************LOREY************—Espero que no le moleste que le invite una tajada del mejor pastel que preparan aquí, en Ibiza —señala el apuesto hombre al tiempo en que se quita los lentes de sol que traía puesto—. Geronimo Caruso, mucho gusto —se presenta de inmediato a la vez que estira una de sus manos en mi dirección y la cual yo estrecho solo por educación y cordialidad, aunque, para ser sincera, lo hago con cierta duda.—Lorey —me presento algo insegura—. Lorey Wells —miento, ya que el hombre era un completo extraño y, por algún motivo, me generaba mucha desconfianza, aunque no hayamos cruzado más palabras que las de ahora.—Lorey... —susurra al sonreírme— lindo nombre —concreta firme—. ¿Puedo sentarme contigo? —inquiere de pronto; ante lo cual, no sabía cómo responder.—Sí... claro —contesto no muy convencida al decidir sonreír por gentileza.Al dar mi respuesta, el hombre vuelve a sonreírme para después, de forma rápida, tomar el asiento frente a mí. Las mesas eran circulares
************LOREY************Luego de haber salido de esa pastelería, cafetería o lo que fuese, ya no decidí seguir deambulando por Ibiza. Yo regresé a mi hotel inmediatamente, tomé un taxi y, en menos de cinco minutos, me dejó en mi destino. AL llegar al hotel, lo primero que hice fue ir hacia mi departamento; ya no iba a pasar otra noche en el departamento de Chiara y de Francis. El trato con Chiara había sido de tres días para que ella pudiera asegurarse de que yo estuviese bien; sin embargo, tenía que romper ese trato, puesto que lo único que quería ahora era estar sola y pensar en lo estúpida que me he de haber visto frente a él (frente a Leonardo).—Me habré visto como una completa tonta —susurro frustrada mientras estoy en mi tina de baño (a la cual había decidido meterme, sin pensar, ni bien puse un pie en mi departamento)—. Una completa tonta —susurro al cerrar los ojos y suspirar pesadamente para después, comenzar a negar con la cabeza—. Ay, Lorey, pero... ¿cómo se te ocurr
************LOREY************—¿Qué es lo que has dicho? —interroga algo incrédula y no entendía bien por qué.—Lo que escuchaste, Chiara —susurro como cansada para después beber un poco más de mi copa de champaña—. Prácticamente, le propuse a Leonardo otra noche más y él no quiso; se negó —puntualizo un poco frustrada.—¿Cómo que se negó, Lorey?—Chiara —la miro fijamente—, se negó —repito al hacer mucho más énfasis—. Él no quiso otra noche —aclaro—. Dijo que... lo mejor sería que no se repitiese otra vez...—¿Qué me estás diciendo?—Lo que oíste, Chiara —puntualizo más firme—. No quiso, se negó y lo único que yo hice, con mi propuesta..., fue el ridículo —concluyo muy apenada al recordar aquel momento con suma claridad—. ¿Qué sucede? —le pregunto al ver su expresión.—Es que... no entiendo —susurra asombrada.—¿Qué es lo que no entiendes?—El por qué te ha rechazado... —articula sorprendida.—Chiara, eso es demasiado claro —preciso al retornar mi atención al techo de mi cuarto de ba
POV Lorey—¿Crees que se vaya?—Estoy casi segura—¿Casi?—Siempre hay la posibilidad de que no —contesto firme.—¿Y qué sucedería si no viaja?—Pues..., en ese caso, sí estoy segura de que el motivo no seré yo...—El tipo resultó ser un tonto —exhala con serenidad—. Y tan lindo que se veía —agrega mi amiga, un tanto decepcionada, para después, llevar su copa de champaña hasta su boca y beber más de ella.—Chiara...—Dime —responde a la vez que toma la botella de champaña para servirse más.—Hoy, cuando salí de la casa de Leonardo, me puse a caminar un poco.—Eso es bueno...—Y me di cuenta de que hay calles muy bonitas y que nos falta bastantes lugares por conocer...—Sí, aún nos falta conocer mucho, pero no deberías preocuparte por eso —precisa al sonreírme—. Francis ya había pensado en ello y llegó a contratar un paquete de guía turística por una semana —me informa—, pero con lo que sucedió, decidimos aplazarlo para la siguiente semana.—Eso fue lo ideal —respondo serena.—Pero, si
************LEONARDO************La veo marcharse y no puedo evitar sentirme como un completo patán...«Yo solo fui amable», recuerdo mis estúpidas palabras con mucha molestia, ya que no debí haberle dicho eso por dos grandes razones. La primera era porque, cuando pronuncié aquellas palabras, me di cuenta de que la herí y aquello me hizo sentir como un imbécil. Por otro lado, la segunda y más importante razón por la que no debí haber dicho eso era porque... era porque... era porque...—Es mentira —susurro mientras continúo observando su camino—. No está llamando a ningún taxi —me digo a mí mismo, un tanto preocupado, al solo ver que ella se limita a caminar sin sacar su celular para pedir movilidad.—Carajo, Leonardo, eres un completo imbécil —me resondro—. No... no debes dejarla irse sola —determino con mucha firmeza al decidir salir tras ella por otras dos razones.La primera era que no me sentía tranquilo con que fuese sola a su hotel y la segunda, la segunda era porque apenas ayer
************LEONARDO************—Dime... te escucho —articulo sereno y dispuesto a escuchar la petición de mi esposa.—Quiero que pongas a mi disposición el avión privado —solicita con su autoritario tono de voz.—Norka...—Lo quiero para hoy en la noche, Leonardo...—Norka...—No, mejor no —pronuncia de pronto—.. Lo quiero cuanto antes, para dentro de una hora —especifica—. Ya tengo mis maletas listas —informa mientras escucho cómo parece estar cerrando una de estas.—Norka...—Y quiero que venga Román para recogerme; no quiero a ningún otro inepto —señala despectiva.—Norka, escúchame...—No, Leonardo —refuta—. Escúchame tú a mí; necesito llegar cuanto antes a Nueva York —manifiesta molesta—. Mejor dime en cuánto tiempo crees que vendrán a recogerme para llevarme al aeropuerto —articula impaciente.—Norka, escúchame, pro favor...—¿Qué quieres? —interroga sin mucho ánimo.—Norka, no puedes usar el avión privado.—¿Y se puede saber por qué? —arremete con molestia.—Norka, primero, t
************LEONARDO************—Diablos —susurro mientras continúo pensando en los dos problemas que debía resolver—. Aunque no sé qué pueda hacer por Norka —expreso con toda sinceridad, ya que no iba a acceder a poner el avión a su disposición; eso sí era seguro—. Sin embargo, tengo que hacer algo para compensarlo —señalo serio, ya que, de otro modo, sabía que Norka iba a continuar muy molesta."Señor", escucho la voz de mi ama de llaves.—Pasa, Marianita —le pido; y, al instante, la mujer abre la puerta de mi despacho.—¿Señor?—Dime, Mariana...—El señor Max está aquí —me informa.—¿Por qué no pasa?—Porque me preguntó por usted y yo le dije que estaba atendiendo una llamada de la señora Norka en el despacho, así que decidió no molestarlo —precisa amable.—¿Y dónde está? —interrogo curioso al levantarme de mi silla para dirigirme hacia la puerta.—Ahora está en la sala, viendo un poco de televisión y comiendo un sándwich que le preparé —detalla divertida; y yo sonrío ante aquella
************LEONARDO************—En serio que estás bien enamorado de Norka —vuelvo a escuchar la voz de mi amigo; y, ante ello, yo me giro a verlo—. Te has quedado callado después de mi consejo.—No es una decisión tan fácil para mí, Max...—Y yo lo sé, Leonardo; créeme —manifiesta serio—. Sin embargo, tú me pediste un consejo y te lo di pensando en tu bienestar y en el de tus hijos.—¿Qué hay de Norka?—También beneficia a Norka —señala con mucha seguridad—. No creo que ella también esté feliz de vivir con una discusión diferente cada día.—¿No crees que deba intentarlo otra vez?—Creo que ya lo has hecho muchas veces —señala firme—. ¿Qué cambiaría ahora?—Vamos a cumplir diecinueve años de casos, Max...—Los años que sea, Leonardo —contesta serio—. ¿No me digas que, por diecinueve años de casados, vas a sacrificarte en vivir en un matrimonio que, evidentemente, no te hace feliz?—También hemos tenido momentos buenos...—Señala el último que recuerdes —solicita con mucha seriedad—.