POV LOREY—¿Señorita? —me vuelve a hablar al intensificar su tono de preocupación—. Señorita —me nombra más serio, pero yo sigo pensando en mi… problema—. ¡Lorey! —escucho, de pronto, mi nombre salir de sus labios al tiempo en que se atreve a tomar uno de mis brazos, pero aquello no me importaba. Sin embargo, lo que sí me importaba y me parecía demasiado extraño, era el hecho de que supiera mi nombre.—¿Perdón? —interrogo confundida— ¿Usted dijo…?—Lorey —repite mi nombre; y de inmediato, me suelto, bruscamente, del agarre de su mano.—¿Cómo sabe mi nombre? —inquiero a la defensiva al mirarlo— Y no me diga que se lo dije en la tienda, ya que recuerdo muy bien no habérselo dicho —advierto seria; y aquel comienza a sonreír —. ¿De qué se ríe?—Tranquilícese —me pide sereno.—No lo voy a hacer ¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre?—Tranquilícese, Lorey. Se está alterando.—¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre? —le vuelvo a preguntar; y aquel exhala de manera pesada para después mirarme,
POV LOREY—¿Este es el bar? —le pregunto con sumo interés; y él asiente.—Sí, este es el bar del que le he hablado —confirma cuando nos hemos detenido frente a un lugar bastante curioso en su diseño.—Bueno… entonces entremos —determino animada; y aquel sonríe.—Bien… pasemos —responde y, sin perder un solo instante más, decidimos entrar.Cuando ingreso al lugar, me quedo asombrada por lo hermoso que es en su interior (muchísimo, pero muchísimo más que el exterior).—Waooo… —articulo más que sorprendida— es verdaderamente hermoso El bar, como en todos, había una barra muy extensa, pero la cual tenía un diseño bastante rústico muy moderno que le daba, a este centro, una especie de aires de familiaridad combinado con elegancia neutra. Por otro lado, las mesas y los sillones que había como asiento, así como las altas bancas de diseño sofisticado, le añadía mucha más elegancia de lo que necesitaba, así como transmitía ser un lugar bastante, pero bastante cómodo y el cual parecía ser per
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡¿Quéeeee?! —interrogo efusivamente al mirar al hombre, muy impresionada; y este se comienza a reír demasiado—. ¡DIOS! ¡ESO ES ALUCINANTE! —exclamo demasiado sorprendida por lo que me había dicho.—Fue hace ya muchos años.—¿Hace cuánto? —le pregunto muy, pero muy interesada.—Hace ya diez años —señala—. Cuando cumplí treinta y ocho años —especifica.—¿Qué? ¿Esa fue una especie de regalo o qué? —le cuestiona aún impactada pro lo que me había dicho.—Sí, fue un regalo de cumpleaños —responde al tiempo en que se termina otra copa de whiskey para, así, comenzar a servirse más de la botella que había pedido.—Pues quien se lo haya dado fue muy creativo o creativa —señalo.—Mi mejor amigo Max pagó mi regalo —me comenta al sonreír mientras se muestra un poco pensativo (como si estuviese recordando el momento).—Pues ese tal amigo Max —articulo y me tomo una pausa para tomar uno de los ocho martinis que el hombre me había pedido—. Mmmm…. Esto está d
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¿De qué se ríe? —le pregunto, entre risas, mientras me dedico a mirarlo con atención—. ¡Es verdad! —exclamo al ver cómo aquel se carcajeaba.—Gracias por el cumplido —precisa cuando se ha tranquilizado un poco.—No es ningún cumplido —contesto de inmediato—. Usted es muy guapo —le señalo al verlo; y este se ríe— ¡Solo mire sus pectorales!! —indico de manera efusiva— ¡Y esos brazos! —agrego al mirarlos con descaro—. Vaya… sí que se ve usted muy fuerte —preciso al arquear una de mis cejas y al empezar a asentir como confirmando lo que decía—. Y ni se diga del rostro que se maneja —manifiesto al tiempo en que dejo la copa vacía que tenía en mis manos, para poder tomar otra más de las que estaban en la barra—. Tiene un rostro muy lindo —señalo—. Su boca, su nariz, todo es lindo, pero…, definitivamente, lo que más resalta de usted es su mirada —le indico; y este sonríe ampliamente—. Tiene una mirada muuuy seductora —expreso con mucha sinceridad—;
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¿Usted no? —le vuelvo a preguntar, de forma curiosa, al ver que se había quedado en silencio y pensativo.—Yo no… —parece dudoso en decirme algo, pero no se anima.—¿Qué pasa, Leonardo? —le pregunto con interés al observarlo de manera atenta.—Ah…, no, no —responde de pronto al tiempo en que sonríe para después, girarse hacia la barra, tomar lo último de whiskey que le quedaba a su copa para, así, comenzar a servirse un poco más.Ante su extraña actitud, ya que el hombre, obviamente, sí tenía algo que decir, pero, al final, decidió no contarme…«Y tiene todo el derecho de no hacerlo», preciso en silencio totalmente relajada.Bueno, solo atiné a no prestarle más atención al asunto.—Salud —le digo para que este se relajara; y creo que lo logro, ya que el hombre se gira hacia mí (con su copa ya llena de whiskey) y…—Salud —me responde animado al tiempo en que choca su copa de whiskey con mi copa de Martini.—De un solo trago todo —le propongo;
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * ** * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—¡Vaya! ¡Pero esto es fantástico! —exclama la mujer que me estaba acompañando y, ante su muy efusivo tono de voz y su muy particular y divertida expresión, solo atino a sonreír por ello.—Vamos, pasemos —le pido al haber alzado un poco la voz, puesto que el ruido, en sí, sí estaba muy alto.—Sí, no perdamos más tiempo —expresa muy emocionada, como si realmente, hace mucho, no hubiese estado en un lugar como este.«Bueno, yo tampoco», recuerdo de repente.«A un bar sí, con Max», pero no en una sala de música y baile».—¡Hey! ¡Leonardo! —vuelvo a escuchar la voz de la mujer.—Sí, sí —respondo al despertar de mi corta meditación.—¿Todo bien? —me pregunta… Lorey al mirarme de forma muy curiosa al fruncir su entre cejo.—Sí, todo bien —le contesto y luego, me giro a ver a Braulio—. Braulio, ¿le puedo pedir un favor? —le digo; y este asiente.—Claro, señor Bianchi.—Bien —respondo—. Dejé mi auto en Desa —le i
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—No sé bailar esto —me dice el hombre, muy apenado, cuando hemos llegado hasta la pista de baile.—¡Ay! ¡Pero si ese no es problema! —afirmo muy segura al reír un poco por el gesto del tipo—. ¡Tranquilícese, Leonardo! —le pido divertida; y aquel sonríe apenado al tiempo en que sonríe, agacha su cabeza y comienza a negar con ella.—Es que no sé bailar nada —precisa al levantar su mirada hacia mí otra vez—. De| verdad, nada —precisa preocupado sin desviar su mirada de mí; y, al ver su inseguridad, solo me limito a sonreírle a boca cerrada para transmitirle un poco de seguridad.—Mire a su alrededor —le pido; y este lo hace (al igual que yo)—. ¿Lo ve? —le pregunto al regresar mia tención a él; y él regresa su atención a mí—. Solo gritan y saltan —le preciso relajada—. Aquí no hay nadie calificándote —le preciso al dar un paso hacia él y tomar sus manos con las mías—. Solo disfrute este momento y muévase como quiera —le digo sonriente—. No piense
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Dios! ¡No lo puedo creer! —exclamo cuando termino de tomar mi lugar frente a la barra.—Yo tampoco —me responde el hombre que se había adueñado de la pista mientras trata de controlar su risa.—¡Ese paso del final fue el éxito! —le digo muy divertida; y aquel estalla en risas.—Jamás creí que me caería —señala al seguir riendo; y yo lo sigo.—Y yo jamás creí que tuviera unos pasitos como esos —le respondo sonriente.—Le dije que no sabía bailar —me recuerda cuando está logrando controlar un poco su risa.—Pero tiene MUCHA actitud —enfatizo alegre al tiempo en que, por un instante, desvío mi mirada al hombre de la barra—. Por favor, traiga tequila —le pido.—Dos tequilas en seguida, señorita.—No, no, no, no —le digo al mover mi índice en reprobación—. Tráenos una botella entera —le pido; y este asiente.—En seguida, señorita.—¡De tu mejor tequila! —exclamo; y este vuelve a asentir con su cabeza—. Bueno, bueno —regreso mi atención a Leonardo