61.

Durante todo el camino Nora se la pasa viendo por la ventana, está completamente nerviosa, siente sus manos frías y temblorosas. Todas esas personas malas que perseguía su padre ahora la perseguirán a ella y se sentía como un pequeño cachorro de gato entrando al nido de ratas.

De pronto llegan a la residencia de Sforza, pasando enfrente de viñedos enormes y vegetación diversa. La construcción era muy parecida a la de la finca donde se casó con Franco y no puede evitar entrecerrar los ojos con desconfianza.

—Sforza fue quien ofreció una de sus fincas para nuestra boda, ese fue su regalo para nosotros —dice Franco fascinado por los gestos de su esposa.

—Ya sabía yo que todo esto se me hacía conocido —responde Nora frunciendo el ceño y pegándose más a la ventana.

—Es hermoso, ¿no? —dice Sandra tan divertida como Franco.

El auto se estaciona frente a una enorme casa, tan ostentosa como en la que había estado viviendo. Una rubia despampanante se acerca modelando un traje sastre que
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