Lo que une almas

Enith:

Sentía más miedo que dolor, tenía tan sólo ocho meses y dos semanas, quizás no faltaba mucho pero temía que algo pudiese salir mal. Era tan irónico que me hubiese enterado de su existencia en medio del caos y del dolor, y que ahora, estuviera naciendo en medio de otro caos.

- Puja Enith, ahora –su voz suena tranquila, supongo que pretende no asustarme, aunque en vano, temía que ese loco volviera.

Hago como pide, pujo cada vez que lo dice.

El alivio inunda mi alma cuando escucho un llanto, lloro con ganas, él me lo acerca y lo acuesta en mi pecho, es tan pequeño y hermoso, beso su cabeza.

- Hola mi vida –susurro suave, rio y lloro de felicidad–, ¿está bien? –lo miro con miedo, él asiente.

- Todo indica que sí, pero sólo nos queda esperar a que vengan por nosotros y comprobar en las pruebas –asiento, él lo toma con cuidado y lo envuelve en su bata, no había visto en qué momento se la quito, me lo regresa y lo sostengo suave contra mi pecho, lloro en silencio, con cuidado mueve el estante y se acomoda a mi lado, me abraza suave, frota mi brazo, él entendía que todo esto era una m****a, no era la manera en que deseaba que mi bebé naciera, debía estar rodeada de él y de toda mi familia.

- La vida me odia –susurro bajo, con cuidado seca mis lágrimas.

- Creo que no tanto, si así fuera, te habría resultado difícil el parto y quizás él no estaría así de bien –sonrío negando.

- Es que no sabes todo, por eso crees que no me odia –me acomodo mejor, la verdad es que agradecía que fuera él quien estuviera conmigo, le tenía confianza y su familiaridad ayudaba a calmarme.

- Bueno, soy todo oídos –me mira atento, suspiro y comienzo a relatarle todo, lo de Adley, como conocí a Amirov.

- Ironía, ¿no crees? –le pregunto tras decirle la razón por la que Amirov no deseaba niños.

- Un poco bastante –sonríe de lado, rio–. Lo hiciste bien, y este pequeño tiene suerte de que seas su madre, y también de tenerlo a él como padre –comienzo a llorar de nuevo, lo quería aquí, que viera a nuestro pequeño.

- Lo quiero a él, a mamma, a mi hija y la señora Caruso aquí, si no fuera por ti –salto al escuchar pasos, abrazo a mi bebé protegiéndolo, Thesion se mueve colocándose frente a mí a modo de protección, tenía miedo, ¿y si ese loco volvía para matarlo? Sentía mi corazón tronar detrás de mis oídos, la puerta se abre, chillo por el ruido pero lo veo relajarse.

- Soy el doctor Thesion Solon y me acompaña Enith Bianchi y su recién nacido –por un pequeño orificio noto que es un policía. Suspiro de alivio, me desinfló en el lugar, beso a mi pequeño sintiéndome a salvo por fin.

- El asesino fue abatido, el resto de los pisos fueron evacuados, sólo falta este –Thesion asiente, se pone de pie–, ¿la mujer requiere atención? –pregunta el policía.

- Todo salió bien pero aun así deben revisarlos –el policía asiente, lo escucho pedir otra ambulancia–. Vamos Enith –susurra suave.

- No me puedo levantar, siento que me caeré –él asiente comprensivo, mueve lo que me rodea y con cuidado nos alza.

- Se reactivaron los ascensores, así que vamos –el policía sale, seguido de él nosotros.

- Le avisaré a mi padre para que le diga a tu suegra y no se preocupen –asiento, esperaba verlo cuando llegáramos al hospital.

- Te debo tanto Thesion, ni todo el dinero del mundo podría compensar todo lo que has hecho hoy por nosotros –susurro suave, el policía llama al elevador una vez llegamos.

- No tienes nada que agradecer, me agradas y sé que mi padre me colgaría si algo te pasa –me guiña un ojo, sonrío, era un ser humano maravilloso sin duda alguna, amable, comprensivo, simpático, inteligente, apasionado de su trabajo y como si eso no fuera suficiente, era muy guapo, en realidad tenía muchos de los genes de su padre, la mujer que se convirtiera en su compañera de vida, sería muy afortunada.

- Gracias –me acomodo en su pecho, abrazaba con suavidad a mi pequeño. Todo es silencio hasta que llegamos a la planta baja, un policía nos escolta afuera y una camilla ya me espera, él me deposita con cuidado, me aferro a su mano, no quería ir sola en la ambulancia, toma suave mi mano y la aprieta, eso me calma.

- Paciente femenina de 27 años, parto prematuro de 33 semanas y media, test de apgar en 9, necesario revisar reflejo –la paramédico asiente, me suben con cuidado, él junto conmigo, saca su teléfono y le dice a su padre a donde vamos.

- En el hospital van a revisarlo mejor, y a ti también, así que calma –asiento sin soltar su mano, uno de los paramédicos revisa a mi bebé y la otra a mí, el trayecto parece muy largo, sin embargo sé que no es así.

Él se muestra tranquilo y me habla para calmarme, algo que logra, al menos hasta que llegamos al hospital y me veo en la necesidad de separarme de mi pequeño para que lo revisen mejor, al igual que a mí, sin embargo, él no se aleja de mi lado, algo que agradezco.

Thesion:

Entendía su pánico, por dentro temblaba de miedo y preocupación por mis colegas y pacientes, sólo rogaba porque todos estuvieran bien, pero sabía que ella debía estar peor, su pequeño pudo tener complicaciones si ese demente me hubiese disparado, incluso si le hubiese disparado a ella.

- Duerme un poco Enith, necesitas descansar –podía ver el cansancio en su cara, veo a una enfermera colocarle lo que creo, es un sedante–, no te preocupes, yo los vigilaré –acomodo su cabello, ella asiente bostezando, de a poco se queda dormida. Llamo al residente y me informa de la situación, intento comunicarme con el resto de mis colegas, al parecer están bien, quizás más tarde sabríamos cuantos de los nuestros habíamos perdido.

- Thesion –escucho la voz de mi padre en la sala de espera, se acerca casi corriendo, detrás de él viene Amirov, la señora Bianchi y la señora Caruso, mi padre me abraza con fuerza y le devuelvo el abrazo, estar tan cerca de la muerte me había hecho comprender lo corta que es la vida, y que no hay tiempo para rencores o reclamos, me había dado cuenta de cuánto tiempo había perdido de joven, pero era momento de recuperarlo.

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