Si Tyler Wilson le hubiera descargado un par de puñetazos en pleno rostro, a Jake le hubieran sentado un poco mejor que aquellas palabras. Era mucho mejor recibir un par de golpes a escuchar que aquel hombre pretendía acostarse con Nina para toda la vida…
¿¡Pero qué mierda de filosofía era aquella!?
Dos horas después y por mucho que se hubiera esforzado por mantenerse impávido durante la cena, Jake no se podía sacar aquello de la cabeza. Era un absoluto tormento, porque si le hubiera dicho que quería casarse con ella él hubiera pensado en rosas y cenas a la luz de la luna, pero escuchar que quería tirársela para toda la vida solo le provocaba pensamientos oscuros, los más perversos, los más morbosas que podían pasar entre un hombre y una mujer, y eso simplemente lo estaba matando.
Tanto era así que después de la cena no pudo evitar
Tyler subió a aquel barco y se giró extendiendo la mano para ayudar a Nina a subir también.Pero la mano de Nina nunca llegó a la suya, porque antes de que se diera cuenta ya Jake se la había echado sobre el hombro como si fuera el hombre de las cavernas, y caminaba por el muelle de regreso a la casa.—¡Jake, bájame! ¡Basta! —gritó la muchacha y se desesperó todavía más cuando vio a Tyler bajarse del bote y correr tras ellos.—¡Hey! ¡Dijo que la bajes! —siseó Tyler interceptándolo y Jake puso a Nina en el suelo, pero tomó su antebrazo con fuerza y la puso detrás de él.—No te metas en esto que no es problema tuyo, Wilson. ¡Confórmate con saber que ella no se va a ir contigo a ningún lado!—¿Y de cuándo a acá tú respondes por Nina? —g
—Lo siento.Nina se giró para ver a Tyler, que se apoyaba en el respaldo de uno de los sillones de la terraza.—No tienes que disculparte, Meredith es así —replicó intentando suavizar su tono porque era cierto, él no tenía la culpa de que la mujer de Theo fuera una arpía.—No por eso, sino por lo que pasó esta mañana —le explicó Tyler—. No quise que te lastimaras, me asusté cuando te caíste al agua y no salías y… bueno, el est… Jacob, se me adelantó.La muchacha se acomodó de nuevo mirando al lago y se encogió de hombros.—Ya no importa. Con que sepas que esto no es una competencia, me basta.—Igual lo de Meredith no debería quedarse así, es demasiado grosera contigo, siempre lo ha sido.—Sí, bueno… con eso no se puede hacer nada —
Necesitaba refrescarse. Jake necesitaba refrescarse hasta los pensamientos o de lo contrario le daría algo.Nunca.Jamás.No había habido mujer, ni siquiera la neurótica de su madre, que lograra sacar a Jake de sus casillas hasta el punto en que Nina Smith lo conseguía.Metió la cabeza bajo la ducha y dejó que el agua le cayera sobre los hombros. Intentó relajarse, no pensar en ella, pero parecía como una gripe que no se le pasaba. No había forma de quitarse su olor de la nariz, su sabor de los labios, sus estúpidas palabras de los oídos.—¡Si es que yo la matara! —gruñó con frustración, porque no veía forma de sacársela de la cabeza.Pero no pudo seguir pensando, porque alguien golpeó en la puerta de su habitación. Rezongó durante tres minutos y luego se envolvió en una toalla,
Jake debía decir algo… ¡sabía que debía decir algo, pero en cierto punto ni siquiera era capaz de pensar! La imagen de Nina delante de él, con aquel juego de lencería que era una m*****a obra de arte de Valeria… ¡Se los iba a quemar todos… no iba a dejar ni uno que otro hombre pudiera verle encima…! Y de repente aquella idea le provocó la peor de todas las emociones, porque supo que no lo toleraría. El primer paso que dio hacia ella fue también el único, y mientras sus brazos se cerraban con posesividad alrededor de Nina, mientras su boca la encontraba y su lengua exploraba un infinito de gemidos, entendió por fin que no podría tolerarlo: ¡Nadie que no fuera él, nunca, jamás, podía poner su boca sobre aquella piel! —¡M@ldición, Nina…! —susurró sobre sus labios con un tono tan necesitado que la muchacha simplemente se desarmó. Aquella era su noche, la única. Así que simplemente cerró los ojos y se dejó arrastrar en aquella vorágine de deseo. Sabía que
Gritó.No era como si tuviera otra opción.Gritó porque en el mismo segundo en que aquel hombre dejó de controlarse, Nina sintió como si la hubiera embestido un huracán. Sintió cada centímetro de Jake invadiéndola, cada gemido, cada gruñido sordo mientras se abría paso dentro de ella. Caliente, recio, poderoso.Y él se bebió aquellos gritos, uno a uno, aunque en el frenesí del momento lo tenía sin cuidado quién pudiera escucharlos. La levantó contra su pecho, y Nina apoyó las manos en el borde la mesa mientras soportaba una tras otra las embestidas de Jake. Sintió sus brazos cerrándose a su alrededor, estrechándola, acariciando cada centímetro de su cuerpo mientras jadeaba ferozmente contra su oído.Era apretada, tenía la piel brillante de sudor y cada músculo tenso. Le estaba dolien
Llevaba un pantalón de hilo en color gris claro y una camisita blanca que se le ajustaba a la cintura y las caderas de una forma que a Jake le pareció adorable. ¿Cómo algo tan simple podía gustarle tanto?Estaba al final del muelle, mirando al lago con la taza de café colgando de una mano, así que ya debía estar vacía.Jake alcanzó una de las mantas que había sobre los sillones de la terraza y la llevó consigo mientras caminaba hasta el final del muelle.—¿Nina?La muchacha se sobresaltó un poco en cuanto escuchó su voz, pero cuando se dio la vuelta él parecía estar tanto o más incómodo que ella.—¿Café? —preguntó tendiéndole el recipiente y ella asintió, dejando su taza sobre uno de los pilotes.—Gracias —respondió tomándola, intent
No podía pensar. Su cerebro estaba embotado, aturdido, como si le hubieran dado una bofetada metal. Sentía un dolor extraño en todo el cuerpo, quizás si Nina le hubiera dado una paliza real no le habría dolido tanto como escucharla decir todo aquello.Él y Connor habían trabajado con muchos niños huérfanos a lo largo de su carrera, y había vivido de primera mano a los pocos padres adoptivos que luchaban, y a los muchísimos otros que se rendían, pero siempre hablaban con los adultos, jamás había tenido una perspectiva tan clara de lo que significaba para un niño ser devuelto por una familia.—Nina… —empezó a decir, pero no podía hilvanar una idea completa, porque aquel nudo en su garganta apenas si le permitía respirar.—Por favor, Jake —suplicó Ella y nunca, nunca en la vida, el abogado tuvo conscienc
—¿Tú estás enamorada de mí? Nina sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría directamente del lago. —¿Eh? —¿¡Puedes dejar de decir «eh» y decirme de una condenada vez lo que tú sientes por…!? —Jake estaba desesperado, pero el azoro en los ojos de Nina lo devolvió a la realidad—. ¡Tú tampoco sabes! —exclamó poniendo un dedo acusador frente a su nariz y Nina se lo agarró, bajándolo de un tirón. —¡Pues no, no sé! ¿Y qué? ¡Bienvenido al escaño de los emocionalmente atrofiados! —le gruñó. Jake se puso serio por un segundo, luego le quitó la taza de café caliente de la mano antes de provocarla lo suficiente como para que se lo volcara en la cabeza, y se plantó frente a ella en el intento más tierno del mundo de mantener la cabeza fría. —A ver, si no sabemos lo que sí queremos, ¿qué tal si empezamos por lo que no queremos? —propuso y Nina titubeó—. Yo empiezo: No quiero que tengas nada con Tyler Wilson. Ahora tú. Aquello p