11. 

Después de un desayuno silencioso, D’Angelo decide que bajen a la piscina. El sol está radiante y el cielo despejado. Incluso el agua está tibia. Antes de que le dé tiempo a Franco para entrar al agua, ve a su hermana a lo lejos, acercándose con una mano alzada, saludando.

—¿Por qué no entras al agua y cuando me desocupe te alcanzo? —dice con media sonrisa y acaricia el negro cabello de Nora.

Esta solo asiente con la cabeza y mientras lo ve partir se dispone a sentarse sobre el borde. Nunca había tenido la oportunidad de aprender a nadar y agregando su estúpida fobia infundada a los tiburones, prefiere mantenerse en la seguridad de la orilla, mojando solo sus piernas hasta las rodillas y dejando que el sol caliente su piel.

—¿Cómo va tu luna de miel? —pregunta Sandra viendo a lo lejos a Nora.

—Dentro de lo que cabe, para un par de desconocidos, creo que bien —responde D’Angelo viendo en la misma dirección que su hermana. Siempre era grato ver a Nora, lo tenía encantado.

—¿Tuvieron
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