Leandro abrió los ojos, las paredes blancas de la habitación le dieron la bienvenida, él parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz y para recordar lo que había sucedido. El último registro claro en su cabeza, era el nacimiento de sus bebés. Ese momento único y especial que vivió junto a Isabelle. Un momento que quedaría grabado para siempre en su memoria junto al dolor de no haber estado a su lado en el momento que Alessandro nació.Haciendo a un lado ese sentimiento de culpa, recordó haberles dado un beso antes de que la doctora le pidiera abandonar la sala para terminar el trabajo con Isabelle.—Te has despertado.Leandro abrió los ojos de nuevo y se fijó en su familia. Todos estaban allí, parados delante de él.—¡¿Estás bien, papito?! —medio preguntó, medio gritó Alessandro, siendo el primero en acercarse.Leandro miró a su hijo mayor e ignoró las miradas divertidas del resto. Estaba seguro de que iban a burlarse de él por el resto de su vida, pero… no importaba.—Estoy
Marco se levantó poco a poco de su posición, y fue recostando a Lía sobre el respaldo del sillón sin liberar sus labios del apasionado beso.Sus respiraciones estaban agitadas, los dedos de Lía se enredaron en los cortos cabellos de Marco y presionó un poco más, profundizando el beso.Marco se apartó de la boca de Lía cuando el aire empezó a faltarles. Sus miradas se encontraron y, por un momento, Marco tuvo miedo de encontrar rechazo o arrepentimiento en los ojos de Lía, pero no fue así.La mirada de Lía brillaba, tal vez eran solo ideas suyas, quizá solo fuese una ilusión, pero le bastaba perderse en esas dos preciosas joyas azules verdosas para sentirse profundamente dichoso.No, para los que creían que él tenía una posición fácil para ganarse el amor de Lía era porque no conocían su historia. Él estaba luchando por ganarse el corazón de la mujer que amaba de una manera distinta.Lía no necesitaba un amor arrebatado y loco en ese momento, ella necesitaba paciencia y dulzura. Había b
Lía se mostró sorprendida. Ella no esperaba ver a Victoria Santoro parada en su puerta, ella dio un paso atrás y su mano fue a su vientre de manera protectora. No era necesario, pero eso era algo que no podían explicárselo a una madre.Victoria tragó el nudo que se le formó en la garganta y miró el vientre de Lía.—Te ves, hermosa —le dijo casi sin voz.Lía se pasó la lengua por sus labios secos, ¿qué debía hacer en esta situación? No le podía cerrar la puerta en las narices, sería muy grosero de su parte. Victoria no tenía la culpa de nada.—Gracias —respondió cuando se dio cuenta de que ella esperaba que hablara—. ¿Qué haces aquí? —le preguntó cuando no supo qué decir.Victoria no se movió de su lugar, cuando decidió visitar a Lía tenía cada palabra en su cabeza, ahora, no encontraba esas palabras.—Pasa, Victoria —resolvió Lía luego de un largo e incómodo momento. La joven se hizo a un lado.Victoria asintió y entró al apartamento. Lía se fijó en las bolsas que traía en la mano, pe
«Le he pedido que se quede para conocer a Asha.»Marco guardó silencio ante las palabras de Lía, era muy consciente de que la decisión sobre Asha solo la podía tomar ella. Por mucho que él quisiera cambiar las cosas y desear que Asha llevara su sangre, la realidad era una. No era su padre biológico y ni todo el amor que él sentía por Lía y por la pequeña que estaba a pocas horas de llegar al mundo iba a cambiar la situación. Por las venas de Asha corría la sangre Rinaldi. El sol no podía taparse con un dedo y lo aceptaba.Lía se mordió el labio cuando Marco se levantó, lo miró caminar de un lado al otro y por un momento puso en duda su decisión. No quería poner a Marco en una situación difícil, pero tal parecía que era justo lo que había conseguido.—Marco.—Es tu decisión, Lía —le interrumpió, deteniéndose en medio de la habitación y mirándola fijamente—. Si quieres que la familia Rinaldi forme parte de la vida de Asha, voy a respetar tu decisión.—Ellos forman parte de nuestras vida
Lía se despertó muy temprano el viernes por la mañana. Había estado muy nerviosa la noche anterior que le fue un poco difícil conciliar el sueño y no fue hasta que Marco volvió a casa que finalmente pudo encontrar descanso entre sus brazos.—Aún es muy temprano, Bonita, duerme un rato más —le susurró Marco al oído, besando el lóbulo de la oreja de Lía, acariciándole el cuello con su aliento.—No puedo, siento una presión en el pecho, creo que… tengo miedo —susurró.—Entiendo que estés nerviosa, Bonita, pero no hay porque tener miedo. Las cosas saldrán bien y en unas horas, le daremos la bienvenida a nuestra Asha.Lía se giró para quedar frente a Marco. Sus miradas se encontraron y ella no pudo evitar estirar la mano y acariciar la mejilla masculina.—¿Entrarás a la sala conmigo? —preguntó y Marco asintió.—Por supuesto que sí. Entraré a la sala contigo y te sostendré la mano, no te dejaré —le prometió, cerrando la distancia entre ellos y buscando los labios de Lía.Ella abrió la boca
El llanto de Asha despertó a Lía, ella abrió los ojos para encontrarse con Marco, meciendo a la pequeña por toda la habitación, tratando de dormirla.—Debe tener hambre —musitó ella, escondiendo un bostezo detrás de su brazo.Marco se detuvo y se giró para ver a Lía estirar los brazos en su dirección. Él se acercó y le llevó a Asha, la colocó entre sus brazos y se sentó en la silla cerca de la cama.Lía se desnudó el pecho y colocó el pezón en la pequeña boca de la niña. Ella se aferró al botón de su madre y succionó con fuerza, haciendo ruiditos mientras se alimentaba.—¿Te duele? —preguntó Marco al verla hacer una mueca.—Es un poco incómodo, pero duele menos que la primera vez —respondió con sinceridad.—Vas a acostumbrarte, Bonita, aunque también podemos optar por darle fórmula —respondió, acariciando la pequeña cabeza de Asha sobre su gorrito.—Sé que es una buena opción, pero no hay nada mejor que la lactancia materna. Además, muchos bebés suelen rechazar la fórmula —dijo. Un ge
Marco no se esperaba esta sorpresa y mucho menos esta petición de matrimonio. Había sido sorprendido por Lía y le encantaba. Hoy se sentía mucho más enamorado que ayer y menos que el día de mañana, lo sabía.—Lía —susurró tomando sus manos y bajando hasta quedar a su altura.—Aún no me has respondido —murmuró ella, viéndose fijamente a los ojos.Marco se inclinó, depositó un beso en cada una de las manos de Lía, todo sin apartar su mirada.—En los últimos días, he estado pensando en cuál sería el mejor momento para hacerte mi proposición, jamás pensé que serías tú quien lo hiciera.Lía batió las pestañas, estaba empezando a sentir nervios ante la falta de respuesta de Marco.—Acepto, Lía, acepto ser tu compañero de vida, tu cómplice y tu esposo —le respondió buscando su boca.Lía tomó la boca de Marco e inició un apasionado beso que calentó cada rincón y cada poro de su cuerpo. Experimentó una felicidad difícil de explicar, como si volviera a nacer.Marco se estremeció ante la pasión
Lía abrió los ojos a un nuevo día y supo que era un nuevo y maravilloso despertar. Se sentía realizada, renacida en más de un sentido. Tenía el corazón rebosante de felicidad, sentir el cuerpo de Marco muy pegado al suyo, sentir su calor y sus caricias eran lo máximo.—Buenos días —el susurro de Marco le hizo temblar. Un hormigueo le recorrió la nuca y le erizó la piel.—Buenos días, amor —le respondió con una sonrisa que Marco no pudo ver debido a la posición en la que se encontraban.—¿Dormiste bien? —preguntó, besando la piel de Lía.—¿Será pecado si digo que he dormido como un ángel? —le cuestionó ella en respuesta, girándose entre los brazos de Marco para que sus ojos se encontraran por primera vez esa mañana.—No, no lo creo —respondió Marco, dándole un beso en la punta de la nariz.Lía esbozó una radiante sonrisa y se lanzó a la boca de Marco, quien gustoso la recibió y correspondió.—Creo que me volveré una adicta a tus besos —le dijo cuando se separaron. Marco le sonrió.—Me