Capitulo Dos

_ No pienses eso cariño, eres una mujer sensual, joven, hermosa, te juro que si yo fuera hombre o no estuviera casada, te llevara al baño de la cafetería y tuviera sexo contigo _ dijo Sthep.

Luego ambas se echaron a reír, provocando que les saltaran las lágrimas a los ojos de tanto reírse.

_ ¡Por Dios! Que sucia _ dijo Zia _ Gracias Sthep solo tú serias capaz de hacerme reír en un momento como este.

_ Para ya… Jorge el panadero desde que entraste por ese culo no deja de verte el trasero, así que no me vengas a decir que no eres una mujer deseable. Solo están pasando por una pausa en su matrimonio. Es como  una mala nube bajo su esplendido sol, es todo, pronto pasara y volverán a amarse como siempre _ le dijo Sthep.

_ ¿Tú y Ed han tenido esa “nube mala” en sus ocho años de matrimonio? _ pregunto ella.

_ Eh bueno… Quizás… _ tartamudeo Sthep.

_ ¿No, cierto? _ La interrumpió ella _ ¡Soy un fracaso Sthep!

_ Que no lo eres Zia. Y te dije que dejaras de auto compadecerte, no logras nada haciendo eso_ la regaño la mujer.

_ Quiero una vida llena de aventuras, lejos de la monotonía, hacer cosa asombrosas, que me saquen de mi zona de confort, quiero un hombre que me desee tanto como yo a él, y pensé que Mathias compartiría todas esas fantasías conmigo. Ahora es frio, se convirtió en una versión más joven de su detestable hermano mayor.

_ ¿Sabes qué? Tendrás todo y eso más. Solo dale tiempo algo de tiempo y ten paciencia. Y por favor, no vayas a tomar ninguna decisión drástica. Porque te conozco, y se lo explosiva que puedes ser. Te quiero Zia eres como una hermana para mi, y quiero que seas feliz. Solo confía en ti, y no renuncies a tu matrimonio, por un mal momento pasajero.

_ No pensaba en el divorcio, solo darnos un tiempo _ dijo Zia _ Dejar este pueblo, poner un poco de distancia entre Mat y yo. Visitar a mis hermanas en Venezuela. Siempre he querido conocer el país donde nació mi padre, quizás sea el momento de reencontrarme con mis orígenes latinos, hablo el idioma y otros cinco mas como ya sabes. Siento que me perdí Sthep, y necesito con extrema urgencia hallarme.

_ La verdad, no es mala idea. Deberías de hablarlo con Mat _ dijo Sthep animándola.

_ ¡Lo hare¡ gracias Sthep, me ayudo mucho hablar contigo como siempre. Ahora tengo que ir a recoger una madera nueva, el baboso hijo del señor Dermont, quedó de entregarme la madera hoy ya pulida, sin astillas. Te súper quiero _ se despidió Zia de su amiga.

Salió de la panadería despidiéndose con la mano de Jorge el panadero y de la señora Kiliar dueña del local, se dirigió hacia su coche rojo aparcado frente al pequeño café en donde acostumbraba encontrarse con su amiga todas las mañanas, encendió el reproductor y empezó a sonar la canción Roar de Katy Perry, el aserradero quedaba a las afuera del pueblo, propiedad del señor Dermont Scott, un anciano viudo amable y muy querido en el pueblo, quien vivía con su hijo Damián Scott, quien había llegado recientemente al pueblo de alguna parte de Roma. Ahora ayudaba a su padre con el negocio. Damián era un tipo atento, quizás demasiado para el gusto de Zia, dueño de una mirada lasciva, que se posaba descaradamente en ella, pero no parecía un hombre peligroso, asqueroso si, un poco, era alto, de cabello rubio y ojos claros, si no fuera tan odioso fuera un hombre agradable de ver.

Eran pasadas las nueve de la mañana cuando Zia llego al aserradero, el cual era galpón con una gran puerta de color azul claro, la cual ya se encontraba abierta, con techos altos, y el olor de la madera llenaba el aire, habían varias maquinas a los lados apagadas, y mucha madera apilada, grandes troncos de árboles aun sin ser trabajados se encontraban en el fondo del lugar.

_ ¡Buenos días!_ el eco de la voz de Zia resonó en el lugar, causándole escalofríos, y los pelos de la nuca de le erizaron de pronto _ Señor Dermont, Damián, soy Zia, vine a recoger la madera _ pero no hubo respuesta.

No era posible que no hubiera nadie, el portón estaba abierto _ pensó Zia _ Además ese idiota de Damián sabía que yo vendría.

Zia decidió dirigirse a la casa del señor Dermont que quedaba justo en frente del gran galpón, era una bonita casa blanca con ventanas azules y puerta de color rojo, tenía un jardín bien cuidado, en el cual había rosales florecidos de varios colores. Zia sonrió para sí. Seguramente era trabajo del señor Dermont, pues no imaginaba a Damián con las rodillas en la tierra, plantando rosales. La mujer llego a la puerta y la toco varias veces, desde afuera podía oír el ruido de la televisión encendida.

_ Hola señor Dermont, soy Zia, vengo por la madera _ pero no hubo respuesta tampoco allí _ ¡Maldición! _ exclamo ella al tropezarse con una de las sillas de madera que adornada el pórtico de la casa, se puso las manos en la frente como visera para protegerse del sol de verano, y echo un vistazo por toda la propiedad desde lo alto de las escaleras de la entrada. La camiseta blanca que llevaba se le pegaba a su piel sudada, y se recogió el cabello en una coleta alta, llevaba short cortos, pero no tanto.

_ Necesito la madera para hoy _ dijo en voz alta.

Bajó las escaleras y se dirigió nuevamente al aserradero, algo la inquietaba, pero no quería irse sin saber que todo estuviera bien y no quería ser la paranoica del pueblo llamando al servicio de emergencias solo porque su madera no estaba a tiempo.

_ Quizás solo estén cerca de aquí _ pensó Zia para tranquilizarse _ esperare un poco más.

Cuando iba a montarse en su carro para encender el aire acondicionado y huir del calor sofocante, escucho un ruido proveniente de adentro del aserradero, así que sin pensarlo camino hasta allí nuevamente, pensando que finalmente habían aparecido, pero cuando llego hasta la mitad del gran galpón, no encontró a nadie.

_ ¿Hay alguien aquí? _ pregunto nerviosa en voz alta, pero solo el silencio reinaba en el lugar _ ¡Que extraño! Juraría que escuche algo _ dijo para sí misma. Y cuando iba a salir de regreso a su coche se detuvo en seco, cuando vio un hombre de aspecto intimidante bloqueándole la salida. Zia se quedo helada donde estaba, quien era aquel sujeto, jams lo había visto en el pueblo, el hombre solo se quedo allí mirándolo con malicia, y ella sintió unas ganas enorme de retroceder y salir corriendo pero el tipo le daría alcance rápidamente, era mucho más alta que ella y el doble de su peso corporal.

_ ¿Quién es usted? ¿Qué quiere? _ alcanzo a decir ella tratando de que el temblor de su cuerpo no se reflejara en su voz. Pero el tipo solo la miraba fijamente.

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