Ver a Theodore Lieberman sedado, ojeroso y tan deteriorado de salud, era probablemente una de las cosas que Nina más había sentido en su vida. Había apreciado a algunas personas, quería a Jayden, pero a Theo lo adoraba. En poco más de dos años aquel anciano se había convertido en lo más parecido a un padre que la muchacha había tenido en su vida, y saber que le quedaban solo unos pocos meses con él le rompía el corazón.
Pero peor que eso era que le pidiera que no le dijera nada a Jake.
Ocultárselo a la bruja de su mujer no le molestaba, pero Jake era otra cosa. Nina lo había creído un patán arrogante, pero le había demostrado ser mucho más que eso. La verdad era que ni siquiera se entendía cuando estaba con él, era como vivir en una montaña rusa constante, pero al menos creía que era una buena persona.
—Yo no… no puedo ocultarle esto a su familia —murmuró mientras uno de los médicos, que tenía el apellido Mason bordado en la bata médica, apuntaba los valores
No había gesto, expresión o mueca que pudiera exteriorizar todo lo que Jake estaba pensando en ese momento. ¡Era una loca! ¡Aquella mujer tenía que ser una puñetera loca! O mejor dicho, siempre lo había sido, pero últimamente parecía que tenía perdido hasta el último tornillo. Miró a Nina, cuya expresión era absolutamente neutral. No movía ni un solo músculo, no decía ni una sola palabra. —Nina… —No pasa nada —murmuró ella, pero en contradicción a sus palabras, sus nudillos de habían puesto lívidos de apretar con tanta fuerza la baranda de la terraza. —¡Sí, sí pasa! ¡Y créeme que esto no se va a quedar así! —gruñó mientras se daba la vuelta y caminaba hacia el pequeño estudio que tenía su madre. ¡Solo Dios sabía por qué si esa mujer no había trabajado en su vida! Una parte de Nina estaba complacida por el escándalo que vendría, pero la otra solo estaba preocupada de que fueran a poner a Theodore peor de lo que ya estaba, así que salió
Jake puso una carita con la que bien hubiera podido interpretar al gato de Shreck, incluso le añadió un puchero que le arrancó a Nina una sonrisa de condescendencia.—Tienes un ingenio poderoso… pero no se te va a hacer, Jake —le aseguró negando.—¡Oye! ¡No es ingenio! La diseñadora me pidió tus medidas y las necesito para tu ropa nueva.Nina se bajó de la cama intentando aguantarse la mueca de sorpresa.—¡Pero claro que no! ¿Yo para qué quiero la ropa de una diseñadora? —protestó—. A mí con lo que hay ahí mismo en el supermercado me va bien…—Y yo lo sé, yo lo sé… —aseguró Jake restándole importancia—. De hecho solo le pedí unos jeans y unos suéteres, pero igual necesito las medidas porque si tu trasero luego no cabe en un je
Nina no podía ponerle un nombre a lo que estaba sintiendo. Ni siquiera podía describirlo. Antes había pensado que estar cerca de Jake era como una montaña rusa, llena de emociones fuertes, y ahora simplemente el carrito en el que iba se había descarrilado.Tampoco sabía lo que sentía por Jake. Le gustaba, eso era indiscutible. En el sentido más carnal, más elemental y básico. Eso era pura química , pero no era lo único que había entre los dos. Nina sentía que podía ver en él más de lo que le dejaba ver a cualquier otra persona. Le gustaba que a veces era hosco, incluso un poco insensible, siempre trataba de salirse con la suya y no lo ocultaba. Era cruelmente sincero y eso le gustaba, porque prefería eso que a la gente con doble cara.Nina suspiró y se dejó caer hacia atr&
Theodore Lieberman sonrió abiertamente cuando escuchó los dos toques en la puerta. Ya sabía a quién iba a anunciar la chica del servicio, porque había visto por la ventana cómo el auto pasaba por la caseta de seguridad.Pocos minutos después, la figura aparentemente severa de Tyler Wilson atravesaba la puerta del despacho. Y era solo aparentemente porque en los dos años que llevaba conociéndolo, Nina se había dado cuenta de que era perfectamente capaz de reír y mucho.—Señor Lieberman —lo saludó estrechándole la mano, y el anciano abrió los brazos palmeándole la espalda con gesto cariñoso.—¡Muchacho! Me alegra que hayas venido, y me disculpo por avisarte con tan poca anticipación —dijo sonriendo.—No se disculpe, al contrario. Sabe que yo voy a donde va el trabajo, y ¿cómo quiere q
No había palabras buenas, al menos no en el vocabulario de Jacob Lieberman, que pudieran describir toda la impotencia, la rabia y la frustración que estaba sintiendo en ese momento.Si se hubiera dado un par de minutos para analizarlo, se habría dado cuenta de que no era culpa de Nina ni de su padre, sino de él mismo, que no sabía manejar lo que fuera que sentía por la chica… Pero como estaba oscureciendo y el maldito barco todavía no había regresado, Jake se contentaba con maldecir cada cinco minutos y mirar por la ventana.—¿Jake? —La voz de su padre lo hizo darse la vuelta—. ¿Qué haces aquí? Creí que no vendrías hasta el fin de semana…—¡Claro, me imagino que estabas contando con eso! —siseó Jake sin levantar mucho la voz mientras su padre se acomodaba en un sofá.—Pues ya que está
Nina se perdió en su boca, en sus brazos, en aquel olor a hombre experimentado y demandante. Algo dentro de ella le gritaba que debía pararlo, decir que no, poner al menos una estúpida excusa… ¿Pero cómo detener algo que ella misma quería?Verlo llegar, saludarlo, todo el protocolo podía controlar eso; pero el hechod e que la tomara por sorpresa en la oscuridad de su cuarto la había desarmado.Pasó los brazos alrededor del cuello de Jake y abrió los labios para dejarlo entrar. Escuchó el gruñido de desesperación que se le escapaba al chocar con su lengua y sintió que la hacía retroceder hacia la pared, aprisionándola contra la mampostería como si fuera la única forma de que ella no se escapara.—No sabía… que vendrías… —murmuró Nina abriéndole la cazadora y tratando de quit&aacu
Si Tyler Wilson le hubiera descargado un par de puñetazos en pleno rostro, a Jake le hubieran sentado un poco mejor que aquellas palabras. Era mucho mejor recibir un par de golpes a escuchar que aquel hombre pretendía acostarse con Nina para toda la vida…¿¡Pero qué mierda de filosofía era aquella!?Dos horas después y por mucho que se hubiera esforzado por mantenerse impávido durante la cena, Jake no se podía sacar aquello de la cabeza. Era un absoluto tormento, porque si le hubiera dicho que quería casarse con ella él hubiera pensado en rosas y cenas a la luz de la luna, pero escuchar que quería tirársela para toda la vida solo le provocaba pensamientos oscuros, los más perversos, los más morbosas que podían pasar entre un hombre y una mujer, y eso simplemente lo estaba matando.Tanto era así que después de la cena no pudo evitar
Tyler subió a aquel barco y se giró extendiendo la mano para ayudar a Nina a subir también.Pero la mano de Nina nunca llegó a la suya, porque antes de que se diera cuenta ya Jake se la había echado sobre el hombro como si fuera el hombre de las cavernas, y caminaba por el muelle de regreso a la casa.—¡Jake, bájame! ¡Basta! —gritó la muchacha y se desesperó todavía más cuando vio a Tyler bajarse del bote y correr tras ellos.—¡Hey! ¡Dijo que la bajes! —siseó Tyler interceptándolo y Jake puso a Nina en el suelo, pero tomó su antebrazo con fuerza y la puso detrás de él.—No te metas en esto que no es problema tuyo, Wilson. ¡Confórmate con saber que ella no se va a ir contigo a ningún lado!—¿Y de cuándo a acá tú respondes por Nina? —g