—No. —dijo el príncipe Damino de manera firme y rotunda—. No, Elaine, no quiero escuchar.Ella observo al príncipe con notable sorpresa, mientras intentaba comprender que pensamientos habitaban su mente, cuerpo y alma. Damino no parecía enfadado, tampoco molesto, pero si estaba claro que algo le preocupaba. Con delicadeza, el alzo una mano y la coloco en la mejilla de ella, acunando su rostro con delicadeza y ternura, disfrutando especialmente aquel delicado y gentil contacto en el que sus cuerpos se encontraban.Damino había aprendido a apreciar cada mínimo encuentro de sus cuerpos, atesorándolos en lo mas profundo de su ser, como si aquella fuera la ultima vez que pudiera disfrutar aquello.>—Hoy no, Elaine… no por favor—pidió el, con la voz y el corazón roto.—¿Qué ocurre, Damino? —pregunto ella con notable preocupación, tomando el rostro de el entre sus manos y elevándolo hacia sus ojos, necesitando verlo directamente para asegurarse de que no estaba herido.Damino noto aquel gest
El sol brillaba en el cielo desde hacia varias horas, la noche había sido reemplazada por los vibrantes y majestuosos colores de un nuevo día. Lentamente, Elaine abrió los ojos, encontrándose con un par de brazos cálidos que se enredaban alrededor de su cuerpo aun desnudo, como si intentaran protegerla incluso de sus malos sueños.Elaine esbozo una sonrisa perezosa, mientras observaba el rostro durmiente del príncipe, quien parecía increíblemente pacifico. Sin poder evitarlo o tan siquiera contenerse, ella comenzó a acariciar con suavidad el rostro del el, maravillándose de la suave y cálida textura de su piel.Ante aquel contacto, Damino abrió sus oscuros ojos con pereza, mientras esbozaba una sonrisa que podría ser capaz de erradicar la oscuridad en el mundo entero.—Buenos días, princesa… ¿Disfrutas de las vistas?—ronroneo Damino con tono rasposo, mientras se incorporaba levemente, en un intento por acercarse aún más a ella, necesitando con desesperación de su contacto físico, de s
Elaine respiro profundamente, mientras se preparaba para enfrentar aquel día. Damino se había marchado a regañadientes hacia algunos minutos, dejándola finalmente a solas con sus pensamientos.Su corazón y alma le pesaban, la fatiga le abrumaba, al mismo tiempo que pensaba como contarle la verdad al príncipe luego de la noche que habían pasado juntos. Existía la posibilidad de que Damino no se enojara, pero de revelarle la verdad ella sabia que las consecuencias iban a ser desastrosas para ambos. Ya no estaba solo su vida en riesgo, también estaba la del mismísimo príncipe, quien seguía ajeno a toda la verdad.Alguien llamo a la puerta de su cuarto antes de ingresar. Elaine esperaba ver a Ambar esa mañana, tal como lo habían planeado, sin embargo no pensaba toparse con aquella imagen.Cuando sus ojos se encontraron por primera vez, a Elaine le entraron profundas ganas de echarse a llorar.La belleza que concentraba el rostro de Ambar, ahora había sido sepultada bajo un manojo de manch
Damino se encontraba sentado al final de la mesa, lo mas apartado posible de la entrada a los jardines, mientras procuraba que el sol de la mañana no lo golpeara en su totalidad.En el extremo opuesto de la mesa se encontraba el anciano rey, con una sonrisa tranquila en sus labios, mientras revisaba un enorme manojo de papeles que uno de sus sirvientes mas leales le había llevado unos minutos atrás.El príncipe de mirada oscura observaba los jardines desde la mesa, disfrutando de aquel día tan magnifico. Una pequeña punzada se clavo en su corazón, mientras la pena lo invadía. Sin lugar a dudas, ese seria un día perfecto para pasear con Elaine, incluso enseñarle a disparar con arco, tal como se lo había prometido la noche anterior.>La noche anterior< sin poder evitarlo, Damino esbozo una sonrisa, mientras recordaba lo que ellos habían hecho la noche anterior… y esa misma mañana. La calidez del cuerpo de Elaine y el dulce sabor de sus labios aún seguía plasmado en cada uno de sus senti
Elaine se rio ampliamente, de manera irremediable, sin poder contenerse ante la generosa broma que Azriel había lanzado. Una parte dentro suyo se odiaba a si misma por aquella reacción espontanea, sin embargo, otra parte, muy profundo en su interior, le resultaba muy difícil resistirse a los halagadores encantos de aquel hombre.—Al fin lo conseguí—dijo el con notable fascinación.—¿A que te refieres?—pregunto Elaine cubriendo sus labios con una mano, mientras le lanzaba una mirada lasciva en su dirección.Azriel la sostuvo con su brazo libre, mientras la acompañaba en su recorrido por los jardines, siendo la cometilla de todos los nobles de la corte que disfrutaban de aquel día soleado.Todos murmuraban palabras que Elaine no lograba escuchar, sin embargo, por sus miradas prejuiciosas cargadas de odio, ella tenia una idea muy clara de lo que allí estaba pasando.“Zorra”, “Puta”, y un sinfín de palabras malditas se cruzaban por su mente, como si ella fuera capaz de leer la mente de to
Azriel hirguio la espalada, mientras tomaba la espada que Damino le estaba ofreciendo. Sus miradas se encontraron durante algunos segundos, los cuales fueron mas que suficientes para decirse absolutamente todo. El enojo, los celos y el desafio implicito fueron mas que evidentes entre ambos.El chico de cabello oscuro y mirada avellana esbozo una leve sonrisa, mientras se volvía hacia Elaine. Sin pensarcelo dos veces, el llego hasta ella, con la espada a su lado y le dijo:—¿Serias tan amable de concederme una prenda?—pregunto Azriel con una mirada colmada de afecto—. Es para mi suerte.Elaine lanzo una mirada huidiza hacia el príncipe Damino, quien estaba rigido con los dientes apretados con rabia contenida, dejandolos a punto de estallar en miles de pedazos.Ella buscco alguna señal, la mas mínima, que le dijera lo que el estaba pensando. Sin embargo, Damino simplemente esquivo su mirada, centrándola en una hermosa dama a su lado, cuyos pechos eran demasiado exagerados.Aquella reacc
La sensación fue demasiado, la intensidad con que sintió todo fue en extremo imposible de tolerar. Elaine grito, o al menos eso creyó, sin embargo el dolor, aquella sensación electrizante que serpenteo a lo largo de sus terminales nerviosas y se extendió a cada parte de su cuerpo, logro eclipsar cualquier cosa que estuviera ocurriendo en ese preciso instante.Ella simplemente se quedo allí, de pie, sintiendo el dolor con demasiada intensidad. Al menos por algunos instantes.Luego, de forma casi instantánea, mientras escuchaba el sonido lejano de voces que parecían desesperadas, todo era ahogado, sofocado, de manera casi perfecta. Elaine sintió como su cuerpo se tambaleaba y perdía fuerza, ímpetu, aquel impulso que la mantenía atada a aquel mundo.Rápidamente, sus piernas se doblaron igual que las ramas secas de un árbol, y la hicieron caer. Su cuerpo habría impactado con violencia contra el césped cálido besado por el sol, de no ser por la agilidad de Damino.Sin pensarlo dos veces, D
El pequeño príncipe de cabello dorado y de intensa mirada oscura jugaba por el pasillo del ala del cuarto de su madre, los sonidos y voces le parecían lejanos y distantes. Los miembros de la corte discutían, pero el no les prestaba demasiada atención, al fin y al cabo era demasiado pequeño para interesarse en los trabajos de la política de su reino aun.Damino simplemente jugaba, buscando con la mirada la compañía de cualquier pequeño insecto que lograra estimular su imaginación explosiva, sin embargo las sirvientas habían realizado un excelente trabajo allí, por lo que no quedaba demasiado para su imaginación.El sonido de las voces se intensifico, hasta que unos instantes mas tarde un grupo de hombres vestidos con túnicas blancas salieron del cuarto de la reina, enojados con los ceños fruncidos. Damino los ignoro por completo, sin embargo, no desaprovecho la oportunidad de deslizarse dentro del cuarto de su madre, encontrando la puerta de esta abierta.La reina se encontraba sentada