* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—¡Vaya! ¡Pero esto es fantástico! —exclama la mujer que me estaba acompañando y, ante su muy efusivo tono de voz y su muy particular y divertida expresión, solo atino a sonreír por ello.—Vamos, pasemos —le pido al haber alzado un poco la voz, puesto que el ruido, en sí, sí estaba muy alto.—Sí, no perdamos más tiempo —expresa muy emocionada, como si realmente, hace mucho, no hubiese estado en un lugar como este.«Bueno, yo tampoco», recuerdo de repente.«A un bar sí, con Max», pero no en una sala de música y baile».—¡Hey! ¡Leonardo! —vuelvo a escuchar la voz de la mujer.—Sí, sí —respondo al despertar de mi corta meditación.—¿Todo bien? —me pregunta… Lorey al mirarme de forma muy curiosa al fruncir su entre cejo.—Sí, todo bien —le contesto y luego, me giro a ver a Braulio—. Braulio, ¿le puedo pedir un favor? —le digo; y este asiente.—Claro, señor Bianchi.—Bien —respondo—. Dejé mi auto en Desa —le i
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—No sé bailar esto —me dice el hombre, muy apenado, cuando hemos llegado hasta la pista de baile.—¡Ay! ¡Pero si ese no es problema! —afirmo muy segura al reír un poco por el gesto del tipo—. ¡Tranquilícese, Leonardo! —le pido divertida; y aquel sonríe apenado al tiempo en que sonríe, agacha su cabeza y comienza a negar con ella.—Es que no sé bailar nada —precisa al levantar su mirada hacia mí otra vez—. De| verdad, nada —precisa preocupado sin desviar su mirada de mí; y, al ver su inseguridad, solo me limito a sonreírle a boca cerrada para transmitirle un poco de seguridad.—Mire a su alrededor —le pido; y este lo hace (al igual que yo)—. ¿Lo ve? —le pregunto al regresar mia tención a él; y él regresa su atención a mí—. Solo gritan y saltan —le preciso relajada—. Aquí no hay nadie calificándote —le preciso al dar un paso hacia él y tomar sus manos con las mías—. Solo disfrute este momento y muévase como quiera —le digo sonriente—. No piense
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Dios! ¡No lo puedo creer! —exclamo cuando termino de tomar mi lugar frente a la barra.—Yo tampoco —me responde el hombre que se había adueñado de la pista mientras trata de controlar su risa.—¡Ese paso del final fue el éxito! —le digo muy divertida; y aquel estalla en risas.—Jamás creí que me caería —señala al seguir riendo; y yo lo sigo.—Y yo jamás creí que tuviera unos pasitos como esos —le respondo sonriente.—Le dije que no sabía bailar —me recuerda cuando está logrando controlar un poco su risa.—Pero tiene MUCHA actitud —enfatizo alegre al tiempo en que, por un instante, desvío mi mirada al hombre de la barra—. Por favor, traiga tequila —le pido.—Dos tequilas en seguida, señorita.—No, no, no, no —le digo al mover mi índice en reprobación—. Tráenos una botella entera —le pido; y este asiente.—En seguida, señorita.—¡De tu mejor tequila! —exclamo; y este vuelve a asentir con su cabeza—. Bueno, bueno —regreso mi atención a Leonardo
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Por ya no más reclamos por una cena! —exclamo efusiva y bebo un trago de tequila directamente de la botella que tenía en mis manos.—¡Por no más… “Leo, no podemos comer pizza”! —exclama mi acompañante, en medio de risas al tratar de imitar (supongo) el tono de voz de su ex esposa, y luego, toma tequila de la botella que él tenía en sus manos.—¡Yo! ¡Yo! ¡Yo tengo una buena! —anuncio divertida—. ¡Por no más… “Esto no es como la comida de mi mami”! —imito la voz de Jake; y después, exploto en risas junto al hombre que brindaba conmigo.—¡Yo tengo una mejor! ¡Yo tengo una mejor! —se ríe y después, toma más tequila.—¡Oiga! ¡Eso es… hip! —el hombre explota en risas; y yo también.—Le… le dije que ya estaba… bebiendo mucho —comenta divertido.—Peeee…ro no lo su ficiente —señalo al tiempo en que me atrevo a llevar la botella de alcohol a mi boca otra vez.—No debería… beber mucho —recomienda al mirarme fijamente y con mucha seriedad, ante lo cual
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—Ah… ah au —articulo a la vez que llevo una de mis manos hasta mi cabeza—. Ay, dios… —me quejo— qué fuerte dolor de cabeza —preciso mientras me remuevo en mi cama—. Esto parece el infieeer… ah, ah, au —me quejo, otra vez, debido a lo fuerte que había hablado—. Dios, qué horrible… —exhalo— esto es… ho – rri – ble —puntualizo al tiempo en que acomodo bien mi cabeza sobre la suave almohada—. Hoy no me levanto —determino firme mientras tomo el edredón y me cubro mucho más; y, así, acostada boca abajo sobre mi cama, decido seguir durmiendo; sin embargo, no lo logro—. Dios, este dolor de cabeza me va a ma - taaaaarr… —sentencio—. Chiara, ¿dónde está Chiara? —me pregunto a punto de llorar, producto de lo mal que me sentía—. Debe estar con Francis y seguro… —suspiro cansada— no querrán que los moleste —señalo con seguridad—. Mejor continúo durmiendo, ya se me… pasará —agrego esperanzada.Ante mi decisión, cierro mis ojos para continuar durmiendo; sin
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *La mujer se había quedado en silencio, al igual que yo. Lo que estaba pasando o, mejor dicho, lo que era bastante evidente que había pasado, nos tomó por sorpresa a ambos. Nunca antes me había sucedido algo así; nunca antes había ido a la cama con una mujer estando ebrio.«Bueno, sí una vez», me recuerda mi subconsciente al tiempo en que revivo, en mi mente, la ocasión en la que Norka y yo habíamos pasado la primera noche juntos después de habernos embriagado.«Mier… da», me reclamo en el acto.«Norka», recuerdo a mi esposa y, en ese instante, comienzo a sentirme culpable, ya que yo, a diferencia de la mujer que estaba en mi habitación…, yo no estaba…—Divorciado —susurro de forma involuntaria; y la mujer (Lorey), se gira a verme.—So… somos adultos —articula algo descolocada—. Somos adultos y… —se cubre mucho más con las sábanas— y ambos estamos divorciados —señala la mujer, un tanto nerviosa—. Bueno… —se aclara la garganta—, en mi caso, solo e
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—Creo que ya debo irme —precisa la mujer cuando hemos logrado calmar nuestras escandalosas risas.—Ah… sí, claro —susurro al seguir mirándola; y ella sonríe.«Hermosa sonrisa», pienso de repente y, de forma involuntaria, sonrío también.—Ah…, ¿dónde podría cambiarme? —me pregunta al hacer un gesto un poco extraño (como si estuviese apenada y divertida a la vez). No sabía cómo describir sus gesticulaciones; eran bastante extrañas, pero… pero le quedaban muy bien—. ¿Leo? —arquea una de sus cejas.—Ah, perdón —le digo al tiempo en que me levanto de mi cama mientras me cubro la parte inferior de mi cuerpo con una de las sábanas—. Usted —la miro fijamente— puede quedarse aquí —le señalo—. Yo iré a la otra habitación a cambiarme —le informo; y aquella asiente.—Muchas gracias —expresa gentil y sonriente.—Bueno, entonces la dejo para que se vista —preciso y, luego de ello, me dirijo hasta mi puerta y giro la perilla para abrirla.Cuando estoy a punto
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Usted se dedica a los negocios, ¿cierto? —me pregunta de pronto.—Sí; es cierto —confirmo su teoría; y ella sonríe.—Siendo sincera, este modo de vestir —mira el clóset—, cada conjunto que hay aquí, pues sí creo que lo ayuda mucho a transmitir que es usted un genio para los negocios y con mucha autoridad —asevera—. Si ese era su objetico, pues, definitivamente, lo logró —manifiesta—. Sin embargo, de por sí, usted transmite mucha seguridad y todo eso que se necesita en el rubro que usted trabaja, así que, desde mi humilde opinión, que no es la de una experta —aclara; y yo sonrío.—Me gustaría escuchar lo que piensa —le digo; y ella sonríe.—Bueno… —suspira al mirarme—, en mi opinión, creo que usted no necesita de algo que lo ayude a transmitir ello, ya que, de por sí, usted mismo lo hace, así que su ropa, según lo poco que lo he conocido, podría variar de cierta manera…—¿Cómo variar? —inquiero curioso.—Pues… —mira todo lo que hay en el clóset otra