Gilbert Macallister — Es grato verte,estoy preparando la cena,hoy se me antojó cocinar.-Marina luce hermosa con el cabello recogido y un delantal.—Entiendo,seré breve solo vine para saber que estás bien y me alegra verte así que ya…Ella sintió un poco de pena,por la timidez con la que me expresaba y en forma rápida me interrumpió:—Quédate a cenar.—¿Cómo dices?—Lo que oyes,siéntate que voy a la cocina a dar un último toque y vuelvo. Asentí y la esperé en la sala de estar de la mansión que había sido mi hogar por mucho tiempo.Gema entró sigilosamente mientras Marina estaba en la cocina.No se mostró sorprendida al verme,susurró para sí misma:—Debo hacer algo para Marina abra los ojos de una vez..— No crees que es tú hermana la que debe decidir qué es lo que quiere.—Uff,Oíste lo que dije,creí que lo había pensado—. Dijo llevándose la mano a la boca de forma burlona.Marina entró a la sala y viendo la tensión entre ambos expresó:— ¡Oh, Gema! ¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo?Gema
Marina Johnson.Miré por la ventana de mi habitación, observando cómo la lluvia caía a raudales sobre el jardín.El estruendo de los truenos resonaba en la distancia, pero para mí, parecía un reflejo de mis propias emociones turbulentas.Acaricié suavemente mi gran barriga, sintiendo los movimientos leves de los trillizos que llevaban meses creciendo en mi interior. Estaba ansiosa por conocerlos,y al mismo tiempo sabía que lidiar con el estado de salud de Gema no sería nada sencillo.El eco de las palabras del doctor resonaba constantemente en mi mente: “Su corazón está delicado.”Gema se lo tomó con mucho angustia y me decia:— Cada latido de mi corazón se ha convertido en un recordatorio constante del riesgo al que me enfreto,así que mejor no me hagas enfurecer,ya deja de ver al idiota ese.Ella no deseaba ver a Gilbert ni un metro cerca de mí.No tenía sueño y me asomé a ver por la ventana de mi alcoba.La puerta se abrió con cuidado y mi hermana Gema entró, su rostro pálido aún mo
Marina Johnson —Mi amor, vamos a enfrentar esto juntos —le dije a Gilbert, apretando su mano con fuerza, sintiendo cómo sus dedos entrelazados con los míos me brindaban una inexplicable seguridad. Él me miró con ternura, y esa chispa en sus ojos me hizo sentir que todo iba a estar bien.—No te preocupes, amor. Todo va a estar bien. Gema tiene que entender que nosotros nos amamos —respondió, su voz era un susurro calmante que aliviaba mis temores.Con determinación, entramos a la sala de la mansión. El aire estaba cargado de tensión, ya que sabía que Gema no lo recibiría de buena manera.Antes de que pudiera hacer un comentario, Gema se llevó una mano al pecho en un gesto dramático y, para mi sorpresa, cayó desmayada al suelo.—¡Gema! —exclamé, corriendo hacia ella—. ¡No! ¿Qué te pasa?Ethan, que estaba visitando a Nathan en ese momento, miró a Gema en el suelo y dijo, sin perder su sarcasmo:—Ya deja la payasada, Gema.—¡No ves que mi hermana perdió el sentido! —grité, cada segundo
Marina Johnson Mis dolores de parto eran cada vez más intensos, y la angustia pintaba el rostro de Gilbert mientras corría de un lado a otro en la sala.Miré sus ojos desorbitados, el sudor perlaba su frente, y por un instante se convirtió en un espejo de mi propio pánico. —Respira, amor —le dije con voz temblorosa, aunque sabía que no era yo quien debía tranquilizarle.—¿Te duele mucho? —preguntó, sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y amor.—Es una pregunta tonta, por supuesto que me duele. Pero ya estoy en esto, y tengo que ser fuerte —inhale y exhale repetidamente, tratando de centrarme en lo que estaba por venir, en los pequeños que pronto tendría en brazos.Gilbert agachó la cabeza, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros.—Lo siento, es que los nervios me ponen tonto —respondió, su voz apenas un murmullo.Traté de darle una sonrisa alentadora, aunque el dolor me desgarraba. Pero lo necesitaba; necesitaba su apoyo más que nunca. Finalmente, llegamos a la
Gilbert Macallister Los trillizos ya habían cumplido tres años, y la vida en nuestra mansión estaba repleta de risas y caos. Sin embargo, había un tema sobre el que Marina y yo siempre caemos: el matrimonio. A menudo discutimos si es mejor esperar o dar el siguiente paso. —No sé, Gilbert —me decía ella, con una sombra de tristeza en su mirada—. Me da pena separarme aunque sea un momento de los pequeños. La idea de irnos de luna de miel solo nos aleja por más tiempo.En una de mis propuestas, le dije:—¿Y si viajamos todos juntos? Una luna de miel en familia, ¿qué piensas?Marina se rió, aunque aún notaba la preocupación en su rostro.—Tiempo es lo que nos sobra, ¿verdad? Pero, cariño, aún no estoy lista para tanto estrés de un matrimonio.Con la complicidad de Gema y mi amigo Ethan, decidí que era hora de hacer algo especial. Quería crear un recuerdo imborrable en su corazón. Así que reservé una cena en un restaurante, un lugar acogedor donde cada bocado cuenta una historia.Esa no
Marina Johnson.Mis amigos me insistían,¿verdad o reto?,ellos eran muy irreverentes y no quería ventilar mi asuntos privados,supuse que querían saber si todavía era virgen,a mis veinte años me daba pena admitir que Jhon y yo no lo habíamos hecho.No había sido por culpa de Jhon,más bien fue una decisión de mi parte y lo que más me orilló a pensar de ese modo fue que él se iría a estudiar arte dramático a los ángeles.El motivo de esa reunión de amigos en la discoteca era despedir a mi novio,que viajaría en dos días.El lugar estaba casí vacío eran las diez y media de la noche,aparte de nosotros que éramos un grupo de ocho personas,había en la barra un caballero de aspecto elegante muy guapo,tendria unos treinta y cinco años.Su estampa era de galán de esa telenovelas que le gustaban a mi madre.—Marina,¡responde ya!,¿verdad o reto? --Repitió Catalina de forma inquisidora.—Prefiero reto—.Me encogi de hombres,¿qué más podían pedirme?—¿Ves ese hombre que está en la barra?Yo pensé-¿Có
Marina Jhonson.La suite era muy lujosa,se notaba que a ese sugeto lo que le sobraba era el dinero.Me ofreció un trago de Whisky y me lo tomé hasta el fondo para espantar mis nervios.Estaba resuelta a sacrificarme para salvar la vida de mi madre.—¿Puedo ir al tocador?,no me voy a tardar mucho–.Lo miré con cierto temor mis piernas temblaron en forma leve.-¡Nada de drogas aquí por favor!-.Masculló sin mirarme mucho.—Sólo quiero darme una ducha rápida—.Traté de parecer lo más serena posible aunque en el fondo era un manojo de nervios. El hombre me miró de forma extraña y asintió con la cabeza,se quedó sentando en el sofá tomándose su trago.Yo entré a ese cuarto de baño y luego de asearme me perfume y coloqué un poco de maquillaje,del susto me veía más pálida de lo normal.—Si voy a perder mi virginidad al menos no será con un viejo baboso y repugnante—. Susurré entre dientes.Busqué mi ropa y no la encontré,el venía entrando a la habitación con un lindo vestido en la mano.—Debe s
Gilbert Macalister.La bajé con cuidado del barandal,mis manos estan alertas,por si acaso ella intenta lanzarce al vacío.Es una mujer linda,pero extraña,ha sido un día complicado para mí,horas atrás un amigo me recomendó un club exclusivo,el lugar es para ejecutivos discretos.Se supone que era algo tan simple cómo encargar una puta fina por teléfono y listo.¡Vaya suerte la mía!,me tocó la loca de la discoteca,esa misma que me hizo un baile en la barra a la vista de todos lo presentes.Lo que más más sacó de ondas fue que no estaba a la altura de mis expectativas,era una principiante,la huella de nuestro encuentro íntimo quedó marcado en las sábanas blancas de mi cama.Pese a su poca experiencia me sentí bien atendido,mi esposa no me levanta el ánimo así cómo lo hizo esa chica.Por un momento sentí que su entrega era total y no producto de una transacción.—¿Quién es está mujer?,ni siquiera la pude alcanzar para pedirle el número de teléfono.¡No es el fin del mundo!,es lo que me r