VENEZZIA. La Princesa Del Mafioso
VENEZZIA. La Princesa Del Mafioso
Por: Ericka Swangon
Capitulo Uno.

Prólogo.

_ ¡Estoy felizmente casada!

¿En serio?

¿Estoy felizmente casada?

_ Llevo cinco años casada con Mathias Phillips Newort Remirtong; un hombre amoroso, increíblemente guapo, dueño de unos ojos azules tan apacibles, que parecieran que fueran capaces de mirarte el alma, penetrar en ti como la daga mas filosa, Mathias es un gran amante, un buen esposo, es un excelente amigo, es sencillamente el hombre perfecto. Aquel que cuando eras apenas una niña deseabas poder encontrar. Con el que esperas casarte, comprar una casa, sembrar plantas en el jardín, adoptar un perro con mirada triste, y finalmente formar una familia, agregar algunas ramas a tu árbol genealógico. Te imaginas con él los domingos asando una barbacoa en el patio trasero, en compañía de amigos que bromearan de cualquier cosa y riéndote de sus malos chistes, en los bautizos de tus sobrinos, prendada de su brazo en las bodas de tus hermanos, juntos en todas las fotos familiares. Te imaginas aquellas largas tardes frente a la televisión viendo series de n*****x de preferencias aquellas que traten de amores eternos que te arruguen el corazón y te hagan sentir afortunada por haber encontrado tu alma gemela. Te ves con él, acompañándolo al estadio a apoyar su equipo favorito de fútbol, o hasta a los de beisbol, así te aburran y no tengas la menor idea de que va todo aquello. Pero quieres estar allí para él, junto a él, por él. Pero nunca, nunca jamás te imaginas separarte de un hombre así. Porque lo amas tanto, que no concibes una vida sin él a tu lado. Porque él es el hombre de tu vida, con quien llevas cinco años felizmente casada.

¿Soy realmente feliz? Pensó Zia.  

Zia era una mujer hermosa de cabello largo, sedoso y brillante, tan negro como el ébano, sus ojos eran de color dorado, color de ojos que normalmente encontrarías en personas rubias no en personas morenas como ella, tenias las cejas pobladas un tono más claro al color de su pelo y pestañas largas y espesas, lo que hacía que su color de ojos resaltaran aun mas en su bello rostro, Zia se sentía orgullosa de su metro setenta y tres de estatura, de sus labios gruesos rosados, su esbelta figura y su trasero de ensueño, características físicas que solo encontrarías en las mujeres latinas, y al ella tener descendencia venezolana, gracias a su padre que había nacido en Venezuela, y luego migrado a Norteamérica en donde había conocido a su madre, había heredado la fisionomía de su padre, y los hermosos ojos de su madre.

Zia se había casado con Mat cuando tenía veinticinco años, él en cambio tenia treinta años en ese entonces. Se conocieron hacia ya ocho años atrás, cuando Zia trabajaba en un despacho de abogados como asistente social y Mat era abogado exclusivo de la firma “Newort Asociados”, la cual pertenecía al padre de Mat. Entre ellos no hubo amor a primera vista, fue más bien un encuentro fortuito en una de las elegantes cenas que la firma acostumbraba a realizar para festejar a los empleados más productivos y sobresalientes, se tropezaron en el bar, él le ofreció un trago, coquetearon y, al mes estaban saliendo, a los tres años después justo el día antes de su aniversario de noviazgo, el hinco una rodilla y le puso una sortija en el dedo. Y ahora llevan cinco años casados, Zia ya no trabaja en la firma, ahora es una ama de casa y Mat ahora es socio y copropietario de la agencia, desde que su padre murió hace dos años, comparte la asociación con su hermano mayor Ángelus Newort, quien es un abogado reconocido por lo implacable que era a la hora de presentarse en la corte. En las cenas familiares Zia trataba de no toparse con él, odiaba la manera en que la miraba, y detestaba que siempre quisiera menospreciar el trabajo de Mat.

_ No me habla, ni me cuenta nada, para “no preocuparme” Sthep – le dijo Zia a su mejor amiga Sthephany Mcklain _ Se que Ángelus lo presiona, y él no se le enfrenta a ese idiota, como si le tuviera miedo, o es que acaso es algún mafioso, un gánster o algo parecido, lo venera como si fuera un Dios, y a mi parecer no es profesional que un abogado tenga tantos tatuajes.

_ No seas esnob Zia, por como yo lo veo es un tipo sexy y misterioso. Es su hermano, ya dejado estar. Él te contara que le sucede cuando esté listo _ la tranquilizo su amiga _ Dime, hay algo más que te preocupa, ¿cierto?

_ ¿Crees que hice bien al renunciar a mi trabajo? Para así convertirme en la perfecta ama de casa _ dijo Zia cabizbaja _  Se suponía que a estas alturas ya tendríamos niños corriendo por toda la casa. Y mírame Sthep, ya tengo treinta años, mi reloj biológico  está a punto de llegar a su fin _ resoplo con tristeza.

_¡Por el amos de Dios Zia! Tampoco es que estas masticando el agua, aun eres una mujer joven. ¿Y si no querías renunciar para que lo hiciste? A fin de cuentas es tu vida, eres tú la que tienes que decidir qué hacer con ella _ le espeto Sthep._ Si, lo sé, pero quería que Mat y yo fuéramos felices. Ya sabes, tener la familia perfecta, poder tener más tiempo para estar el uno con el otro. Y ahora míranos, él pasa más tiempo en su oficina que en casa conmigo, y yo me encuentro en esa enorme mansión, renovando el ático yo misma como excusa para no sentirme tan sola e inútil, con mi título universitario llenándose de polvo en un viejo cajón. ¡Sabes! A veces me imagino que se sentiría vivir de manera diferente, si hubiera tomado otras decisiones que rumbo hubiera tomado, si en vez de casarme con Mat, me hubiera casado con un músico quizás ahora estuviera viajando por el mundo. ¡Ay Sthep! No me mires como si fuera perdido el juicio, son solo anhelos de juventud, sabes que amo a Mat. Pero no soy tan tonta y sé que algo nos falta. Quizás si se tomara unas vacaciones estuviera mas en casa, y hablara conmigo. En lugar de llegar tan tarde después de que ya estoy dormida y, luego al día siguiente, solo me da un beso rápido, y después de una breve charla trivial en el desayuno se va directamente al trabajo, es como si tratara de evitarme. Desde hace tres meses ya no hay noches de sexo ardiente, dime como vamos a tener bebes si ya no me toca. ¿O es que acaso ya estoy vieja? ¿Ya no soy deseable para él?_ dijo Zia con lagrimas quemándole los parpados y tragando fuerte para alejar el nudo que se le estaba formando en la garganta.      

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