14.

—¿Te gusta tu doctor?—, me pregunta con una sonrisa en los labios, como si me estuviera atrapando con las manos en la masa.

—¡¿Qué?!, ¿tú también?—, le digo molesta, no sé si soy muy obvia o ellos muy perspicaces.

—Los dos son tan claros como el agua— pone los ojos en blanco mientras trata de contener su gesto de asco.

—¿Qué?, ¿nunca te has enamorado?—, me cruzo de brazos, supongo que también tiene sentimiento, de alguna manera debe de haber algo dentro de él, no creo que esté hueco.

—En algún momento, tuve una esposa, tuve un hijo... pero eso fue en vida, hace millones de años— baja la mirada, parece que es un tema que no le gusta tocar. —¿Qué necesitas?— su sonrisa se esfumó, se ve triste, meditabundo.

—Hay trabajo que hacer, necesito

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