Unos días después, Levy estaba vistiéndose con el esmoquin que la elegante sastrería elegida por su madre había elaborado, y a medida que se colocaba las diferentes piezas de su traje, comenzó a sentir una sensación de opresión en el pecho. Era el día de su boda con Ronda, y no podía sentirse más desdichado. Trató de imaginarse como se sienten las personas que se casan enamoradas, pero fue incapaz de hacerlo, tal vez porque él no hubiera sentido nunca semejante amor. Después se acordó de Meg, y de como disfrutaban juntos, de lo rápido que pasaban las horas a su lado, y pensó que si las cosas hubieran seguido su curso, tal vez ahora, sería Meg la que caminaría hacia el altar para encontrarse con él. Levy no supo si evocar esa imagen fue bueno o malo, aunque si pensó que era extraño sentir algo tan profundo hacia alguien con quien se
Meg llevaba toda la mañana del sábado triste y desilusionada con la vida; sabía que era el día en que Levy contraería matrimonio con esa prometida elegante que le había presentado durante su breve encuentro de hacía unas semanas, y aunque trataba de no pensar en ello, era incapaz de olvidarse de la fecha. Se imaginó a si misma desfilando hacia él, vestida de novia, y con una radiante sonrisa en el rostro, y le entraron ganas de llorar, y de volver a la cama, lamentablemente no podía permitirse el lujo de hacer algo así.Escuchó el teléfono sonando al otro lado de su pequeño salón, y se apresuró a cogerlo, porque normalmente nunca recibía llamadas a esa hora de la mañana. Iba deprisa, pero Ben se le adelantó, vestido aún con su pijama de dinosaurios, y con la taza de leche con cacao aferrada con fuerza en una de sus manos.- ¿
La ceremonia había sido increíble, se había celebrado en la preciosa iglesia de piedra que Ronda siempre soñó, y todos los asistentes la habían contemplado con admiración y embeleso. Su increíble vestido, el que casi no puede utilizar por el ensanchamiento de su cuerpo, le había quedado como un guante en cuanto se enfundó un apretado corsé,que moldeaba su figura, y la ayudaba a reducir dos tallas.Su paseo por el pasillo del templo, alfombrado con una bonita tela granate, y la salida posterior del brazo de su nuevo marido, fueron coreadas por cientos de personas, que se emocionaron al verla pasar ante ellos vestida de blanco. Ese día, Ronda se sintió como una verdadera princesa de cuento, independientemente de todo lo que había necesitado hacer para llegar a este momento, el día estaba resultando precioso.Mientras se encaminaban hacia el restaurante en el que se ce
Meg daba vueltas por su pequeño apartamento como si fuera un pájaro enjaulado que buscara una apertura en su jaula. Estaba nerviosa, y llevaba dos días con un irremediable dolor de estómago, que no la dejaba comer nada, y mucho menos dormir a gusto.Mientras Jonah, Ben y ella paseaban el pasado sábado, el amable profesor había insistido en invitarla a tomar un refresco en un bar de la zona, y lo cierto es que ella, agotada por las horas que llevaba caminando, no había podido resistirse.Mientras estaban en el bar, vigilando atentamente a Ben, que jugaba en el parque que estaba justo enfrente de la cafetería a la que ellos habían acudido, una noticia llamó su atención.Salió en las noticias de la televisión que el establecimiento tenía en una esquina, y a la que casi nadie prestaba atención. Fue un
Al día siguiente, Meg siguió todos los pasos del plan que había trazado en su mente antes de dormir. Iría a trabajar como cualquier otro día, y después al salir, le pediría a Mike que la dejara en el centro, con alguna excusa, como que debía comprar algo. Y así lo hizo, aunque en realidad no deseaba comprar nada, sino acercarse al Hospital General, y hacerse la encontradiza con alguno de sus antiguos compañeros. Lo cierto es que no fue fácil, pues ella intentó adoptar una postura despreocupada, como si hubiera ido al hospital por alguna otra cosa. Y así, tras media hora recorriendo los pasillos del centro médico, finalmente consiguió encontrarse con una de las enfermeras que trabajaba en su misma planta cuando ella había estado allí.- Carol, ¡qué sorpresa!- Vaya, Meg, ¿qué haces por aquí?- Pues, es que se me
Ronda estaba sentada en el sillón, con las piernas sobre la mesa de centro, cuando escuchó la llave en la cerradura, indicando que Levy había llegado a casa.Después del accidente, y aunque inicialmente habían planeado vivir ellos solos en el apartamento de Levy, se mudaron a la casa familiar de los Gordon. Pero para que pudieran tener más intimidad, les dejaron la casa de invitados, que tenía su propia entrada independiente, e incluso su propio garaje. De ese modo, solo se veían con el resto de la familia a la hora de las comidas, cuando acudían a la casa principal.Para Ronda la situación era perfecta, desde esa ubicación tenía acceso casi ilimitado a la información que su padre le pedía que sacara, y había conseguido transferir casi todos los documentos necesarios para la patente que su padre estaba intentado desar
Con el paso de las semanas, Meg comenzó a acostumbrarse a la ausencia de Levy, y donde al principio había un vacío, pronto comenzó a crecer cierto resentimiento e ira, que impedían que Meg lo echara de menos. Aunque Meg tenía una naturaleza positiva, y una forma de ser alegre, que no encajaba en ningún momento con esos malos sentimientos, lo cierto es que el hecho de sentirse engañada y traicionada habían amargado ligeramente su bondad natural.El pequeño Ben notaba su cambio de humor, y aunque su madre era buena y comprensiva con él, esas últimas semanas había estado bastante gruñona, y lo había castigado sin un buen motivo en varias ocasiones (a no ser que un buen motivo fuese comerse un paquete de galletas a escondidas, cosa que ya había hecho antes, y nunca había sido tan severamente castigado por ello). Así que, Ben, harto de la falt
Durante las semanas siguientes al accidente, Ronda se acostumbró a su nueva vida como esposa de Levy Gordon, y lo cierto es que esa vida le gustaba. Levy se iba siempre temprano, pasaba el día fuera trabajando, y ella tenía tiempo libre y libertad para hacer lo que más le apeteciera. Gracias a esa libertad pudo recuperar su figura en poco tiempo, dedicando amplias dosis de esfuerzo en el gimnasio de los Gordon, y comiendo escasas raciones de comida.Uno de esos días que a Ronda le parecían tan perfectos, Levy se levantó a las seis de la mañana, se duchó, y ella se levantó seguidamente para destapar las bandejas de desayuno que la cocinera de la casa principal ya había dejado colocadas sobre la mesa principal de la casa de invitados.Mientras Levy se arreglaba, ella se puso una ajustada malla de color gris oscuro, y un top deportivo a juego, que dejaba ver su plano vientre. Se miró en el
Meg y Jonah habían salido en unas cuantas ocasiones durante las últimas semanas. Para Meg aquellas salidas eran una válvula de escape, pues Jonah era divertido, y Ben lo pasaba genial durante sus citas. Aquella noche Meg y Jonah habían quedado para cenar en casa de ella, y mientras Meg pensaba si los nuggets de pollo serían poco elegantes para servírselos a un adulto, llegó Emma.- Hola Emma, no tengo mucho tiempo esta tarde,es que viene Jonah a cenar y quiero prepararme.- Lo sé, he venido para recoger a Ben y llevarlo con Violet y conmigo, podemos ver una película y comer palomitas, y te prometo que lo obligaré a acostarse pronto.- Pero Ben va a quedarse a cenar con nosotros.Emma la miró con cara extrañada, y tardó varios minutos en plantearle la cuestión que saltaba en su mente.- ¿Pero c&oac