***************LEONARDO****************—¡Casi me olvido de la música! —exclama Lorey cuando hemos llegado a la orilla.Frente a ello, solo sonrío al verla y percibirla un poco más tranquila y, hasta cierto punto, contenta (tal y como yo me sentía).—¿Qué canción pondrás?—Te diría que una en italiano, pero colocaré una de alguien de España.—¿Sabina?—No, Sabina no —niega sonriente—. Él me encanta, pero ahora necesitamos otra...—¿Cuál? —pregunto al verla mientras ella tiene la mirada fija en su celular.—Una de Alejandro Sanz...—Sanz... —repito; y ella levanta su mirada y me sonríe—. ¿Cuál?—Se vende...—¿Qué?—Así se llama la canción: "se vende"—Título curioso...—Es una canción bonita y ahora.... —alarga— la pondré a todo volumen.—Puedes dejar tu móvil en esa roca.—Sí, es lo que haré —precisa y luego, hace lo que le propuse—. ¿Preparado para entrar al agua? —me pregunta con una de sus cejas arqueadas y su acostumbrada sonrisa.—¡Más que listo! —exclamo contento; y ella sonríe
***************LEONARDO****************—¡Todavía no puedo creer que lo haya logrado! —exclama contenta mientras sigue sobre mis pies; yo sonrío feliz al verla que ella también lo estaba.Era muy extraño, pero... era cierto; verla feliz, me hacía feliz y... no podía negarlo.—Estoy muy feliz —expresa de pronto; y yo le vuelvo a sonreír a la vez que me provoca tomar sus mejillas para volver acercarla a mí y besarla; y no me contengo; lo hago.Lorey me corresponde el beso y yo empiezo a saborearla. Juego con su lengua, exploro el interior de su boca con total tranquilidad, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo; sin embargo, la hora seguía avanzando y ya pronto amanecería en Ibiza.—Gracias, Leonardo —susurra nuevamente cuando nos hemos separado.—Nada que agradecer, Lorey —respondo sereno al mirar fijamente; y ella sonríe.—Se supone que deba hacer algo más.—¿Algo más?—Sí —contesta sonriente.—¿Qué cosa?—Mis pies —señala con cierta diversión—. Imagino que los tuyos estarán a pu
***************LEONARDO****************—Ven aquí —le digo al tomar sus piernas y cargarla para llevarla, nuevamente, hacia la zona en al que estábamos.—¿No íbamos por allá? —cuestiona entre pícara y divertida.—Esa roca está muy lejos —señalo ansioso; y ella sonríe ampliamente.—Ten cuidado —me pide; y yo sonrío.—Confía en mí —es lo único que le pido al acelerar mi paso y llegar hasta donde estábamos.—¿Lo haremos aquí? —inquiere seductora al acariciar mis cabellos.—No... —susurro ronco al acercar mi rostro al suyo y juguetear con sus labios y su deseo.—¿Entonces? —articula en un suave murmuro afectado.—Lo haremos aquí —señalo al detenerme al lado de una inmensa roca que estaba dentro del agua.—Me gusta —susurra.—A mí también —señalo grave al recostar su hermoso cuerpo sobre la inmensa roca detrás de ella para después, dedicarme a mirarla fijamente; y ella a mí.—Leonardo... —susurra al recorrer mi rostro con sus suaves dedos.—Lorey —la nombro del mismo modo en que ella me ha
***************LOREY****************Después de habernos entregado otra vez, Leonardo y yo nos quedamos, un momento más, dentro del mar hasta poder recuperar nuestra regular respiración. Ya había pasado el tiempo necesario, así que ya estábamos casi listos como para poder articular otra palabra y terminarla.—¿Más tranquilo? —pregunto sonriente al mirarlo.Leonardo, después de nuestra sesión de coito, había recostado su cabeza entre mis senos desnudos, mientras que yo seguía recostada sobre la inmensa roca y con mis piernas envuelta en su cintura.—Sí, más tranquilo —confirma sonriente al tiempo en que eleva su mirada hacia la mía; y, ante ello, yo reacciono, de manera involuntaria, tocando sus muy alborotados cabellos.—Bien...—susurro muy feliz; y eso era una sensación inevitable en mí, en este momento.Ello debido a que, desde hace mucho tiempo, no recordaba cuán perfecto era el sexo y, sobre todo, el del bueno. Leonardo me había hecho sentir completamente extasiada y complacida; t
***************LOREY****************—El camino es más largo de lo que pensé —preciso sonriente al continuar caminando, pero, cada vez, de manera más lenta, puesto que me sentía muy cansada.—Ya falta poco, Lorey —me dice Leonardo al verme.—¿Cuánto?—Solo diez minutos más como máximo —precisa sereno.—Bien... creo que sí lo puedo lograr —señalo divertida al reír.—Tengo una idea —menciona de pronto.—¿Qué idea? ¿Cuál? —interrogo curiosa cuando aquel se ha detenido y, por ende, yo también, puesto que él tenía sujetada una de mis manos.—Ven —se acerca completamente a mí.—¿Qué cosa? ¿Qué harás?—Voy a cargarte —anuncia natural al colocarse de espalda, delante de mí—. ¡Ven! ¡Sube! —me pide al golpear sus hombros con sus manos.—No, Leonardo —me niego en el acto—. Usted debe estar muy cansado.—Suba, Lorey. La cargaré —enfatiza tranquilo—. Yo estoy bien; puedo cargarla.—No, Leo, puedo caminar —puntualizo firme— De verdad, no te preocupes —le pido algo apenada por pensar en que habré es
***************LOREY****************—Aquí..., aquí, aquí, ¡aquí! —indico emocionada al taxista.—Tranquila, Lorey —me habla Leonardo—. El señor conoce el hotel —precisa divertido al sonreírme.Ante ello, yo me giro a verlo y le sonrío también para luego, darle un beso en sus labios.—Lo siento, pero emociona saber que ya llegamos a mi hotel y que solo me queda caminar hasta el fondo, tomar el ascensor, abrir la puerta de mi departamento y tirarme a mi cama —expreso contenta, con lo cual logro hacerlo sonreír —. ¡Ah, pero eso sí! Una ducha primero —agrego serena; y Leonardo vuelve a sonreír.—Bueno, bajemos —me pide—. Te acompañaré hasta tu departamento —señala para después, girarse a ver al taxista—. ¿Usted cree que pueda esperarme por favor?—Claro que sí, señor —le contesta amigable, el hombre.—Gracias —le responde Leo y luego, regresa su mirada a mí—. Bueno, vamos, bajemos...—Ah..., no, no...—¿Qué pasa? —pregunta extrañado al fruncir su ceño.—Tú también debes estar cansado —pu
************************************************************LEONARDO****************Me sentía extraño e... incómodo, pero no era por ella; no era por la hermosa mujer que estaba a mi lado, sino por mí..., por el hecho de que... estaba compartiendo una cama con una mujer que no era mi esposa.Ya había decidido divorciarme de Norka, pero... aún no era libre, así que... no podía dejar de sentirme peor. Sin embargo, por otra extraña razón, a pesar de que la consciencia me indicaba que ya debía parar con esto, no podía, no quería alejarme; me estaba gustando, todo lo que había vivido en los últimos días, me estaba gustando. Todas estas experiencias estaban siendo fantásticas y tenía miedo.Contarle a Lorey la verdad, en este preciso instante, no era una opción. Tenía que encontrar un mejor momento para decirle que estuvo con un mentiroso hombre casado.Era cobarde, pero no sabía qué más hacer; no quería que esto se terminara, no cuando me había dado cuenta de que, tal vez, por impensable
***************LEO****************Llego a mi casa, después de haber salido de su departamento recién por la noche. Habíamos llegado en la mañana a aquel, pero entre la ducha, la comida, el dormir, el conversar, el volver a hacerla mía...; las horas fueron pasando y yo no me había dado cuenta de ello hasta que vi que el sol se había ocultado.Cuando fui consciente de la hora, me despedí y regresé a mi casa. Ordené a todos que se fueran a descansar y que me dejaran solo. Necesitaba pensar sobre varias cosas, pero lo más importante de todo era eso: mi divorcio.Voy a mi despacho, cierro la puerta y camino hacia la pequeña mesa en la que estaban mis botellas de Whiskey. Ahí, me sirvo uno doble para después ir hacia detrás de mi escritorio y tomar mi lugar. Seguido a ello, inhalo y exhalo profundamente un par de veces para poder aminorar, en mí, el nerviosismo y la tensión que sentía.—Bien... llegó la hora —susurro al tiempo en que tomo mi teléfono y comienzo a marcar el número de la per