Ronda sabía que Andy se había comportado como un cretino, y tal vez, de haber sido ella otra mujer, no se lo habría perdonado, pero en su situación ¿acaso podía enfadarse porque Andy pensara que había jugado con sus sentimientos? ¿No era ella misma la que había tenido esa expresa intención cuando decidió mejorar su situación carcelaria engatusando al médico de la prisión?
Ronda se dio cuenta de que llevaba varias horas dando vueltas en círculos alrededor de su celda, sin importarle que hubiera pasado la hora de la comida, o que no hubiera visto la luz del sol en todo el día. Horas, minutos, tiempo que había expirado mientras ella intentaba encontrar una solución al problema que la afligía y ninguna le parecía adecuada.
Por una parte, podía mentir, eso era lo que conocía, lo que mejores resultados le había dado,
Tras la demoledora conversación con Andy, y después de dos días sin dormir, ni probar bocado, llegó el día de la visita privada con Marlon. Ronda, que había decidido no ir, en un vano intento de recuperar al único hombre al que había amado, al final decidió que si quería demostrarle a Andy y al mundo que era una nueva persona, debía ser fiel a su palabra. Así que, al segundo llamamiento de la megafonía, se puso en pie, y sin arreglarse, acudió al encuentro con Marlon. Tardó varios minutos en encontrar la sala en la que la estaba esperando Marlon, porque nunca había acudido a la zona de los encuentros privados, y la entrada era un poco intrincada. Cuando al fin llegó, entró, y vio a Marlon sentado en una silla con la mirada perdida. - Perdona el retraso, Marlon. - Estaba asustado, pensé que ya no vendrías. - Tranquilo, si me he comprometido a ayuda
Meg volvió a casa triste, sin esperanza, pero lo hizo por su hijo, y porque sabía que no podía esconderse para siempre del que legalmente ra su marido. Tal vez su matrimonio no era lo que siempre había deseado, quizá ni siquiera tuviera la oportunidad de ser feliz… pero eso ya no podía importarle, porque ella lo había hecho por Ben, y por él, el sacrificio merecía la pena. Tendría que disculparse con Levy, y asumir el régimen de vida que él quisiera marcar, aunque tal vez pudiera negociar algunas cosas, que la hicieran un poco más feliz.Metió la llave en la cerradura, la giró, y suspiró antes de entrar en casa. Supo inmediatamente que su marido estaba dentro de casa, porque había luces encendidas, y se escuchaba música proveniente de su habitación. Así que en cuanto estuvieron dentro de la casa, se agachó para hablar con Be
Después de aquel intercambio, Meg sentía que su lugar estaba allí, junto a Levy, con lo que el quisiera o pudiera darle, no le importaba. Sabía que lo amaba, y aunque no quería confesarlo, llena por su amor, decidió darle la oportunidad de saberlo. Sabía que se arrepentiría más tarde de aquella decisión, pero en aquel momento no le importó, porque lo único que quería era estar a su lado para siempre. - Levy.- dijo ella con voz despierta. - ¿Qué ocurre?- susurró Levy medio adormilado, cansado de la sesión de sexo de la que ambos acababan de disfrutar. - Deberíamos salir.- dijo ella, sintiéndose cobarde por un instante. - Lo sé, pobre Ben, debe de pensar que hemos discutido de nuevo. - Si, el pobre cree que es su culpa. - Bueno, dame solo cinco minutos más, y me levanto, es que ahora mismo, necesito relajarme un poco, me has dejado agotado. Meg se quedó en silencio, cubrió sus cuerpos con la colcha que había quedad
Sally se despertó aquel día alarmada, era viernes, y ese día no tenía clases que impartir en el gimnasio, y por tanto, su alarma despertador no había sonado esa mañana, sin embargo algo la había hecho perder el sueño. Pensó que sería la costumbre, pues la rutina ya había calado en su vida, y volvió a acostarse, intentando conciliar el sueño. Pasó así varios minutos, hasta que al fin una idea vino a su mente, y volvió a incorporarse como si en su interior se hubiera activado un resorte. Cogió su teléfono móvil, lo desbloqueó, y buscó la aplicación con la que desde hacía más de un año controlaba su periodo. En la aplicación, el día en que le tenía que bajar la regla aparecía marcado con un puntito rojo, y todos los meses ese día coincidía a la perfección con el día en que realmente había sucedido; sin embargo, en ese mes, había algo diferente. El puntito correspondiente al día estaba marcado con su puntito rojo, pero nada había sucedido en su cuerpo. Se palpó los pecho
Servando abrió la puerta desconcertado, no esperaba a Sally tan pronto; pues al ser el día libre de la mujer, habían quedado en verse para cenar aquella noche. - ¡Qué inesperada sorpresa! - Hola, Servando, siento molestarte tan temprano. - No digas tonterías, tú nunca molestas. De hecho, ya que estás aquí, me gustaría preguntarte si quieres cenar sushi de nuevo. - No creo que pueda,a decir verdad. - ¿Qué sucede, Sally? ¿He hecho algo que te haya molestado? ¿Por qué no pasas y hablamos dentro? Sally lo siguió al interior de la vivienda, que al contrario que la casa de sus padres, estaba decorada con un estilo muy minimalista. Se admiró del buen gusto con el que Servando había escogido los muebles, y admiró un para de esculturas de mármol que adornaban el salón. Y finalmente, cuando se sintió preparada para enfrentar la situación, se giró, tomó asiento en uno de los sofás de color blanco, y miró fijamente a Servando, intentado adivinar c
Ronda se sorprendió al recibir un aviso para que acudiera a la sala de visitas, pues ella no esperaba a nadie. Acudió pensando que tal vez fuera su abogado, aunque eso hubiera sido una verdadera sorpresa, porque como era un abogado de oficio, apenas tenía tiempo para ocuparse de su caso.Pero una vez llegó a la sala de visitas, el destino volvió a sorprender a con la visita de Marlon, al que no esperaba volver a ver, al menos no tan pronto.- ¿Marlon? ¿Qué haces tú aquí?- Es mi día libre en el hospital, y he pedido permiso para venir a visitarte.- Te lo agradezco, aunque después de la última visita, no creí que te quedaran dudas sobre tu vida pasada.- Es que no vengo por ese motivo.- ¿Entonces? ¿Por qué has venido?- Por tu encargo, quería decirte que lo he cumplido.A Ronda se le iluminó la c
Sally se visitó, se puso tan guapa como pudo, y decidió darle una sorpresa a Servando; aunque habían quedado en que él la recogería en su casa, ella decidió que iría de improviso, y lo seduciría antes de salir de camino a la ciudad. Ella normalmente no era dada a este tipo de sorpresas, pero aún no había contado en su casa que pensaba mudarse próximamente, y lo cierto es que quizá era eso lo que la llevaba a actuar tan impulsivamente.Como iba vestida de gala, y con tacones altos, decidió acudir en coche a casa de Servando, lo dejaría allí aparcado, y ya lo rcogería al día siguiente.En cuanto llegó a la casa, le soprendió no ver luces encendidas a través de las ventanas, pero pensó que quizá él estuviera en el baño, y hubiera dejado el resto de la casa a oscuras. Se acercó a la entrada, toc&oacut
Unos días más tarde, Sally se observó en el espejo del recibidor de su casa. Iba completamente vestida de negro, dispuesta a salir en unos minutos en dirección a la iglesia más cercana, donde se oficiaría una misa por Servando.Sally recordó con impotencia aquella fatídica noche, con la llegada de los servicios de emergencias, que no pudieron hacer otra cosa, salvo certificar la muerte del hombre al que amaba. Recordó que los médicos de la ambulancia también la habían atendido a ella, y como le pusieron un calmante que la dejó dormida. Desafortunadamente, los calmantes no eran uficientes para dejarla dormida durante más tiempo, y se veía obligada a pasar por aquella situación horrible, y que no entendía. ¿Acaso no había sufrido ya suficiente en su vida? ¿Cómo podía la vida ser tan cruel como para arrebatarle de nuevo al hombre que amaba?Dos horas después, fatigada,y sedienta llegó a casa de los padres de Servando, los que serían los abuelos de su nuevo hijo, pero que aún no sabían qu