* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Dios! ¡No lo puedo creer! —exclamo cuando termino de tomar mi lugar frente a la barra.—Yo tampoco —me responde el hombre que se había adueñado de la pista mientras trata de controlar su risa.—¡Ese paso del final fue el éxito! —le digo muy divertida; y aquel estalla en risas.—Jamás creí que me caería —señala al seguir riendo; y yo lo sigo.—Y yo jamás creí que tuviera unos pasitos como esos —le respondo sonriente.—Le dije que no sabía bailar —me recuerda cuando está logrando controlar un poco su risa.—Pero tiene MUCHA actitud —enfatizo alegre al tiempo en que, por un instante, desvío mi mirada al hombre de la barra—. Por favor, traiga tequila —le pido.—Dos tequilas en seguida, señorita.—No, no, no, no —le digo al mover mi índice en reprobación—. Tráenos una botella entera —le pido; y este asiente.—En seguida, señorita.—¡De tu mejor tequila! —exclamo; y este vuelve a asentir con su cabeza—. Bueno, bueno —regreso mi atención a Leonardo
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Por ya no más reclamos por una cena! —exclamo efusiva y bebo un trago de tequila directamente de la botella que tenía en mis manos.—¡Por no más… “Leo, no podemos comer pizza”! —exclama mi acompañante, en medio de risas al tratar de imitar (supongo) el tono de voz de su ex esposa, y luego, toma tequila de la botella que él tenía en sus manos.—¡Yo! ¡Yo! ¡Yo tengo una buena! —anuncio divertida—. ¡Por no más… “Esto no es como la comida de mi mami”! —imito la voz de Jake; y después, exploto en risas junto al hombre que brindaba conmigo.—¡Yo tengo una mejor! ¡Yo tengo una mejor! —se ríe y después, toma más tequila.—¡Oiga! ¡Eso es… hip! —el hombre explota en risas; y yo también.—Le… le dije que ya estaba… bebiendo mucho —comenta divertido.—Peeee…ro no lo su ficiente —señalo al tiempo en que me atrevo a llevar la botella de alcohol a mi boca otra vez.—No debería… beber mucho —recomienda al mirarme fijamente y con mucha seriedad, ante lo cual
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—Ah… ah au —articulo a la vez que llevo una de mis manos hasta mi cabeza—. Ay, dios… —me quejo— qué fuerte dolor de cabeza —preciso mientras me remuevo en mi cama—. Esto parece el infieeer… ah, ah, au —me quejo, otra vez, debido a lo fuerte que había hablado—. Dios, qué horrible… —exhalo— esto es… ho – rri – ble —puntualizo al tiempo en que acomodo bien mi cabeza sobre la suave almohada—. Hoy no me levanto —determino firme mientras tomo el edredón y me cubro mucho más; y, así, acostada boca abajo sobre mi cama, decido seguir durmiendo; sin embargo, no lo logro—. Dios, este dolor de cabeza me va a ma - taaaaarr… —sentencio—. Chiara, ¿dónde está Chiara? —me pregunto a punto de llorar, producto de lo mal que me sentía—. Debe estar con Francis y seguro… —suspiro cansada— no querrán que los moleste —señalo con seguridad—. Mejor continúo durmiendo, ya se me… pasará —agrego esperanzada.Ante mi decisión, cierro mis ojos para continuar durmiendo; sin
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *La mujer se había quedado en silencio, al igual que yo. Lo que estaba pasando o, mejor dicho, lo que era bastante evidente que había pasado, nos tomó por sorpresa a ambos. Nunca antes me había sucedido algo así; nunca antes había ido a la cama con una mujer estando ebrio.«Bueno, sí una vez», me recuerda mi subconsciente al tiempo en que revivo, en mi mente, la ocasión en la que Norka y yo habíamos pasado la primera noche juntos después de habernos embriagado.«Mier… da», me reclamo en el acto.«Norka», recuerdo a mi esposa y, en ese instante, comienzo a sentirme culpable, ya que yo, a diferencia de la mujer que estaba en mi habitación…, yo no estaba…—Divorciado —susurro de forma involuntaria; y la mujer (Lorey), se gira a verme.—So… somos adultos —articula algo descolocada—. Somos adultos y… —se cubre mucho más con las sábanas— y ambos estamos divorciados —señala la mujer, un tanto nerviosa—. Bueno… —se aclara la garganta—, en mi caso, solo e
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—Creo que ya debo irme —precisa la mujer cuando hemos logrado calmar nuestras escandalosas risas.—Ah… sí, claro —susurro al seguir mirándola; y ella sonríe.«Hermosa sonrisa», pienso de repente y, de forma involuntaria, sonrío también.—Ah…, ¿dónde podría cambiarme? —me pregunta al hacer un gesto un poco extraño (como si estuviese apenada y divertida a la vez). No sabía cómo describir sus gesticulaciones; eran bastante extrañas, pero… pero le quedaban muy bien—. ¿Leo? —arquea una de sus cejas.—Ah, perdón —le digo al tiempo en que me levanto de mi cama mientras me cubro la parte inferior de mi cuerpo con una de las sábanas—. Usted —la miro fijamente— puede quedarse aquí —le señalo—. Yo iré a la otra habitación a cambiarme —le informo; y aquella asiente.—Muchas gracias —expresa gentil y sonriente.—Bueno, entonces la dejo para que se vista —preciso y, luego de ello, me dirijo hasta mi puerta y giro la perilla para abrirla.Cuando estoy a punto
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Usted se dedica a los negocios, ¿cierto? —me pregunta de pronto.—Sí; es cierto —confirmo su teoría; y ella sonríe.—Siendo sincera, este modo de vestir —mira el clóset—, cada conjunto que hay aquí, pues sí creo que lo ayuda mucho a transmitir que es usted un genio para los negocios y con mucha autoridad —asevera—. Si ese era su objetico, pues, definitivamente, lo logró —manifiesta—. Sin embargo, de por sí, usted transmite mucha seguridad y todo eso que se necesita en el rubro que usted trabaja, así que, desde mi humilde opinión, que no es la de una experta —aclara; y yo sonrío.—Me gustaría escuchar lo que piensa —le digo; y ella sonríe.—Bueno… —suspira al mirarme—, en mi opinión, creo que usted no necesita de algo que lo ayude a transmitir ello, ya que, de por sí, usted mismo lo hace, así que su ropa, según lo poco que lo he conocido, podría variar de cierta manera…—¿Cómo variar? —inquiero curioso.—Pues… —mira todo lo que hay en el clóset otra
* * * * * * * * Leo * * * * * * * *—Bueno, creo que ya debemos ir a bañarnos y vestirnos —precisa la mujer al mirarme y, como siempre, sonriente.—Sí, tiene mucha razón —le respondo al perderme en su mirada.—Bieeeen… —alarga suavemente— entonces, ya voy… saliendo —determina al señalar la puerta.—Ah sí —respondo al reaccionar— yo… yo… —me aclaro la garganta— yo también debo irme —señalo un tanto nervioso y no entendía a qué se debía.—Bueno, voy avanzando —indica ella para después darse media vuelta y comenzar a caminar hacia la salida de mi clóset, solo con una toalla envolviendo su cuerpo (toalla que… me dejaba ver la parte superior de su espalda, la cual estaba perfectamente adornada por pecas).Luego de que la mujer saliera del clóset y de que escuchara cómo cierra una puerta (la que imaginó debe ser del baño), yo decido hacer lo mismo que ella: decido abandonar mi clóset para ir a una habitación de huéspedes y bañarme.Cuando llego al cuarto que había elegido, me dirijo rápidam
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—Su casa es muy bonita —le comento mientras salimos a una especie de jardín trasero.—Gracias —responde cordial (pero aun manteniendo aquella seriedad que había mostrado desde que salí de la habitación y lo vi parado afuera de esta, esperándome).—Mi amiga ya me envió la ubicación del hotel y el nombre —le informo; y aquel se gira a verme; y asiente con cordialidad—. Ya pedí un taxi también y… —alargo mientras miro mi móvil— este ya está por llegar en menos de un minuto —le preciso al revisar el tiempo estimado que se marcaba en la pantalla de mi celular.—No la dejaré irse en un taxi, Lorey —contesta el hombre al tiempo en que se detiene; y yo hago lo mismo—. Yo la llevaré a su casa —puntualiza firme.—Aceptaría su propuesta, Leonardo —lo miro fijamente—, pero, desde hace un rato, noto que está usted muy extraño —le confieso; y aquel parece apenarse—. Así que imagino que debe tener algún problema o inconveniente que debe solucionar —menciono—. Si