Capítulo 30

Meg llevaba varios días destrozada. Sentía que su corazón se había hecho pedazos, y que ella vagaba sin rumbo por aquella ciudad.

Durante el día, las cosas eran más sencillas. Despertaba a Ben, y solo con ver su alegre carita, y recibir su beso de buenos días, sentía que tenía fuerzas para todo el día. Una vez lo dejaba en el colegio, se dedicaba a recorrer todos los hospitales, clínicas y centros de mayores que había en aquella ciudad, y dejaba su currículum,con la esperanza de que más tarde su teléfono sonara, y fuera una oferta de trabajo como enfermera.

Por las noches, en cambio, todo era más duro. En cuanto el niño se quedaba dormido, Meg dejaba caer la máscara de falsa alegría con la que pasaba el día, y sentía como su cuerpo y su corazón se hundían en el a

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