Levy pasó el resto del fin de semana encerrado en su apartamento del centro de la ciudad, sin responder al teléfono móvil. El domingo por la noche, tras múltiples horas sin salir, y ante la imposibilidad de sus padres de contactar con él, su hermano Marlon se presentó en su casa de imprevisto.

Cuando Levy escuchó el repiqueteo del timbre, a punto estuvo de no abrir, pero sabía perfectamente que si no lo hacía, seguirían llamando, hasta que alguno de los vecinos se quejara al portero del edificio. En su portal eran bastante propensos a quejarse de los desconocidos que merodeaban por los rellanos, y Levy, pensó que tras el incidente con seguridad, cuando descubrieron a su propio hermano en su cama, con una mujer que no era su esposa, hace tan solo unos días, lo mejor sería no dar más escándalos. Así que se levantó, y abrió la puerta de mala gana.