************LEONARDO************—Sí, debo disculparme —concluyo firme mientras continúo caminado por la orilla del mar.Después de que mis dos mejores amigos se fuese a dormir, decidí salir a caminar un poco para poder pensar en todo lo que me estaba pasando.Max tenía mucha razón en estar molesto. Yo estaba complicando las cosas más de lo que debía y... no tenía por qué ser así. Se supone que soy un hombre de cuarenta y ocho años y la única manera en la que me estaba comportando era peor que la de un joven de veinte.—Eso sí que es decepcionante —susurro al tiempo en que decido quitarme las sandalias para empezar a caminar descalzo y poder sentir la arena y el agua.—Bien... —suspiro con serenidad—, entonces..., debo disculparme con Lorey —concluyo— y.... contarle la verdad sobre mi estado civil —añado.Y había llegado a esa conclusión porque, como Max dijo, no podía dejar que Lorey pensara que había confundido las cosas cuando, realmente, no había sido de tal manera. Ella debía sab
************LEONARDO************—Leonardo...—Te escucho —le respondo suavemente al girarme a verla para así encontrarme con aquellos ojos, no debía mentir, aún me tenían enamorado.—Tal vez, me tome más de tres meses en mi viaje...—¿Más de tres meses?—Sí, mas de tres meses. ¿Tienes algún problema con eso?—No, Norka —contesto sereno—. No propiamente, al menos...—Sé claro conmigo, Leonardo. Sabes que ¡detesto! los rodeos...—¿Cuánto tiempo más te quedarás en Nueva York?—Aún no lo sé...—Estarás mucho tiempo separada de los niños, Norka —Luciano tiene dieciocho años y Franco..., pues... Franco ya tiene quince, así que un mes más fuera no creo que le ocasiones trauma alguno —concluye.—¿Qué hay de Fabrizio? —cuestiono con cierta molestia, ya que no soportaba que, cuando se refiriese a nuestros hijos, siempre dejara de lado a nuestro hijo menor.—Tiene a su súper... papá. ¿Para qué necesitaría de la bruja de su madre? —escupe con molestia.—Porque es un niño de siete años, Norka. P
************LEONARDO************—Esto no está funcionando —es lo único que le respondo al mirarla a los ojos—. Me hubiera gustado que nuestro matrimonio tuviese una segunda oportunidad; de verdad lo quería —expreso con toda sinceridad bajo su atenta mirada—, pero ya todo se ha salido de control y tanto tú como yo... ya no estamos preparados para continuar.—Querrás decir tú...—Los dos, Norka...—No, Leo —refuta firme—. Tú —me señala con su índice derecho—. Tú eres el que ya no está preparado... —sus ojos se vuelven a tornar vidriosos—, de hecho, creo que esta siempre ha sido tu intención, ¿no es así? —me mira fijamente con molestia—. Esta ha sido, ¿cierto? Lo del viaje era una excusa...—¿De qué estás hablando, Norka?—¿De qué estoy hablando? ¿De qué estoy hablando? —menciona frustrada al colocar sus manos sobre mi pecho y golpearme suavemente (aquella estaba conteniendo su ira)—. Estoy hablando de que el viaje solo fue una excusa; una especie de cortina para quedar bien...—Norka,
************LEONARDO************—Pero, Leo, hijo, ¿qué haces aquí? —cuestiona mi madre, un poco preocupada, ni bien me ve—. Creí que estabas en Ibiza —señala al acercarse y tomar mis hombros con sus manos—. Mi amor, ¿estás bien? —me pregunta preocupada a la vez que yo solo me limito a exhalar pesadamente para después, negar con la cabeza como mi única respuesta.Ante ello, mi madre me mira apenada y luego, sin esperar más, termina de acortar la distancia y me abraza.—Leo... —susurra con algo de tristeza mientras acaricia mi espalda.—Mamá, ¿mis hijos ya están durmiendo? —pregunto en un leve susurro.—Solo Franco —precisa—. Luciano y Fabrizio están despiertos...—Quiero ir a verlos... —le pido como abatido.—Leo, mi amor...—Ahora no, mamá —le pido lo más sutil posible al tomar sus manos y besarlas.—Está bien —me sonríe tristemente.—Quiero ver a mis hijos...—Está bien, vamos, te llevaré con ellos.—¿Y papá?—Él ya está durmiendo; hoy se cansó mucho jugando con los niños —informa s
* * * * * * * LEONARDO * * * * * * * *Luego de haber estado en una especie de batalla de cosquillas con mis hijos y en el que resulté vencedor (algo que, debo admitir, no lo esperaba), acosté a cada uno (incluso a Luciano) y después, fui a ver a mi madre (quien me estaba esperando en la sala).—Mamma —la saludo al ir a su lado y sentarme en el sofá en el que estaba.—Leo —,me sonríe—. Te escuché jugando con mis nietos—Sí..., gané —le informo divertido; y aquella sonríe mucho, pero mucho más.—Me alegra verte más animado —susurra en medio de la obscura sala, ya que solo había una pequeña lámpara que iluminaba lo que había sobre la mesa de centro de la sala.—Leche y... galletas —susurro al tiempo en que sonrío.—Tus favoritas de niño... —Mis favoritas de siempre, mamma —la corrijo a la vez que paso uno de mis brazos por su espalda y la jalo hacia mí para estrecharla fuerte—. Gracias —susurro muy agradecido.—¿Me contarás qué pasó? —cuestiona de pronto, muy serena, mientras la suave
************LEONARDO************—Yo ya no te esperaba por aquí —es lo primero que escucho al poner un pie en la sala de mi casa en Ibiza.—Hola… —le sonrío a mi amigo.—De verdad, Leo, yo ya no te esperaba por aquí —precisa curioso al mirarme con su ceño fruncido—. Creí que te habías reconciliado con Norka —señala sereno al venir hacia mí y darme una palmada en mi espalda.—No…, ambos… ambos vamos a respetar los tres meses que nos estamos dando para repensar en nuestro matrimonio —informo con tranquilidad a la vez que camino hacia mi cocina para así, encontrarme con el mejor de mis amigos.—Leo… —susurra extrañado al verme y, ante ello, solo sonrío.—¿Tú tampoco pensabas verme por aquí? —inquiero divertido al acercarme a mi refrigerador y tomar una botella de agua para beber.—Dijiste que vendrías ayer mismo por la noche y… —mira su reloj— ya son las cinco del día siguiente a tu fecha de regreso —puntualiza firme.—Pues… —suspiro sereno— ya estoy aquí —preciso y, luego, solo me conce
************LOREY************—Hola —contesto confusa por verlo aquí, ya que, para ser muy honesta, yo ya tenía la plena seguridad de que aquel se había marchado a Roma.—Hola —responde nuevamente al tiempo en que me mira de manera fija (al igual que yo a él)—. Disculpe si la estoy molestando por venir aquí de improviso —precisa de manera formal; y aquello me toma por sorpresa, aunque no debería hacerlo, ay que, después de todo, él y yo seguíamos siendo unos desconocidos.—¿Cómo es que... supo dónde vivía?—Ah... —se muestra algo incómodo— yo... le pregunté a Santiago, mi chofer —me explica—. Él me comentó que te acompañó hasta tu departamento cuando...—Regresamos del hospital de su amiga —completo de forma instantánea.—Así es —confirma—. Discúlpeme si fue inapropiado —expresa formal y apenado.—¿Qué hace aquí, Leonardo? —pregunto al decidir dejar pasar por alto aquel detalle—Quisiera hablar con usted, Lorey—¿De qué? —inquiero curiosa y seria a la vez.—De lo que sucedió en mi cas
************LOREY************—Por favor, pasa —le pido al terminar de abrir la puerta principal de mi departamento.—Gracias... —precisa al entrar y yo lo sigo detrás y cierro la puerta sin más.—¿Te gustaría tomar algo aquí —hago referencia a la sala— o prefieres el comedor?—Donde tú prefieras está bien —contesta gentil y, ante ello, solo sonrío a boca cerrada—. Bueno..., en ese caso, ven, pasemos al comedor —le pido al tiempo en que comienzo a caminar hacia aquel.—¿Vives sola aquí?—Sí, Chiara y Francis viven en el piso de abajo —detallo—. Mejor tomemos asiento aquí —le solicito al señalar una mesa redonda para dos personas al lado del pequeño balcón que había aquí.—Gracias —sonríe.—¿Qué deseas para tomar?—Lo que tú desees estará bien—Tengo whiskey, brandi, ron, vodka, coca cola, jugos y agua —enumero divertida; y él sonríe—. ¡Ah! Y vino también —añado al sonreír—. ¿Qué deseas?—Creo que... vino estará bien —articula sereno.—Bien, entonces no demoro. Voy por las copas y la b