Ronda estaba sentada en el sillón, con las piernas sobre la mesa de centro, cuando escuchó la llave en la cerradura, indicando que Levy había llegado a casa.
Después del accidente, y aunque inicialmente habían planeado vivir ellos solos en el apartamento de Levy, se mudaron a la casa familiar de los Gordon. Pero para que pudieran tener más intimidad, les dejaron la casa de invitados, que tenía su propia entrada independiente, e incluso su propio garaje. De ese modo, solo se veían con el resto de la familia a la hora de las comidas, cuando acudían a la casa principal.
Para Ronda la situación era perfecta, desde esa ubicación tenía acceso casi ilimitado a la información que su padre le pedía que sacara, y había conseguido transferir casi todos los documentos necesarios para la patente que su padre estaba intentado desar
Con el paso de las semanas, Meg comenzó a acostumbrarse a la ausencia de Levy, y donde al principio había un vacío, pronto comenzó a crecer cierto resentimiento e ira, que impedían que Meg lo echara de menos. Aunque Meg tenía una naturaleza positiva, y una forma de ser alegre, que no encajaba en ningún momento con esos malos sentimientos, lo cierto es que el hecho de sentirse engañada y traicionada habían amargado ligeramente su bondad natural.El pequeño Ben notaba su cambio de humor, y aunque su madre era buena y comprensiva con él, esas últimas semanas había estado bastante gruñona, y lo había castigado sin un buen motivo en varias ocasiones (a no ser que un buen motivo fuese comerse un paquete de galletas a escondidas, cosa que ya había hecho antes, y nunca había sido tan severamente castigado por ello). Así que, Ben, harto de la falt
Durante las semanas siguientes al accidente, Ronda se acostumbró a su nueva vida como esposa de Levy Gordon, y lo cierto es que esa vida le gustaba. Levy se iba siempre temprano, pasaba el día fuera trabajando, y ella tenía tiempo libre y libertad para hacer lo que más le apeteciera. Gracias a esa libertad pudo recuperar su figura en poco tiempo, dedicando amplias dosis de esfuerzo en el gimnasio de los Gordon, y comiendo escasas raciones de comida.Uno de esos días que a Ronda le parecían tan perfectos, Levy se levantó a las seis de la mañana, se duchó, y ella se levantó seguidamente para destapar las bandejas de desayuno que la cocinera de la casa principal ya había dejado colocadas sobre la mesa principal de la casa de invitados.Mientras Levy se arreglaba, ella se puso una ajustada malla de color gris oscuro, y un top deportivo a juego, que dejaba ver su plano vientre. Se miró en el
Meg y Jonah habían salido en unas cuantas ocasiones durante las últimas semanas. Para Meg aquellas salidas eran una válvula de escape, pues Jonah era divertido, y Ben lo pasaba genial durante sus citas. Aquella noche Meg y Jonah habían quedado para cenar en casa de ella, y mientras Meg pensaba si los nuggets de pollo serían poco elegantes para servírselos a un adulto, llegó Emma.- Hola Emma, no tengo mucho tiempo esta tarde,es que viene Jonah a cenar y quiero prepararme.- Lo sé, he venido para recoger a Ben y llevarlo con Violet y conmigo, podemos ver una película y comer palomitas, y te prometo que lo obligaré a acostarse pronto.- Pero Ben va a quedarse a cenar con nosotros.Emma la miró con cara extrañada, y tardó varios minutos en plantearle la cuestión que saltaba en su mente.- ¿Pero c&oac
Ronda volvía de su carrera matutina, y como cada día durante las últimas semanas, se encontró con Marlon dentro de la casa. Aquel día ni siquiera le dejó desvestirse, y ducharse, sino que la cogió en brazos en cuanto entró en la casa, y la llevó al dormitorio dando grandes zancadas.- El top que llevas hoy me ha provocado una erección desde que lo he visto.Ronda se había comprado mucha ropa deportiva nueva, y toda ella era sexy y resaltaba sus pechos o su trasero. Sabía que Marlon la vigilaba mientras corría por la propiedad, y a ella le gustaba provocarlo con algo tan sencillo como la ropa adecuada. Ese día en concreto, había estrenado un conjunto deportivo compuesto por un top rojo con espalda cruzada, que dejaba que se lucieran sus pechos, y una malla de cintura baja que mostraba el ombligo.- Es nuevo, sabía que te gustaría.Marlon l
Marlon estaba sentado en su despacho de la casa familiar, mirando por la ventana, mientras giraba las ruedas de su silla de escritorio, y buscando con la mirada a Ronda. Era la hora a la que habitualmente ella pasaba por allí, y estaba deseando ver la ropa que había escogido esa mañana, seguramente fuera otro de esos conjuntos deportivos que lo ponían tan duro como una roca.Miró en dirección a la casa de invitados, y luego alrededor de la ruta habitual de la mujer de su hermano, y al no ver ni rastro de Ronda se sintió espoleado por el deseo, ¿y si iba directamente a la casa y le hacía el amor antes de que le diera tiempo a protestar? Estaba allí sentado, intentando dilucidar si merecía la pena salir de su despacho, o si por el contrario la bella Ronda estaría corriendo en alguna otra zona del jardín, cuando su padre entró en el d
Marlon llegó a la oficina mucho más temprano de lo que solía hacerlo, y a su secretaria claramente le extrañó. En cuanto lo vio salir del ascensor, se preguntó porqué parecía tan furioso, y se encogió al pensar que ella tendría que lidiar con él todo el día.- Ágata.- dijo al pasar por su lado.- a mi despacho.- Si, señor, ¿llevo la libreta de notas?- No creo que sea necesario.A ella le extrañó que no fuera necesario acudir con la libreta de notas, pues siempre la llevaba usando acudía al despacho de Marlon, así que la cogió, en parte por costumbre, y en parte para apalacar el temblor de sus manos. Siguió a Marlon al despacho, y al entrar tras él, cerró la puerta.- Cierra también las
Tras varios meses de citas, Meg y Jonah tenían una rutina semanal, que incluía llamarse a diario, y quedar en fines de semana, y festivos. Y a Meg le gustaba la tranquilidad, y la calma que le daba saber como iba a transcurrir su semana. Aunque no había sido capaz de conseguir un empleo como enfermera, pues sin referencias, ninguna clínica u hospital había devuelto sus llamadas, era más feliz ahora que antes.Ese sábado se estaba preparando para ir a patinar con Jonah, mientras Emma horneaba un bizcocho en su cocina, ya que la de Emma se había estropeado repentinamente y los encargados de repararla no acudirían hasta tres días más tarde. A Meg le gustaba que Emma estuviera cerca, porque era divertida, y no tenía reparos en decir las cosas como las pensaba.- Emma.- preguntó Meg a la
Al día siguiente, Meg se levantó repleta de energía, aunque sabía que sería difícil explicarle a Ben que ya no estaba saliendo con Jonah, su profesor, pero aún así, se sentía ilusionada ante la perspectiva de tomar las riendas de su vida.Estaba sentada en su silla de la cocina, desayunando un café rápido y unas tostadas, cuando escuchó que sonaba el teléfono. Hoy se dio suficiente prisa, y pudo llegar antes que su hijo hasta la mesita en la que el teléfono estaba colocado:- ¿Dígame?- Meg, Meg, menos mal que estás en casa.- ¿Mamá?- Si, cariño, soy yo.Meg notó el tono nervioso e intranquilo de la voz de su madre, y rápidamente se preocupó por saber que es lo que pasaba para que su madre llamaratan temprano y tan alarmada.- ¿Qué ocurre? Te noto alterada.