclusiones de la vida usando su lógica inocente. Pero hoy la habitación de Cris estaba en silencio, excepto por el sonido de la respiración entrecortada del niño. Marina y Gavin se encontraban en una esquina, susurrando acaloradamente para no despertar al niño. —No todos los días amanecemos con la misma energía —insistió Gavin, pero al igual que Marina sabe que no es usual, pero debe mantenerse optimista. —Lo desperté y apenas me vio y volvió a dormir, y ayer se durmió temprano. —Pero no tiene fiebre o indicio de que algo esté mal —opinó Gavin. — ¡El cáncer es lo que está mal! —Marina se calmó y miró a la cama de Cris percatandose de no despertarlo—. Está débil, Gavin, y ni siquiera
Marina miró a Gavin ya vuelta un mar de lágrimas. —No lo sé —dijo con voz estrangulada—. Dios en esto no puedo ser objetiva, no quiero que mi hijo sufra. —Marina mírame y cálmate —le ordenó Gavin tomando sus manos entre las de él, su gesto era dulce y sus palabras duras—. Debes dejar todo en mis manos, yo me encargaré de ustedes. Sabemos que el tratamiento es el siguiente paso a seguir y lo daremos, porque después no puede haber espacio para el arrepentimiento. Marina afirmó con la cabeza, no confiaba en su propio juicio y la sensación era horrible, pero sencillamente no podía. —Hazlo Graham. Graham posó una mano en su hombro y las enfermeras fueron a preparar todo. El bautizo fue dejado para la tarde en consideración al tratamiento de Cris. Marisol con pesar quería postergar el bautismo, pero pronto sería la fiesta por el inicio de la temporada de caza y los trabajos de reconstrucción de las vías. —El bautizo del pequeño Gavin será hoy, no te preocupes de n
—Para nada. Claro que te haré el peinado para tu gran día —respondió Ana con desenvoltura. —Será que puedes dominar estos rizos salvajes —presumió Maggi de su larga cabellera ondulada. Ana sonrió sintiendo una enorme opresión en el pecho. —Es muy hermoso tu cabello. —Es prematuro hablar de fecha de matrimonio aún —masculló Graham—. Primero se debe hacer la reunión. Las palabras de Graham solo echan sal a la herida de Ana, no ha negado que va a casarse con la hermosa joven, solo que no ha acordado los detalles. —Bueno, con permiso, Marisol me está llamando —se excusó Ana con una sonrisa. Ana dio un paso para alejarse y Maggi abrió espacio para que se fuera. — ¡Ana! —la llamó Graham y la interpelada volteó—. Te espero esta noche —dijo en portugués para que no entendiera nadie más. Ana no respondió nada, pero alcanzó a escuchar a la mujer, la nueva futura suegra de Graham como despotricaba por tener el clan lleno de gente indeseable. Graham apretó los puño