59.

—¿En serio? —pregunta Grimaldi sorprendido y empapándose de la alegría de la pareja—. Bendito sea el día, mis felicitaciones. Un niño es una alegría enorme. —De pronto se muestra cabizbajo y nostálgico. Había dolores que nunca desaparecían—.  Me hubiera encantado poder vivir la experiencia de tener un hijo con mi difunta esposa. Me alegra que ustedes vayan a poder disfrutar de eso.

—Cuando nazca el pequeño, tenga la seguridad de que vendremos seguido a visitarlo —dice Nora inclinándose hacia delante, perdiéndole el miedo al viejo mafioso y tomando su mano marchita que descansa sobre el escritorio—. Me encantaría que conviviera con él.

—Hermoso ángel, yo estaría gustoso, pero dudo que la vida me deje llegar a eso —dice Grimaldi posando su mano sobre la de Nora y sintiendo miedo por el futuro. A s

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