***************LEO****************—Gracias por escucharme, Max —expreso con total honestidad.—Leo, eso hacen los amigos —señala firme—; además, me alegró mucho saber que la pasaste bien al lado de Lorey —precisa—. Créeme, estás tomando la mejor decisión de todas.—Eso espero, Max —susurro.—Así es, Leonardo —expresa firme—. Ahora, creo que ya es hora de que te comuniques con Norka.—Sí, eso es lo que iba a hacer —señalo serio—. Y tú también ya debes ir con Clarisse —le recuerdo.—Clarisse ya debió haberse dormido después de los gritos que te di —señala divertido—. Estoy segura de que supo que tardaría —señala con diversión; y yo sonrío.—Dale mis saludos a Clarisse, por favor —indico—. Y también a mi ahijada...—No te preocupes; yo lo hago...—Bien, pues entonces me despido; debo llamar a Norka ya...—Bien, Leonardo —responde—. Me avisas a qué hora llegas a Roma para ver algunos puntos, que considero importantes, sobre lo de tu divorcio —menciona—. Necesito de ti para ello.—Bien, n
***************LEO****************Después de haber llamado a los padres de Norka y que su madre me dijera que estaba durmiendo, me puse a pensar en qué es lo que debería de hacer; y así llegué a la conclusión de que informarle mi decisión por teléfono y pedirle que regresara para conversar (o proponerle que yo viajara a Nueva York para hacer lo mismo), no era la mejor manera.—Señor, ¿necesita algo más? —me pregunta mi ama de llaves.—No, muchas gracias —le contesto gentil al acercarme a ella y darle un beso en su frente.—Que le vaya bien en su viaje, señor...—Muchas gracias, Mariana —expreso sincero.—Sé que no debo meterme, pero ¿regresará a Ibiza nuevamente o desea que enviemos su equipaje a Roma?—No, Mariana —respondo—. Yo pienso a regresar a Ibiza, después de resolver el asunto importante que tengo.—Muy bien, señor; entonces me encargaré de que toda la casa marche bien.—Confío en ti, Mariana —preciso al tomar mi pequeña maleta.—Puedo llamar a alguien para que lleve su equi
***************LEO****************—Norka....—¡Ya hablé, Leonardo! —me interrumpe—. ¡No pienso volver! —recalca—. Yo te lo advertí. ¡Te dije que era una idea absurda separarnos tres meses! —exclama—, así que, digas lo que digas, ¡no pienso volver a Roma ahora! Yo te dije que...—¡Ya, Norka! ¡Silencio! —exclamo exasperado—. ¡Ya no soporto que discutamos y peleemos como si no hubiesen otras formas de conversar sobre nuestros problemas! —preciso exaltado—. ¡Y no! ¡No te estoy llamando para que vuelvas y continuemos con nuestro matrimonio! ¡Y sí! ¡Pedirte tres meses de separación fue absurdo! PERO FUE ABSURDO PORQUE NO NECESITÁBAMOS, NI SIQUIERA, DE UN SOLO DÍA PARA SABER QUÉ ES LO MEJOR PARA AMBOS —preciso—. ¡PORQUE YA ERA MÁS QUE EVIDENTE LO QUE DEBÍAMOS HACER; SIN EMBARGO... NO ENTIENDO CÓMO ES QUE NO NOS HABÍAMOS DADO CUENTA! —sentencio al dejar de habalr para poder tranquilizarme un poco, puesto que me había exaltado más de lo que pretendí; de hecho, nunca antes había gritdo de esta
***************LEO****************—¡No! ¡claro que no! ¡Tú no puedes estar diciendo eso! ¡Y mucho menos puedes hacerlo!—¡Norka, ya! ¡Silencio por favor! —exclamo muy fuerte—¡Silencio? ¿¡Silencio?! —se exaspera mucho más— ¿Cómo me pides que guarde silencio si acabas de amenazarme con quitarme a mis hijos?! —reclama entre gritos.—¡Yo no he hecho eso! —refuto al instante, con mucha seguridad.—¡¿Ah no?! —replica— ¡¿Entonces cómo se le llama a lo que acabas de hacer?! —pregunta mucho más exaltada.—Solo te dije que haría valer mis derechos de padre —aclaro—. Yo no quiero llegar a juicios por las custodias de nuestros hijos —señalo firme—, pero si tú amenazas con quedarte con la custodia completa, entonces yo haré lo propio —determino firme—. No pienso que nadie me quite a mis hijos —señalo serio, tratando de mantener la calma, pero, por alguna razón, me era imposible hacerlo.—Los quieres alejar de mí —señala de pronto.—Yo no quiero eso, Norka —manifiesto con la respiración agitada,
***************LEO****************—No..., no, no, no, no, no, no —articulo frustrado al escuchar que ha dado por terminada nuestra llamada— ¡NO! —exclamo al hacer un puño con mi mano y golpear, levemente, la puerta de salida de mi sala.Tenía tanta rabia como frustración, pero no quería dejarme llevar por aquellas, así que solo me limito a cerrar los ojos, llevar mi cabeza para atrás y respirar profundamente muchas veces.—No... —pronuncio al llevar mis manos hasta mi nuca y apretarla para después, abrir mis ojos y disponerme a hacer lo que debía hacer.Salgo de mi sala por completo y me dirijo a mi auto, ahí, mi chofer me esperaba, así como mi ama de llaves. Yo me despido rápidamente de la mujer y luego, subo a la camioneta para ir rumbo al aeropuerto.Tenía planeado ir a Roma y después, por la mañana, salir a Nueva York. Había comprado el primer vuelo para aquella ciudad; sin embargo, ahora no servía de nada. Conocía a Norka y sabía que si me había dicho eso, lo iba a cumplir sin d
***************LEO****************No había pasado mucho tiempo desde que había llamado a mi mejor amigo y él ya estaba en mi departamento. Había venido en pijama (fiel a su estilo, cada vez que había una emergencia).—Te agradezco por venir, Max —expreso sincero, al tiempo en que ambos caminamos en dirección a la pequeña oficina que tenía en aquel lugar que era mi escondite cuando quería desaparecer para todos.—No te preocupes, Leo —responde sereno al haber llegado a la puerta de mi oficina.Yo la abro, dejo que Max pase primero y después, entro yo y vuelvo a cerrar aquella puerta.—Siéntate —le pido a la vez que yo hago lo mismo en un sofá que estaba en este compartimento del departamento.—Gracias...—¿Algo de tomar?—Leche —pide; y yo sonrío—. AL igual que tú —señala serio, de manera repentina, al señalar, con su índice, la copa de whiskey que tenía en mi mano derecha.—Necesito de esta copa —expreso sincero; y él niega con su cabeza.—Deja de tomar eso y ve a traer dos vasos de
***************LEO****************—Si tienes sueño, puedes ir a dormir a mi habitación —le digo a mi amigo al mirarlo.—No, no te preocupes, regresaré a mi casa.—No, yo te llevaré —manifiesto tajante; y él sonríe.—Bueno, mejor nos quedamos. Se nota que tú estás cansado y que necesitas dormir —señala serio al mirarme.—Solo estoy preocupado; por eso no puedo dormir —explico; y él sonríe.—Relájate, Leonardo. Todo va a salir bien; te prometo que tendrás la custodia compartida de tus hijos.—Yo, de verdad, espero eso, Max...—Y así será —manifiesta firme—. Cree en mí —añade; y yo asiento con mi cabeza en su dirección.—Max...—Dime...—¿Crees que sí deba iniciar con los papeles sin hablar con Norka antes?—Por favor, no me digas que ya quieres cambiar de parecer —parece suplicar, lo cual me parece divertido y, de alguna manera, me hace sentir algo apenado.—No es que no quiera seguir tu consejo, Max, pero...—Y ahí vamos —articula como cansado al observarme— Un "pero" otra vez.—Max,
***************LEO****************—Te has quedado muy pensativo —comenta mi amigo.—Me quedé pensando en qué es lo que debería hacer —manifiesto al mirarlo.—Leonardo —habla seriamente al mirarme de manera directa—, en serio, ¿tú crees que yo te diría vete a Ibiza y estate con Lorey, si supiera que, con ello, perderías la custodia de tus hijos? —pregunta neutral.—No, Max..., claro que no —expreso sincero—. Nos conocemos hace muchos años...—Hemos crecido juntos, Leonardo...—Somos hermanos —enfatizo; y él asiente.—No te daría un consejo que, como consecuencia, fuese el perder la patria potestad de tus hijos —aclara—. Si te digo que vayas a Ibiza es porque sé que puedo manejar una situación en la que tú fueras descubierto siéndole infiel a Norka —señala serio—. No me siento orgulloso de decirlo —ríe ligeramente—, pero también sé todo lo que hay detrás.—¿A qué te refieres?—A que durante la llamada que tuvimos, por la forma en la que me contaste todo lo que había pasado entre Lorey