Bajo la mirada desilusionada termino de encajar el bisturí y vocaliza un quejido gutural, de dolor, mientras se contorsiona en mis brazos, siento su sangre cubrir mi mano, fría y espesa. Lentamente se empieza a hacer polvo, el bisturí sigue en mi mano mientras que las cenizas caen al piso, de nuevo mi pecho arde, cada vez mi cuerpo resiste menos el esfuerzo físico. Camino hacia la tarja y lavo con jabón el bisturí borrando mis huellas, lo dejo ahí, escurriendo con la mirada de Kronos en mí, no se anima a decir nada así que decido tomar la iniciativa.
—Tranquilo, no te haré nada a menos que me des un motivo— siento un ardor en mi espalda, busco con mi mano, la toco y cuando veo mis dedos los veo manchados de sangre. —¿Qué carajos?
—Tienes la espalda rasguñada— me dice en voz baja.
—Fue cuando me quitó la bata— Intento controlar mi respiración mientras me apoyo en la tarja, siento ese ardor hacerse cada vez más fuerte, cierro los ojos y me intento concentrar.
—Estás muriendo— ahora lo escucho más cerca de mí, su voz me hace abrir los ojos, volteo a verlo y está a mí lado, pero su actitud es diferente a la de ayer.
—Sí, lo sé, creí que el punto ya había quedado claro ayer— camino hacia la puerta con paso lento, intentando respirar lo menos posible.
Abro la puerta y cuando volteo él sigue ahí, con la mirada perdida en la tarja, salgo sin volver a voltear, camino de regreso, la gente me ve fijamente, nota la sangre chorrear de mi espalda, pero decido ignorarlos por completo. Camino y camino, por momentos siento que alguien me está viendo, alguien ajeno a la gente que de por sí ya me ve, pero creo que es la paranoia que se está apoderando de mí o tal vez la muerte que cada vez está más cerca y trata de recordarme que el gran día se acerca. Llego al consultorio y toco un par de veces, abren de inmediato, es la enfermera que al verme regresa la calma a su alma, voltea dejándome ver el interior del consultorio, Cliff se acerca a mí molesto mientras entro con paso cansado, antes de que me diga algo la enfermera hace una exclamación, me toma con cuidado mientras el doctor se acerca. Ve las heridas y me voltean totalmente para que incluso Cliff las vea en mi espalda.
—¿Cómo te hiciste eso?—, escucho la voz de Cliff, está sorprendido y molesto.
—Por ahora no importa, quítese la blusa, tenemos que revisar esas heridas— dice el doctor con tono serio mientras la enfermera me ayuda a desvestirme. —Acuéstate con cuidado— accedo a su petición, no soy capaz de pensar en otra cosa que lo que pasó en ese cuarto, ¿qué rayos hacia ahí Kronos?, ¿por qué se comportó así?
—Doc, ya que está ella aquí, ¿podemos hablar de las placas?—, insiste Cliff preocupado, decido voltear hacia la pared y no ver ningún rostro, sé lo que viene.
—Enfermera, por favor, entréguele las placas al señor Cliff— dice el doc mientras siento como limpia las heridas de mi espalda con algo que arde como el infierno. —No duele tanto, ¿cierto?—, me dice y yo solo asiento con la cabeza mientras él sigue limpiando cada rasguño. —Señor Cliff ¿alcanza a ver cada punto blanco que se ve en los pulmones de la señorita Artemisa?—, aleja su torunda con antiséptico de mi piel y me ayuda a sentarme en la mesa de valoración, bajo la mirada, recordando cada doctor que me ha diagnosticado.
—Sí, si las alcanzo a ver, ¿qué son?—, dice Cliff sin entender aun lo que pasa, no puedo evitar liberar unas cuantas lágrimas, no quería que él lo supiera, no quería que supiera que pronto lo dejaré solo.
—Parece que es cáncer de pulmón, no puedo decir que sea el peor de los canceres, pero tampoco significa que sea el más sencillo y menos por como a avanzado— dice el doctor sin dejar de verme, nota que no me sorprendo, simplemente bajo la mirada cuando noto el pavor en la cara de Cliff. —Tenemos que hacer biopsias, corroborar que tan maligno es, seré sincero— camina de nuevo hacia su escritorio, no sabe cómo explicar lo que ya me han explicado anteriormente. —Esto es demasiado grave, tenemos que ver la posibilidad de una terapia, quimioterapia, radioterapia, algo con que atacarlo, pero no será fácil.
—No quiero— las palabras salen rápidamente, fluidas, cada vez lo digo con más facilidad.
—¿Cómo que no quieres?—, me dice Cliff asustado, camina hacia mí intentando verme a los ojos, tratando de comprender como su amiga de la infancia se está dejando morir.
—No tomaré ningún tratamiento, no lo haré— me pongo de pie mientras me acomodo de nuevo la blusa y camino frente al escritorio del doctor, lo veo fijamente, bajo la mirada hacia su gafete con su nombre. —Stonethunder— pronuncio su apellido con algo de sorpresa, levanto de nuevo la mirada hacia él y noto que está algo apenado. —De la casa Stonethunder, vaya, ¿quién diría que somos tan cercanos?
—No pertenezco a los cazadores, soy médico, eso es todo— dice mientras voltea su gafete ocultando su nombre, eso lo hubiera hecho antes. —Además, no estamos hablando de mí, sino de ti... como tu médico te recomiendo que tomes la terapia, es la única salida a tu problema— me dice casi suplicante, siento como Cliff se acerca lentamente y pone su mano en mi hombro.
—No lo haré, no me quedaré en cama, mientras pierdo mi cabello, mientras tengo una cubeta para vomitar a mi lado, si me voy a morir, no pienso consumirme lentamente— lo digo con decisión, con más seguridad que la última vez que rechace a un médico.
Me alejo del escritorio, doy media vuelta y camino hacia la salida con Cliff detrás de mí, vamos en silencio hacia el carro. Cuando entramos noto que el cielo empieza a nublarse, las nubes grises tapan por completo el sol, privándonos de su luz, unas cuantas gotas empiezan a caer en el parabrisas, las veo con forme van aterrizando en el vidrio. Solo escucho el motor rugir cada vez que Cliff acelera.
—¿Por qué me lo ocultaste?—, su voz suena dolida, decepcionada.
—Te lo iba a decir, pero no ahora— tengo la vista perdida en la ventanilla, veo a la gente correr por la calle intentando cubrirse, otros festejan la lluvia, brincando en los charcos, besándose, dejando que el agua los cubra y otros simplemente caminan como si nada, como si la lluvia no generara ningún cambio en ellos.
—¿Cuándo pensabas decirme?, ¿cuándo estuvieras a minutos de morir?—, siento su mirada, voltea de vez en vez para intentar encararme, pero simplemente no quiero verlo, no quiero confrontarlo, no ahora.
—No quería que esto doliera, quería que fuera rápido— aunque trato de distraerme siento como las lágrimas se forman en el borde de mi parpado inferior y toman camino por las pestañas que las dejan caer grandes y pesadas.
—¿Cómo planeabas lograr eso?, ¿muriendo en batalla?, ¿por eso las últimas misiones has sido descuidada?, ¿quieres morir así?
—¿Cuál de todas las preguntas quieres que conteste primero?— le digo con una sonrisa de oreja a oreja, las lágrimas resbalan por mis labios y puedo saborearlas, saladas.
—Arty... eres imposible...
Llegamos a la casa, pasamos todo el jardín en silencio hasta estacionarnos frente a la puerta, baja del carro y lo rodea para abrir mi puerta, en cuanto bajo las gotas de lluvia empiezan a mojarnos, me doy cuenta que no se quita de enfrente, levanto la mirada hacia él, veo sus ojos rojos, está llorando y sin que me dé cuenta me envuelve en un abrazo, encaja su cabeza en mi hombro y siento como su cuerpo empieza a tener espasmos, espasmos de dolor, está llorando y no lo puede controlar, me aprieta con fuerza mientras la lluvia nos empapa, recargo mi frente en su hombro y lloro con él, sería una mentirosa si digo que no tengo miedo, en verdad no quiero morir, no quiero irme, no quiero dejar todo lo que me rodea, no sé qué pasará conmigo después de la muerte, tengo miedo a que no haya nada, a que simplemente deje de existir, pero más miedo me da dejar a la gente que quiero, dejar a Cliff y a Pierre junto con mis hombres, tengo miedo de que el legado de la casa Stoneblack termine conmigo.
El día de ayer terminó de una forma muy triste, jamás creí ver a Cliff tan destruido, al final pactamos que es algo que se quedará entre él y yo, aún no quiero que Pierre y los demás se enteren, además de que no quiero que sientan lástima por mí, es lo último que quiero. El día comienza como siempre de manera normal, bajo las escaleras en short y tenis, simplemente quiero descansar, han sido muchas cosas que han estado en mi cabeza, quiero olvidarme de todo absolutamente. Llego al comedor, es como para doce personas, solo utilizamos los primeros lugares que se nos ocurren, la gente del servicio comen aparte, a veces Pierre se une a nosotros cuando está harto de convivir con los demás o se enojó con alguno de sus hombres.
Veo que gran parte de la mesa está llena de fruta, carne cocida o asada, jugos, me quedo sorprendida, entra detrás de mi Pierre sin prestar mucha atención cuando choca conmigo y ve lo que veo, ambos nos quedamos con la boca abierta, no es que no comamos de manera decente o saludable, pero, no es muy seguido, solo basta un plato de cereal, tal vez unos hot cakes o waffles, dependiendo del ánimo de Clifff. Vemos salir de la cocina a una de las ayudantes, deja dos platos enormes de fruta picada.
—¡Espera!, ¡espera!—, doy un par de pasos hacia ella mientras se queda quieta viéndome fijamente con curiosidad —¿de dónde salió la idea de la comida saludable?—, le pregunto amablemente ya que sé que mi reputación me precede, todos creen que soy un monstruo sin corazón, a lo cual no me niego de serlo, pero a veces trato de ser cortes.
—Fue mía la idea— veo salir de la cocina a Cliff con una jarra enorme de jugo.
—Oye hermano... no tengo problemas con esto, pero... ¿no hay un poco de tocino?—, dice Pierre mientras toma un pedazo de fruta y lo mete a su boca.
—No... nada frito, picoso, ni muy condimentado, comida saludable, libre de grasas trans— dice Cliff recargándose en la mesa mientras me ve fijamente aún con preocupación, me cruzo de brazos, no quiero pasar mis últimos días comiendo saludable, eso no sirve de nada, por lo menos no en mi situación.
—¿Grasas trans?, ¿qué es eso?, ¿qué pasa?, ¿quién está enfermo? o ¿cuál es tu motivación para tal tortura?—, dice Pierre mientras bebe directamente de la jarra de jugo de naranja.
—Prevención— responde Cliff sin voltear a verlo.
—Hmm... ¡que padre!, iré por algo allá afuera— camina de regreso, cuando pasa a mi lado decide volver a hablar —¿quieres que te traiga algo o vienes conmigo?—, Cliff me ve fijamente a los ojos, esperando a ver si soy capaz de traicionarlo, veo todo lo que hay en la mesa y encuentro la motivación.
—Voy contigo— le guiño un ojo a Cliff y doy la media vuelta, camino con Pierre hacia la salida mientras Cliff nos pisa los talones.
Cuando llegamos casi a la puerta suena el timbre, evitando las ganas de regañarnos por parte de Cliff,una de las chicas abre la puerta, voltea hacia nosotros dejando entrar al doctor Tristán, Cliff es el primero en acercarse a saludarlo.—Doc, ¿qué hace aquí?—, me cruzo de brazos mientras lo veo fijamente.—Señorita Artemisa— levanto mi mano evitando que siga hablando, camino hacia él.—Solo Artemisa, Arty o Art sería mejor— le sonrío, creo que hoy me siento mejor que otros días,poder hablar abiertamente con Cliff me ayudóa sentirme mejor conmigo misma.—Arty— responde Tristán con una sonrisa en los labios, —¿podemos hablar a solas?—¡Aburrido!, yo ya me voy— dice Pierre saliendo por la puerta con toda la tranquilidad.—Claro— volteo hacia atr&aa
Levanto mi arma hacia ellos y mis hombres me imitan, los neófitos hacen vocalizaciones y enseñan los dientes, justo cuando voy a jalar el gatillo algo cae sobre mí, haciéndome errar la puntería, caigo sobre mi espalda con esa cosa encima, me mantiene agarrada por las muñecas, intenta acercar sus fauces a mi cuello, con la poca fuerza que tengo girocon esa criatura, cambiando la posición terminoencima de ella, zafo mi mano armada, siento como sus garras rasguñan mi piel, apuntodirecto a la cabeza y disparo una sola vez, el sonido causa eco junto con el resto de los disparos de mis hombres, me levanto lentamente y veo a mi víctima volverse polvo ante mis ojos, su vestimenta era la de un enfermo hospitalizado, traía de esas batas que les dan y en el piso entre las cenizas dejó su pulsera de identificación. Sigo escuchando disparos detrás de mí, cuando volteo los vampiros
Me da gracia la forma en la que me habla, para Rose no existen los rangos ni la jerarquía, si estás en su taller ella es quien manda, ni más ni menos. Fue una de las estudiantes de mi padre, por eso es que tenemos una relación más o menos estrecha, podría decir que es como una hermana mayor.—¡Señor, si señor!—, le digo haciendo un saludo con la mano mientras camino con pesadez hacia el pasillo que lleva a las celdas.—¡Oye!, ¡no se te olvide!—, me grita y en cuanto volteo me avienta mi revólver, lo cacho inmediato y lo giro con un dedo mientras le guiño un ojo y sigo caminando.Camino por los pasillo, llego a la primer puerta, es enorme y de metal grueso, está custodiada por dos forjadores, abren la escotilla y me dejan pasar, empiezan las celdas, estas por lo general son para hombres lobos, los barrotes están hechos con plata, lo
—¿No eres capaz de sentir dolor?—, le pregunto escéptica, él empieza a reír a carcajadas.—Jajajajajaja digamos que lo tolero bastante bien— me dice viéndome fijamente con interés.—Deja de jugar conmigo, ¿qué quieres?—, estoy perdiendo la paciencia, pero por lo que veo no serátan fácil deshacerme de él. Parece que se apiada de mi alma, retoma la calma, retira su mano del cristal y me da más espacio.—Los neófitos están saliendo de control y solos no lograremos someterlos, juntos si— pienso muchas formas de burlarme, pero puesto que estácooperando decido tomarme las cosas con seriedad.—Retomaste la idea de Ceo— le digo mientras me cruzo de brazos y me recargo sobre el cristal.—Tal vez no es tan mala— pone los ojos en blanco, claramente no es algo que le agrade.
—Bien... hablaré con la hechicera a la que acudimos normalmente para realizar la ceremonia— dice Dorian una vez que estoy afuera de la celda con Tristán.—¿Hechicera?, ¿ceremonia?... ¿Qué carajos?, no me voy a casar con él— les digo molesta y sorprendida, ¿desde cuándo los cazadores nos volvimos tan dependientes de estas criaturas?—Se tiene que hacer un conjuro para que la fidelidad de él hacia ti no se rompa... así estaremos seguros de que no será capaz de lastimarte o desobedecerte— dice Dorian tratando de convencerme.—Es algo que se hará quieras o no, ahora que tú serás su dueña no podemos permitir que no tengas el control sobre él— Dice el papá de Tristán, parece molesto y frustrado, no lo juzgo, estaba casi seguro de que el titán sería para él. &mdash
—Descuide no pienso hacer de su error algo más grande— me cruzode brazos,me siento molesta e iracunda, lo siento, no lo puedo evitar.—¿Mí error?, Jajajajajajaja querida, esto que te está pasando es un don, una bendición, deberías ser más agradecida, si fuera por mí,sería yo quien se hiciera cargo del vampiro, pero por una situación que desconozco... te eligió a ti— empieza hablando molesto y después termina pensativo, viendo a Kronos, tratando de comprender su decisión.—Será mejor irnos— volteo hacia Pierre que asiente con la cabeza.Paso a un lado de Tristán quien me ve con tristeza, supongo que sabe mi sentir o por lo menos me entiende mejor después de lo que le platiqué, le sonrío con sinceridad, habían pasado años desde que hacía algo as&iac
Abro los ojos y me levanto súbitamente, mi respiración es agitada y siento mi frente bañada en sudor, todo fue un sueño, un sueño o un recuerdo, pero claramente mío no fue, no pudo ser. Me siento en la cama y cubro mi rostro con mis manos intentando tranquilizarme y bajar mi frecuencia cardiaca, siento que el corazón se me sale del pecho. Salgo de la cama y me cambio la ropa, me pongo una camisa blanca y unos pantalones azules con unos tenis, salgo de mi habitación y empiezo a caminar por la mansión, a veces lo hago cuando estoy intranquila, noto que la casa estátotalmente vacía, los relojes marcanlas 7 de la noche, es aún temprano para que este dormido Cliff. Sigo caminando hasta el despacho que alguna vez fue de mi padre, ahora es mío, pero casi nunca hago uso de él. Es muy amplio, demasiado, se me hace inmenso, demasiado para lo que hay dentro, solo un escritorio de mader
—¿Te gusta tu doctor?—, me pregunta con una sonrisa en los labios, como si me estuviera atrapando con las manos en la masa.—¡¿Qué?!, ¿tú también?—, le digo molesta, no sési soy muy obvia o ellos muy perspicaces.—Los dos son tan claros como el agua— pone los ojos en blanco mientras trata de contener su gesto de asco.—¿Qué?, ¿nunca te has enamorado?—, me cruzo de brazos, supongo que también tiene sentimiento, de alguna manera debe de haber algo dentro de él, no creo que esté hueco.—En algún momento, tuve una esposa, tuve un hijo... pero eso fue en vida, hace millones de años— baja la mirada, parece que es un tema que no le gusta tocar. —¿Qué necesitas?— su sonrisa se esfumó, se ve triste, meditabundo.—Hay trabajo que hacer, necesito