Meg se despertó en casa de Emma, y bostezó ruidosamente hasta que se dio cuenta de que no se encontraba en su propia casa.
- No te cortes, amiga, tú tranquila, que en esta casa estamos acostumbrados a los sonidos animales, ¿o no te acuerdas de que a Violet le encantan los documentales de animales?
Meg se puso roja de vergüenza, y cuando miró a Emma arrepentida, ésta se rio con una carcajada, y le lanzó un cojín a la cara.
- Lo lamento, Emma, lo último que quiero es molestar, y esta casa es muy pequeña como para que nos des asilo a Ben y a mi.
- En primer lugar, era una broma, puedes bostezar cuán ruidosamente quieras, sabes que no me molestan los ruidos; en segundo lugar, creo que tienes que dejar de ser menos dramática, ¿acabas de decir que os proporciono asilo?
- ¡Oh! ¿Y cómo llamas tú a lo que estás haciendo por nosotros? Si no llegas a dejar que nos quedemos aquí, hubiera tenido que acudir a un hotel y utilizar la tarjeta de mi marido para
Levy llevaba días muy preocupado; Meg había desaparecido de casa, se había llevado a su hijo, y ni había acudido a trabajar con su hermano Marlon, ni había acudido al colegio de su hijo. El primer día, cuando lo llamaron del colegio, y le dijeron que Ben no había acudido a clase, les dijo que se encontraba enfermo, pues en ese centro eran muy estrictos con las ausencias de sus alumnos, incluso con las de niños tan pequeños como él; al parecer, consideraban que era necesario inculcar disciplina en los niños desde su más tierna infancia.Levy volvió a marcar el número de teléfono de Meg en su teléfono, y tal y como se temía el aviso de que el teléfono estaba apagado resonó en sus oídos. Pensó en llamar a emergencias, en contratar a un detective, o incluso en salir por las calles a busc
Sally tenía el día libre, y aprovechando el buen tiempo existente en la calle, llevó a Teddy al parque. El pequeño le sonrío cuando lo sacó del parquecito en el que pasaba las horas, y a Sally le pareció que había heredado el atractivo de su padre, pero combinado con algunos rasgos característicos de su familia, como la nariz, o los ojos.Se lo llevó dando un paseo, y mientras avanzaban, le cantaba alegres melodías infantiles, el niño se reía, y gorjeaba de felicidad, y cuando paraba, la miraba con un puchero, y ella intuía sin necesidad de que el pequeño llorara, que quería que siguiera cantando.- Ay, chiquitín.- le dijo ella.- creo que vas a ser un rompecorazones como tu padre, solo espero poder educarte lo suficientemente bien para que trates a las mujeres con respeto.El niño se rió, porque aunque no comprendía el signi
Meg había decidió que regresaría a la casa que compartía con Levy al final de la semana, de ese modo, y aunque no le apeteciera, Ben podría regresar al colegio el lunes. Aunque el pequeño tenía aspecto saludable, estaba segura de que a nadie le parecería raro que hubiera sufrido una infección la última semana; los niños de su edad eran capaces de estar enfermos, y de recuperarse muy rápidamente.Aquella noche, su amiga Emma había invitado a cenar a su misteriosa pareja,pues según le había dicho, quería que se conocieran de una vez por todas. Así que Meg se decidió a preparar una cena especial, y de ese modo iniciar la relación con buen pie. Emma le había dicho que la mujer con la que salía era vegetariana, y aunque ella no era una experta en ese tipo de cocina, si que conocía
Emma propuso que pasaran la sobremesa jugando a un juego de mesa y tomando té, y trajo consigo tres trazas humeantes, y una caja llena de juegos que pronto quedaron en el olvido, cuando las tres comenzaron a hablar.- Ilda.- dijo Meg.- no te he preguntado donde trabajas, discúlpame, es que con esos dos diablillos por aquí, me olvido de la cortesía.- No te preocupes, si Violet ya es todo un carácter por si sola.. junto a Ben se transforma. En cualquier caso, y respondiendo a tu pregunta, te diré que trabajo en la prisión de mujeres, soy enfermera allí.- ¿Es así como Emma y tú…?Meg se quedó paralizada, sin saber que decir, pues no tenía claro si sería educado preguntar si se habían conocido en la cárcel, o si Ilda conocería los detalles de la vida de Emma, pues quizá se hubie
Ronda estaba sorprendida, la habían informado por megafonía de que había una visita esperándola en la zona de visitantes. ¡Una visita! Era la primera que recibía desde que estaba allí adentro. Como sus padres habían sido encarcelados, y sus supuestos amigos habían salido huyendo en cuanto supieron de su caída en desgracia, no le quedaban conocidos que quisieran pasar por el amargo trago de desplazarse hasta una prisión para visitarla.Se arregló el pelo cuanto pudo en los escasos minutos que pudo dedicar a ello, y se alisó la ropa; estaba nerviosa, y preocupada porque no sabía quien querría verla después de tantos meses alejada del foco mediático.- ¿Ruthmore?- preguntó rudamente la funcionaria de prisiones que garantizaba el acceso a la sala de visitantes.- Si, señora.- Tienes una visita.- Eso es lo que me h
El jueves por la tarde, Servando apareció por sorpresa al final del turno de Sally, y la sorprendió llevándole un ramillete de flores. Eran solo unas margaritas, pero a ella el detalle le pareció encantador, y pensó en la suerte que tenía de haberse cruzado con Servando en su vida.- He venido a buscar a mi profesora de yoga preferida.- Ummm, ¿se supone que esa soy yo?- Eso creo, señorita.- ¿Y cómo sabías a qué hora aparecer por aquí? Porque hoy he tenido varios turnos extras, y la verdad es que ni yo recordaba la hora a la que terminaba de trabajar.- He tenido ayuda, tu jefa es muy amable, ¿lo sabías? Aunque he tenido que matricularme de un trimestre entero de yoga para que me dijera tus horarios de toda la semana.- ¡No me lo creo! Dime que estás bromeando…- No, te aseguro que no, pero no me
Ilda, la novia de su amiga Emma se quedó intrigada por las palabras de Meg durante la cena en la que se habían conocido, y como no era una mujer que se conformara con la incertidumbre, decidió llamarla a la mañana siguiente, tras pedirle su número de teléfono a Emma.- Buenos días, ¿Quién llama?- ¿Meg? Soy Ilda, perdona que haya pedido tu número a Emma, pero es que esta mañana me he ido muy pronto, y no quería despertarte, pero necesitaba hablar contigo.- Si, claro, espero no haber hecho nada que te haya molestado, pero si ha sido así, dímelo, por favor, mi intención solo era agradarte.- No, no temas, al contrario, me pareciste muy agradable, y me gustó hablar contigo, pero me desconcertó tu comentario sobre Ronda Ruthmore, tanto Emma como tú parecíais saber mucho sobre ella, ¿podrías darme más
Ronda bajó a la consulta de Andy emocionada. Era la primera vez que se atrevía a llamarla a su despacho, sin miedo, sin esconderse, sin tomar tantas precauciones que al final sus encuentros se vieran reducidos a ilícitos besos en la hora del descanso del médico.Sabía que no estaba muy guapa, pues no le había dado tiempo a arreglarse, pero no le importó, porque lo que más le apetecía era ver al médico.Llamó a la puerta con dedos temblorosos, y se excitó al escuchar la voz ronca y seria de Andy; esa era la voz que reservaba para los desconocidos.- Soy yo, Andy.- Cierra la puerta, y siéntate en la silla, por favor.A Ronda le extrañó el tono seco, en especial porque al entrar se fijó en que no hubiera nadie en la habitación aparte de ellos dos.- Estás muy serio hoy, ¿quieres que te ayude a relajarte?E