Los ojos del sol

—No puedes permitir que vael siga poniéndote en esta situación, ¿no crees que debes pararlo?— Iba mirando por la ventana, ignorando todo lo que papá me reclamaba por la actitud de vael hacia mí. Quería gritarle que éramos mates y que esa era la situación, pero le había jurado a vael que si tenía que morir con el secreto, moriría hasta que él me permitiera decirlo o al fin se dignara a marcarme y hacerme su mujer. Deje de escucharlo unos minutos, me perdí en el bosque cuando de pronto sentí un escalofrío. Vi entre los árboles a vael mirándome con esa sonrisa enferma —¡Papá!— grité y él frenó de golpe —¿Qué pasa, lass me estás escuchando?—

—¡Yo, eh, si te escucho sé que tengo que ponerle un alto, pero ¡UFF!-

Resoplo y no digo nada más, solo yo sabía la pesadilla que vivía con Vael. Él tenía el control sobre mí y yo no tenía ningún control sobre él, era difícil para mí escuchar a todos siempre en mi contra. Creo que solo ser ágil no era suficiente cuando tienes que enfrentarte a lobos, ninfas y todas las especies raras que hay aquí. Nunca había ido al mundo de los humanos, tal vez allí todo sería más fácil para mí, estaría con gente como yo sin miedo de que alguien me controle el cerebro.

Terminamos por llegar a casa, abro la puerta del coche y mi hermano llega más atrás con los hermanos de Vael

—Oye, prima, toda la manada, sabe que un chico lindo te defendió del idiota de mi hermano— Mamá venía saliendo de la casa con una hermosa sonrisa a nuestro encuentro, o bueno, al de papá.

—No sabía que vendrían todos— papá, la besa y la carga —te extrañé mucho, nuestra pequeña se metió en problemas hoy—

—¿Otra vez lass?— me mira con tristeza.

—Ahora no hablemos de eso, ven aquí— no deja de besarla en frente de todos mis primos y mi hermano, ríen y caminan hacia adentro, ya que estaban acostumbrados. Papá se lleva a mamá a su habitación mientras volteó los ojos. Era normal escuchar los gemidos de papá y mamá mientras tenían sexo. Los lobos suelen ser muy normales en cuanto a ese tema, pero para mí es vergonzoso, posiblemente es porque no soy una de ellos. Mis padres creen que aún no he estado con nadie. vael les hizo creer a todos que no somos mates, pues me inundó con un aroma que nadie puede detectar. Mis feromonas al estar cerca de él o tener sexo con él. Ahora solo piensan que somos mejores amigos y que, cuando me reclamó en el vientre de mi mamá, lo hizo inocentemente. Cuando la realidad solo la vivo, yo en mi habitación, teniendo que soportarlo y teniendo que callarme el amor que siento por él, amándolo en silencio. Y sé que me ama, pero no le importa el amor, me lo dice siempre, así que no me desgasto con hablarle sobre nosotros, ya no.

Abro la nevera buscando algo dulce para comer. Escojo una barra de nueces y al cerrar la puerta vael está ahí suelto un grito por la sorpresa y se me cae lo que tomé, pero me tapa la boca, lo atrapa y desliza su lengua por mi mejilla y espeta.

—¿Qué relación tienes con el bonito que te defendió hoy?— Me quita su mano de la boca, pero aún me sostiene por la cintura para que no escape —¿De qué estás hablando? No soy como tú— trato de soltarme y aprieta su agarre —JA, JA, JA, como soy yo—

—¿con qué cara vienes a mi casa y con que cara te atreves a tocarme? Después de la vergüenza que me hiciste pasar, sé muy bien que la chica que me atacó está celosa de mí porque me ve como una rival, ya sé que te has acostado con ella me lo hizo saber—

—¿No crees que debo disimular? ¿Qué pasaría si te trato como…?—

—¿Cómo tu mate? ¿Cómo lo que soy?—

—ya hablamos de eso, lass no me hagas las cosas más difíciles—

—estoy tan harta de ti vael ya no te soporto más— Acostó su cabeza en mi hombro izquierdo y cerró los ojos abrazándome —¿y por qué te late tan rápido el corazón con tenerme cerca? ¿Por qué siento como tu olor cambia y estás excitada y feliz? ¿Dime estás harta de mí? ¿O solo es una mentira para evitar ceder a mis caprichos?—

—tus malditos, tus caprichos tienen mi vida hecha un desastre— suspiró sin ganas mientras hago una mueca con la boca. Mi voz suena apagada y baja un poco la cabeza, levanta mi mentón y me besa suavemente. Era demasiado difícil no corresponderle, me subió sobre el comedor y me sigue besando suave. Su lengua juega con la mía y sus besos se vuelven apasionantes mientras empieza a frotar nuestras intimidades. Soltó mis labios para ir a mi cuello.

—pa-para por favor— No quería que él siguiera teniendo el control sobre mí, pero mi cuerpo lo deseaba tanto. Miré, que sus ojos generalmente son uno negro y uno azul, pero con el tiempo se han vuelto grises con una luz que brilla en ellos, solo que esta vez eran de color miel profundo como el sol. Tenía sus colmillos afuera y sus garras también. Su lobo quería marcarme, la vena de mi cuello palpitaba y él se echó hacia atrás, abriendo su boca y guardando sus colmillos y sus garras. Era doloroso para él no completar aquel lazo cada vez que estábamos así.

—Te lo advierto, Lass si te veo sonriéndole, tan siquiera serás culpable de su muerte —no dijo nada más, se alejó de mí y se marchó, como siempre, una nueva amenaza. Suspire y caminé a mi habitación. Al pasar por el cuarto de mis padres, no escuché nada; al parecer, habían terminado. Me lancé a la cama y, mientras contemplaba el techo lleno de rosas, recibí un mensaje. No sabía de quién era, solo sé que decía «foto» al abrirlo Vael y Lucía dándose un beso. Tragué grueso, cerré el teléfono y volví a mi posición anterior, volví a mirar el techo, pero mi estómago me anunciaba que iba a llorar. El nudo se iba formando en mi garganta, traté de calmarme cerrando mis ojos, pero de nada valió. Empecé a llorar, lo hacía silenciosamente. Quería gritar, corrí al baño por las ganas de vomitar, cerré la puerta y solté un grito mirándome al espejo. Mis manos temblaban y el rímel en mis pestañas se corría, el moretón en mi ojo se empezaba a ver otra vez y las heridas leves por la pelea se veían horribles en mí. No dejé que mi madre las vea, se alarmaría. —que hice para merecerte, eres tan cruel, no te importa como me siento en absoluto, no te importan mis sentimientos… cómo puedes besar a otra que no sea yo (me quiebro) como puedes ser tan miserable, nunca he tenido ojos para nadie más y tú…— Mis lágrimas junto a mi lamento era tan tristes lo sabía, pero no me gustaba aceptarlo, escuché que cuando conocías a tu mate no tenías ojos para otra mujer, pero con Vael lo que había oído de los lobos y el amor era lo contrario. No sé si estaba alucinando, pero vi su rostro en el espejo del baño cuando levanté la cabeza. Se reía de mí. Con rabia choqué mi puño contra el espejo rompiendo el cristal y recibiendo una herida en mi mano. La sangre corría por montones, pero no me importaba, ni siquiera sentía dolor. Miraba la sangre, derramarse y escaparse en la lava manos. Tiempo después, el piso tenía mucha sangre, al parecer había perforado una vena y no paraba el sangrado. Tomé algodón y alcohol y al ponerlos para curarme dolió y sentí cómo mi mano se quemaba —¡aahhhhh!—. Tenía que parar ese sangrado como sea; estaba agotada mentalmente, incluso físicamente. La puerta fue tocada por mi hermano, habían pasado varias horas y la noche había llegado. —¿Lass estás ahí? Mamá, dice que bajes a cenar—

—Dile que no tengo hambre, que más tarde comeré algo —escuché la puerta cerrarse, pero unos minutos más tarde otra vez la puerta la tocó.

—dije que más tarde— grité desde el baño.

—primita, no seas mal educada, toda la familia ha venido a cenar y dices que no tienes hambre— Era vael. Mi mano empezó a temblar. Tapé mi boca, no quería hacer ningún sonido, no quería que me molestara y estaba tan enojada y adolorida. Unos minutos más tarde lo volví a escuchar.

—Lass no me hagas contar hasta tres si sabes cómo puedo ponerme en esa situación—. Mi teléfono empezó a sonar y pude escuchar su risa.

—Qué interesante, no me digas que estás en ese plan de humana malcriada por esta simple foto. ¿Si sabes que no estamos unidos ni nos uniremos, verdad?— Cerré mis ojos al escuchar las últimas palabras, sintiendo cómo mi corazón era apuñalando otra vez. Había encendido el aromatizante para que no pudiera oler la sangre y lentamente me escondí en la ducha. Sabía que faltaba poco para que entrara y efectivamente escuché cómo habría el llavín, no sabía cómo lo hacía, pero siempre lograba hacer lo que le daba la gana. Sus palabras me taladraban, el alma, me dolía cada vez que me decía que nunca estaremos juntos. Tenía el cuerpo empapado de sudor, dejé de respirar para que no pudiera escucharme. Al entrar al baño, se detuvo. Sé que vio los pedazos de cristales y la sangre en el piso, me habló a la cabeza.

—¿Lass, qué diablos pasó?—

Escuchaba sus pasos sigilosos, miró por la ventana, pero era más que obvio que no podía escaparme por ahí si quería vivir. Cuando pensé que se había marchado porque no lo escuché más, respiré profundo y abrí los ojos, pero al hacerlo estaba mirándome. Mi susto fue tan grande que solté un grito y tapó mi boca, y con brusquedad me levanto de la ducha y me llevo a la cama, lanzándome como a un muñeco.

—¿Qué, diablos, te crees?—no dije una sola palabra, estaba cansada, triste y estresada, nunca lloraba delante de él, pero no lo contuve, empecé a llorar y llorar —Lass no llores, ¿es por la herida? ¿Te duele? Puedo curarla si deseas— no paraba de hacerlo y cada vez lo hacía más y más —¡Que no llores, m*****a sea! No quieras chantajearme con eso porque no lo vas a lograr —me gritó y salió de la habitación, dejándome sola y cerrando de un portazo.

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