Ronda bajó a la consulta de Andy emocionada. Era la primera vez que se atrevía a llamarla a su despacho, sin miedo, sin esconderse, sin tomar tantas precauciones que al final sus encuentros se vieran reducidos a ilícitos besos en la hora del descanso del médico.
Sabía que no estaba muy guapa, pues no le había dado tiempo a arreglarse, pero no le importó, porque lo que más le apetecía era ver al médico.
Llamó a la puerta con dedos temblorosos, y se excitó al escuchar la voz ronca y seria de Andy; esa era la voz que reservaba para los desconocidos.
- Soy yo, Andy.
- Cierra la puerta, y siéntate en la silla, por favor.
A Ronda le extrañó el tono seco, en especial porque al entrar se fijó en que no hubiera nadie en la habitación aparte de ellos dos.
- Estás muy serio hoy, ¿quieres que te ayude a relajarte?
E
Sally y Servando habían salido ya varias veces, y con cada cita la excitación aumentaba. De hecho, y por poco profesional que sonara a oídos de si misma, Sally no podía concentrarse cada vez que el hombre acudía a su clase, pues lo único que le venía a la mente eran imágenes de situaciones comprometidas, y de posturas de yoga que ambos hacían sin ropa.Ese día, en que Sally daba una de sus clases de hot yoga, la situación se le fue de las manos. Explicó a sus alumnos como ejecutar algunas posturas, ayudados por el calor de la situación, y cuando comenzó a corregir sus posturas, lo hizo rápido, sin prestar demasiada atención, hasta que pudo detenerse en Servando que se había doblado de forma errónea a propósito.Le recorrió la espalda con una caricia, apoyó sus manos en sus firmes músculos, y lo hizo colocarse adecuada
Ronda sabía que Andy se había comportado como un cretino, y tal vez, de haber sido ella otra mujer, no se lo habría perdonado, pero en su situación ¿acaso podía enfadarse porque Andy pensara que había jugado con sus sentimientos? ¿No era ella misma la que había tenido esa expresa intención cuando decidió mejorar su situación carcelaria engatusando al médico de la prisión?Ronda se dio cuenta de que llevaba varias horas dando vueltas en círculos alrededor de su celda, sin importarle que hubiera pasado la hora de la comida, o que no hubiera visto la luz del sol en todo el día. Horas, minutos, tiempo que había expirado mientras ella intentaba encontrar una solución al problema que la afligía y ninguna le parecía adecuada.Por una parte, podía mentir, eso era lo que conocía, lo que mejores resultados le había dado,
Tras la demoledora conversación con Andy, y después de dos días sin dormir, ni probar bocado, llegó el día de la visita privada con Marlon. Ronda, que había decidido no ir, en un vano intento de recuperar al único hombre al que había amado, al final decidió que si quería demostrarle a Andy y al mundo que era una nueva persona, debía ser fiel a su palabra. Así que, al segundo llamamiento de la megafonía, se puso en pie, y sin arreglarse, acudió al encuentro con Marlon. Tardó varios minutos en encontrar la sala en la que la estaba esperando Marlon, porque nunca había acudido a la zona de los encuentros privados, y la entrada era un poco intrincada. Cuando al fin llegó, entró, y vio a Marlon sentado en una silla con la mirada perdida. - Perdona el retraso, Marlon. - Estaba asustado, pensé que ya no vendrías. - Tranquilo, si me he comprometido a ayuda
Meg volvió a casa triste, sin esperanza, pero lo hizo por su hijo, y porque sabía que no podía esconderse para siempre del que legalmente ra su marido. Tal vez su matrimonio no era lo que siempre había deseado, quizá ni siquiera tuviera la oportunidad de ser feliz… pero eso ya no podía importarle, porque ella lo había hecho por Ben, y por él, el sacrificio merecía la pena. Tendría que disculparse con Levy, y asumir el régimen de vida que él quisiera marcar, aunque tal vez pudiera negociar algunas cosas, que la hicieran un poco más feliz.Metió la llave en la cerradura, la giró, y suspiró antes de entrar en casa. Supo inmediatamente que su marido estaba dentro de casa, porque había luces encendidas, y se escuchaba música proveniente de su habitación. Así que en cuanto estuvieron dentro de la casa, se agachó para hablar con Be
Después de aquel intercambio, Meg sentía que su lugar estaba allí, junto a Levy, con lo que el quisiera o pudiera darle, no le importaba. Sabía que lo amaba, y aunque no quería confesarlo, llena por su amor, decidió darle la oportunidad de saberlo. Sabía que se arrepentiría más tarde de aquella decisión, pero en aquel momento no le importó, porque lo único que quería era estar a su lado para siempre. - Levy.- dijo ella con voz despierta. - ¿Qué ocurre?- susurró Levy medio adormilado, cansado de la sesión de sexo de la que ambos acababan de disfrutar. - Deberíamos salir.- dijo ella, sintiéndose cobarde por un instante. - Lo sé, pobre Ben, debe de pensar que hemos discutido de nuevo. - Si, el pobre cree que es su culpa. - Bueno, dame solo cinco minutos más, y me levanto, es que ahora mismo, necesito relajarme un poco, me has dejado agotado. Meg se quedó en silencio, cubrió sus cuerpos con la colcha que había quedad
Sally se despertó aquel día alarmada, era viernes, y ese día no tenía clases que impartir en el gimnasio, y por tanto, su alarma despertador no había sonado esa mañana, sin embargo algo la había hecho perder el sueño. Pensó que sería la costumbre, pues la rutina ya había calado en su vida, y volvió a acostarse, intentando conciliar el sueño. Pasó así varios minutos, hasta que al fin una idea vino a su mente, y volvió a incorporarse como si en su interior se hubiera activado un resorte. Cogió su teléfono móvil, lo desbloqueó, y buscó la aplicación con la que desde hacía más de un año controlaba su periodo. En la aplicación, el día en que le tenía que bajar la regla aparecía marcado con un puntito rojo, y todos los meses ese día coincidía a la perfección con el día en que realmente había sucedido; sin embargo, en ese mes, había algo diferente. El puntito correspondiente al día estaba marcado con su puntito rojo, pero nada había sucedido en su cuerpo. Se palpó los pecho
Servando abrió la puerta desconcertado, no esperaba a Sally tan pronto; pues al ser el día libre de la mujer, habían quedado en verse para cenar aquella noche. - ¡Qué inesperada sorpresa! - Hola, Servando, siento molestarte tan temprano. - No digas tonterías, tú nunca molestas. De hecho, ya que estás aquí, me gustaría preguntarte si quieres cenar sushi de nuevo. - No creo que pueda,a decir verdad. - ¿Qué sucede, Sally? ¿He hecho algo que te haya molestado? ¿Por qué no pasas y hablamos dentro? Sally lo siguió al interior de la vivienda, que al contrario que la casa de sus padres, estaba decorada con un estilo muy minimalista. Se admiró del buen gusto con el que Servando había escogido los muebles, y admiró un para de esculturas de mármol que adornaban el salón. Y finalmente, cuando se sintió preparada para enfrentar la situación, se giró, tomó asiento en uno de los sofás de color blanco, y miró fijamente a Servando, intentado adivinar c
Ronda se sorprendió al recibir un aviso para que acudiera a la sala de visitas, pues ella no esperaba a nadie. Acudió pensando que tal vez fuera su abogado, aunque eso hubiera sido una verdadera sorpresa, porque como era un abogado de oficio, apenas tenía tiempo para ocuparse de su caso.Pero una vez llegó a la sala de visitas, el destino volvió a sorprender a con la visita de Marlon, al que no esperaba volver a ver, al menos no tan pronto.- ¿Marlon? ¿Qué haces tú aquí?- Es mi día libre en el hospital, y he pedido permiso para venir a visitarte.- Te lo agradezco, aunque después de la última visita, no creí que te quedaran dudas sobre tu vida pasada.- Es que no vengo por ese motivo.- ¿Entonces? ¿Por qué has venido?- Por tu encargo, quería decirte que lo he cumplido.A Ronda se le iluminó la c