Debilidad.

Naím y Kevin mandaron a recoger el cuerpo desmayado de sander mandándolo con el doctor. Había mucha sangre sobre la tierra, él no dijo nada, hubo mucho silencio de repente. Caminó fuera del círculo de lobos que los rodeaba y le abrieron paso. Sus ropas estaban machadas de sangre y destruidas por los zarpazos de sander.

—Estarás bien— le dijo ella mientras acariciaba su cara con tristeza. Naím se acercó junto a Kevin, no habían visto la herida de lass, sus ojos estaban llenos de lágrimas, no sentía nada por sander, pero le tenía aprecio como un gran amigo para ella. Al sentir la mano de su padre sobre sus hombros, se volteó enojada y le gritó —déjame, podías evitar esto, pero… —

—Hija, somos lobos, no importa quién sea tu rival en las guerras, entiendo que te duela esta situación, tú no tienes idea de lo que es una guerra y espero por la diosa que nunca tengas que vivir una— dejando que las lágrimas corran y sin pestañear, le respondió a su padre.

—Yo vivo mi propia guerra cada vez qu
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