Herida

Como siempre lass llegando tarde y recibiendo los castigos de Kevin y su padre, estoy sentado sobre la banca con un libro y una pelota de basquetbol, sander el imbécil que la quiso defender de mí se acerca junto a otras niñitas más —¡oye tú!— Levanto la mirada y lo veo doblar un poco su cabeza en términos de lobo significa pelea

—quiero que dejes a Lass en paz, se nota desde lejos que no quiere saber nada de ti, sus ojos ayer me gritaron que la ayudara además de eso ella me interesa y…-

—¿Qué dijiste?— chasqueó la lengua —Lo que escuchaste, sé que causas el terror en la manada por el simple hecho de ser el hijo del alfa Arturo, pero no me importa, no te tengo miedo—

Me levanto de la banca, Lass está cerca, pude olerla, lo acerco a mí por su hombro izquierdo clavando mis uñas y le susurro.

—Más te vale que si me tengas miedo sander— me acercó más a su oído.

—Porque si fijas tus ojos en Lass, te los voy a sacar, te los daré de comer y vas a morir por la desesperación, mientras que con unas pinzas cortas tu piel poco a poco—

doy palmadas su espalda y le sonrío, traga grueso, le guiño un ojo y lass termina por llegar, pero desde lejos puedo ver su aspecto quiero hablarle, acaricia su cabeza con una mueca de dolor trae la venda en su mano, Naím no estaba tenía asuntos que resolver con Arturo, pero si Kevin y algunos lobos más —LASS 300 vueltas llegas tarde—

—Podríamos saltarnos esa parte, hoy, señor Kevin, es que…—

—300 vueltas, dije— Ella no vuelve a protestar, solo resopla. Me acerco a Kevin y sin importarme que sea mi abuelo, le hablo con autoridad.

—¿No ves que lass está herida? ¿No viste la venda en su mano? ¿No ves su semblante? Está enferma, olvidan que es humana-.

—No hace falta que me defiendas, vael—ella protestó cuando intentó ayudarla y Kevin, sin importarle mucho, me habla.

—Si una guerra se asoma, aunque esté herida, tendrá que pelear para salvar su trasero, eso lo sabes, vael—me alejé molesto y para rematar, Lucía vino a burlarse sacándome de quicio.

—¿Qué pasa vael sientes pena por tomate? ¿No eres tú el que se vive burlando de ella y haciéndole la vida imposible? ¿Hoy te duele que le den su castigo por siempre llegar tarde? La hija del entrenador que no da ejemplo de nada—

Como siempre celosa, así que le respondí molesto, no estaba para estupideces. —Siento más pena por ti, calma los celos y desaparece de mi vista. Cuando te necesite, te llamo—

—uuuhhhhhhh— abuchean algunos en señal de burla, todos los que escucharon se rieron menos, ella se marchó enojada, empujándome y volví hacia Kevin.

—No permitas que de 300 vueltas o verás de lo que soy capaz —me marché luego de mi amenaza, tenía algo pendiente.

***

Trato de mostrarme fuerte, pero no lo soy. Me siento horrible, he aguantado las ganas de estornudar y de tener tos, mi cabeza va a estallar, el sol quema más que nunca y esta herida duele cada vez más. Sé que no debo detenerme, pero lo hago y busco sombra, tomo asiento. La camiseta que tenía estaba totalmente empapada y mis pantalones de chándal grises también. Tenía el pelo en una cola larga, no estaba peinado del todo, mi mano se lastimaba demasiado, tuve que mentirle a mis padres acerca de lo que me pasó en la mano. No había pensado en vael después de su ridículo deseo de defenderme luego de provocarme estar como estoy hoy, de hecho no lo había visto y creo que era lo mejor. sander quien me defendió de él, se acercó a mí con una botella de agua.

—Lass traje agua para ti —puso su mano en mi frente —. Tienes la temperatura alta, creo que estás enferma—

—posiblemente—

—Sí, además, tu mirada está apagada y… —Se quedó viéndome fijamente y pasó su mano por mi cara —estabas sucia ahí—. Le di una sonrisa, entonces me acordé de vael y su amenaza me levantó rápido.

—¡Pues H mm!, tengo que seguir—

—lass no estás en condiciones de estar aquí, vamos a hablar con Kevin y yo mismo te llevo a tucas… ¿Qué te pasó en la mano?—

—Esto, jajajajaj no nada, solo resbalé y me hice una cortada pequeña—

~Ya veo que no quieres que el bonito viva.~

Sé que esa era la voz de vael, miré hacia los lados como si estuviera buscando algo con desespero.

—¿Oye, qué pasa?— Él me tocó el codo suavemente y lo alejó asustada, me miró extraño.

—Tengo que irme, hablaré con Kevin, gracias por todo.--

Me alejo de él, no había visto a vael, pero empecé a temblar. Llegué hasta Kevin nerviosa.

—Me tengo que ir, no me siento bien del todo —él colocó su mano en mi frente y achicó los ojos.

—eres fuerte, pero tienes mucha fiebre, que raro mandaré que te lleven a casa-

—Yo la llevaré— sander otra vez, me sonrió. Era tan linda su sonrisa, al igual que su cabello, pero otra vez esa voz.

~Si te vas con sander morirá.~

De pronto vael apareció y me tomó por mi mano herida empujando a sander

—tus padres me dijeron que viniera a buscarte, te rogaron que te quedaras en cama, pero como siempre de terca viniste a entrenar, debes cuidar tu salud, prima, y no vuelvas a meterte en la tina llena de hielo, por eso estás así—

Me quedé fría, las miradas de todos sobre nosotros me incomodaban más el murmullo. No pude mirar a sander la pena no me dejaba. Vael me jalo apretando mi herida y sander se molestó.

—estás lastimando su herida pedazo de imbécil— hizo la estupidez más grande del día, intentó pegarle a vael, pero este lo detuvo con una sola mano, me echó a un lado sin soltarme y le devolvió el golpe a sander destrozándole la nariz y dejándolo caer al piso con mucho dolor. Intenté moverme para ayudarlo a levantarse, pero no me dejó. —Vael estás sancionado y tú sander también-.

Espetó Kevin, muy molesto con su nieto. Siempre decía en casa que él nunca daba el ejemplo.

—¿No me interesa?— siguió caminando conmigo y me subió a la camioneta. Podía ver a todos mirar y susurrar, nos íbamos dejando todo ese desastre, no miré a vael ni en un solo momento iba entristecida, aparte del dolor y la fiebre que tenía.

—¿te advertí que no te quería cerca de él, pero insistes verdad?— Freno de golpe creyendo que me asustaría o hablaría al respecto, ¿pero no fue así mi herida estaba sangrando y mi garganta empezaba a doler dejé de contenerme y estornudé varias veces repetidas, me pasó una caja de servilletas y no dijo nada más.

Llegamos a casa y estrellé la puerta del coche mientras me bajaba con rapidez.

—Oye, esta camioneta vale más que la cabeza de sander— Levanté mi dedo y caminé rápidamente, sabía que no valía de nada, mamá no estaba en casa, de hecho nadie. Cerré la puerta para que no pudiera entrar, se quedó viéndome al otro lado y me sonrió. Cuando entré a mi habitación, vael estaba acostado sobre la cama, ni siquiera me importó. Me acosté a su lado, me dolía mi garganta y mi cabeza. Pude sentir su mano palpando mi frente, sentía mucho frío.

—Solo estás resfriada, al parecer meterte en el hielo no fue buena idea, la próxima vez te meteré en fuego—.

—Que sea pronto vael— respondí, soltó una risilla y sentí su peso sobre mí. Sentía tanto frío y su calor corporal me ayudaba a calentarme un poco. Empecé a cerrar mis ojos lentamente, no podía sostener más mis párpados, ya pesaban bastante.

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