***************LEO****************—No..., no, no, no, no, no, no —articulo frustrado al escuchar que ha dado por terminada nuestra llamada— ¡NO! —exclamo al hacer un puño con mi mano y golpear, levemente, la puerta de salida de mi sala.Tenía tanta rabia como frustración, pero no quería dejarme llevar por aquellas, así que solo me limito a cerrar los ojos, llevar mi cabeza para atrás y respirar profundamente muchas veces.—No... —pronuncio al llevar mis manos hasta mi nuca y apretarla para después, abrir mis ojos y disponerme a hacer lo que debía hacer.Salgo de mi sala por completo y me dirijo a mi auto, ahí, mi chofer me esperaba, así como mi ama de llaves. Yo me despido rápidamente de la mujer y luego, subo a la camioneta para ir rumbo al aeropuerto.Tenía planeado ir a Roma y después, por la mañana, salir a Nueva York. Había comprado el primer vuelo para aquella ciudad; sin embargo, ahora no servía de nada. Conocía a Norka y sabía que si me había dicho eso, lo iba a cumplir sin d
***************LEO****************No había pasado mucho tiempo desde que había llamado a mi mejor amigo y él ya estaba en mi departamento. Había venido en pijama (fiel a su estilo, cada vez que había una emergencia).—Te agradezco por venir, Max —expreso sincero, al tiempo en que ambos caminamos en dirección a la pequeña oficina que tenía en aquel lugar que era mi escondite cuando quería desaparecer para todos.—No te preocupes, Leo —responde sereno al haber llegado a la puerta de mi oficina.Yo la abro, dejo que Max pase primero y después, entro yo y vuelvo a cerrar aquella puerta.—Siéntate —le pido a la vez que yo hago lo mismo en un sofá que estaba en este compartimento del departamento.—Gracias...—¿Algo de tomar?—Leche —pide; y yo sonrío—. AL igual que tú —señala serio, de manera repentina, al señalar, con su índice, la copa de whiskey que tenía en mi mano derecha.—Necesito de esta copa —expreso sincero; y él niega con su cabeza.—Deja de tomar eso y ve a traer dos vasos de
***************LEO****************—Si tienes sueño, puedes ir a dormir a mi habitación —le digo a mi amigo al mirarlo.—No, no te preocupes, regresaré a mi casa.—No, yo te llevaré —manifiesto tajante; y él sonríe.—Bueno, mejor nos quedamos. Se nota que tú estás cansado y que necesitas dormir —señala serio al mirarme.—Solo estoy preocupado; por eso no puedo dormir —explico; y él sonríe.—Relájate, Leonardo. Todo va a salir bien; te prometo que tendrás la custodia compartida de tus hijos.—Yo, de verdad, espero eso, Max...—Y así será —manifiesta firme—. Cree en mí —añade; y yo asiento con mi cabeza en su dirección.—Max...—Dime...—¿Crees que sí deba iniciar con los papeles sin hablar con Norka antes?—Por favor, no me digas que ya quieres cambiar de parecer —parece suplicar, lo cual me parece divertido y, de alguna manera, me hace sentir algo apenado.—No es que no quiera seguir tu consejo, Max, pero...—Y ahí vamos —articula como cansado al observarme— Un "pero" otra vez.—Max,
***************LEO****************—Te has quedado muy pensativo —comenta mi amigo.—Me quedé pensando en qué es lo que debería hacer —manifiesto al mirarlo.—Leonardo —habla seriamente al mirarme de manera directa—, en serio, ¿tú crees que yo te diría vete a Ibiza y estate con Lorey, si supiera que, con ello, perderías la custodia de tus hijos? —pregunta neutral.—No, Max..., claro que no —expreso sincero—. Nos conocemos hace muchos años...—Hemos crecido juntos, Leonardo...—Somos hermanos —enfatizo; y él asiente.—No te daría un consejo que, como consecuencia, fuese el perder la patria potestad de tus hijos —aclara—. Si te digo que vayas a Ibiza es porque sé que puedo manejar una situación en la que tú fueras descubierto siéndole infiel a Norka —señala serio—. No me siento orgulloso de decirlo —ríe ligeramente—, pero también sé todo lo que hay detrás.—¿A qué te refieres?—A que durante la llamada que tuvimos, por la forma en la que me contaste todo lo que había pasado entre Lorey
***************LEO****************—¿Estás seguro de que no perderé a mis hijos? —pregunto de manera insistente.—¿Cuándo te he fallado? —me responde Max con una pregunta.—Lo siento; no es por desconfiar de ti, pero este tema de las custodias y la amenaza de Norka me han puesto muy nervioso —señalo serio.—Lo sé; es natural; no te preocupes.—Gracias por comprender, Max...—Para eso estoy, Leonardo —señala relajado al bostezar—. Para escuchar las tonterías que haces y aconsejarte para que no pierdas otra oportunidad y, quizás, la última, en el amor —enfatiza firme.—Tienes razón en lo que has dicho —manifiesto serio—. Pero... si regreso a Ibiza, no es por el miedo a no tener otra oportunidad en el amor.—¿Entonces?—Es porque esa oportunidad no sea con Lorey —señalo de pronto; y Max comienza a reírse.—Y ahí va aflorando el Leo romántico que siempre he conocido —precisa con mucha diversión al continuar riendo—. Entonces... ¿regresarás a Ibiza?—Sí, regresaré a Ibiza.—¿Después de eso
***************LOREY****************—¿Por qué no dejas de mirar tu celular y lo llamas? —interroga Chiara, al mirarme fijamente.—Tal vez esté ocupado; no quiero interrumpirlo y, mucho menos, quiero que piense que lo estoy presionando con algo, ya que, si lo recuerdas, no somos... ¿nada?—Lorey, se cuentan sus miedos, pasan una velada romántica en un lugar especial para él, toda una tarde juntos en tu cama... ¿y me dices que no son nada? —interroga al alzar una de sus cejas, mientras toma el control de la tv para apagarla—. Llámalo, Lorey —me anima—. Si está ocupado, le dices que pueden hablar en otro momento y se termina la llamada, ¿cuál es el problema?—¿Qué tal si está en una reunión y termino por ser imprudente al llamarlo?—¿Y qué tal si no lo está?—No lo sé, Chiara. A penas han pasado dos días desde que se fue-—¿Y en cuánto tiempo dijo que estaría por aquí?—Me dijo que no tenía fecha exacta.—Mmmm... entiendo —articula—. De todas maneras, llámalo si eso es lo que quieres, L
***************LOREY****************—¿Ya desayunó?—Creí que íbamos a tratarnos de "tú" —me recuerda—. Siempre eres la que me lo recuerda —agrega; y yo sonrío al tiempo en que me permito soltar un largo suspiro.—¿Ya desayunaste? —susurro sin perder la sonrisa.—Sí, ya lo hice —contesta—. ¿Y tú?—Yo también; desayuné temprano junto a Chiara y Francis —comento—. Fuimos a un restaurante llamado Terrazas, no sé si lo conozcas.—Es uno de mis preferidos; la comida es deliciosa y el ambiente es fresco.—Sí, es lo mismo que pensé yo. Todo estuvo delicioso.—Espero que hayas probado su desayuno especial...—¡Sí! ¡Probé ese! —comento emocionada al reír ligeramente—. Los del propio restaurante lo recomiendan, así que... esa fue mi orden.—Es tal vez, uno de los mejores desayunos que puedan existir.—Sirven muchas cosas, yo creí que iba a ser algo sencillo.—¿Terminaste todo?—No, la verdad es que no; dejé mucho —manifiesto divertida; y escucho a Leonardo reír—. ¿Qué harás hoy? —cuestiono de r
***************LOREY****************—Sabía que el italiano ese te gustaba mucho, pero jamás imaginé que tanto —comenta mi amiga, muy divertida, mientras que yo solo me limitaba en terminar de colocarme los aretes que había elegido lucir.—¿Ya pediste el taxi? —le pregunto algo ansiosa; y yo la escucho reír.—Sí, el taxi del hotel ya te está esperando —precisa—. Pero relájate, no creo que haya llegado aún.—Chiara, él ya debe estar llegando al aeropuerto —señalo—. Dijo que llegaría a las nueve y solo faltan diez minutos —señalo—. No entiendo cómo es que me quedé dormida —expreso algo frustrada por ello.—Lorey, tranquila...—Le dije que lo iría a recoger; fue una especie de compromiso y yo no falto a mis compromisos —aclaro firme y seria.—Sí, claro —responde mi amiga, algo irónica—. Nunca faltas a tus compromisos y menos cuando estos incluyen a un guapo italiano de metro noventa que parece ser el sex symbol de su país, a pesar de los años que se maneja —detalla—. Por cierto, Leonardo