***************LOREY****************—Sabía que el italiano ese te gustaba mucho, pero jamás imaginé que tanto —comenta mi amiga, muy divertida, mientras que yo solo me limitaba en terminar de colocarme los aretes que había elegido lucir.—¿Ya pediste el taxi? —le pregunto algo ansiosa; y yo la escucho reír.—Sí, el taxi del hotel ya te está esperando —precisa—. Pero relájate, no creo que haya llegado aún.—Chiara, él ya debe estar llegando al aeropuerto —señalo—. Dijo que llegaría a las nueve y solo faltan diez minutos —señalo—. No entiendo cómo es que me quedé dormida —expreso algo frustrada por ello.—Lorey, tranquila...—Le dije que lo iría a recoger; fue una especie de compromiso y yo no falto a mis compromisos —aclaro firme y seria.—Sí, claro —responde mi amiga, algo irónica—. Nunca faltas a tus compromisos y menos cuando estos incluyen a un guapo italiano de metro noventa que parece ser el sex symbol de su país, a pesar de los años que se maneja —detalla—. Por cierto, Leonardo
***************LOREY****************Continuamos observándonos hasta que, por fin, mi cuerpo decide reaccionar y así, paso a paso, comienzo a caminar hasta él, sin desviar mi mirada de la suya. Leonardo hace lo mismo y, mientras más nos acercábamos, más acelerábamos nuestros pasos al tiempo en que nuestras sonrisas se iban ensanchando.Después de unos largos y tortuosos segundos, me encuentro a casi nada de distancia de él cuando, de pronto, siento chocar con alguien y, casi casi, me caiga de no ser por...—¡Te tengo! —exclama el bello hombre de ojos cautivadores y manos fuertes (las cuales había colocado en mi cintura)—. Te tengo —repite con serenidad al comenzar a erguirme hasta ponerme de pie y quedar frente a frente.Cuando estamos así, uno frente al otro, ambos nos quedamos mirando de manera muy fija nuevamente y, segundos después, nuestras sonrisas se vuelven a formar.—Leonardo... —susurro su nombre; y él sonríe para después, acortar la distancia entre ambos y elevar sus manos
***************LOREY****************Después de habernos dados beso que, hasta cierto punto, pudieron parecer indiscretos en el aeropuerto, Leonardo y yo salimos de aquel para ir rumbo a su casa, puesto que él tenía que dejar sus maletas. Al llegar a su propiedad, en un taxi, él ingresó y, en la puerta, lo esperaba una mujer, quien, extrañamente, me miró muy sorprendida. Supuse que me regaló esa mirada, debido a que, tal vez, Leonardo no solía llevar muchas mujeres a su casa (lo cual, tenía que admitir, aquella hipótesis me encantaba); sin embargo, también habían otras opciones como... el que Leonardo tuviera una pareja y yo no fuese más que la otra, pero aquella idea la descarté automáticamente, puesto que él no era así y, aparte, no creo que ningún hombre lleve a su amante al mismo lugar en el que viva con su esposa o, en este caso, en el que solía pasar vacaciones.Después de unos minutos de haber llegado, me di cuenta de que había empezado a hacer hipótesis tontas, así que decidí
***************LOREY****************—¡No! ¡No, Leonardo! ¡No! —le pido al alejarme de él y empezar a correr para que no me alcanzara.Después de haber hecho el amor en su cama, él y yo salimos a comer y recorrer un poco la ciudad y, finalmente, decidimos ir a la playa, otra vez, pero, en esta ocasión, solo para realizar una corta caminata (la cual se estaba convirtiendo en la más divertida de toda mi vida)—¡TE TENGO! —grita fuerte al tiempo en que siento sus manos rodear mi cintura (Desde atrás) y así... levantarme del suelo.—¡LEONARDO! —me quejo entre risas al tiempo en que pataleo un poco para soltarme de su agarre, pero él no lo permite.—Me debe esta, señorita, Honney —es lo único que se limita a decir, a la vez que ríe al igual que yo.—¡LEO! ¡YA! —pido al continuar riendo.—OH NO..., NO LO HARÉ —sentencia tajante; y aquello me provoca reír mucho más.—¡Leo! ¡Solo fue un poco de helado! —me quejo infantil; y aquello provoca que el guapo hombre que me había elevado, ría mucho m
***************LOREY****************—Sí, por favor —le digo a la amable señora que nos estaba atendiendo—. Dos de limón —especifico; y ella me sonríe para después, disponerse a preparar mi pedido.—No tenías por qué hacerlo —susurra el guapo italiano, que estaba conmigo, y el cual me abrazaba por detrás mientras dejaba suaves caricias con su nariz a lo largo de mi cuello.—Claro que tenía que hacerlo. Yo... no te dejé disfrutar de tu helado.—Bueno... —susurra sereno al exhalar, de manera tranquila, sobre mi cuello—, en todo caso, no tenías por qué pedir limón si no te gustaba —agrega; y yo sonrío.—Ya te dije —contesto relajada—. El limón es, desde ahora, mi sabor de helado favorito.—Lorey, me resulta muy halagador el que se haya convertido en tu favorito porque lo probaste de mi boca, pero... no te quiero obligar a tomar un sabor que no te gusta —precisa serio al apegarme más a su cuerpo.—Leonardo, tranquillo —le pido al llevar una mano hasta su cuello y al girar mi cabeza un poc
******************************continuación del flasback**********LOREY***********—¿Qué? —articulo incrédula, nerviosa y temerosa al mismo tiempo.—No puedo creerlo —empieza a negar con la cabeza—. Ni para eso eres buena —me reclama algo exaltado, para después terminar de beber toda su copa de licor en un solo trago—. Ven... —articula de pronto, al acercarse a mí, tomar mi brazo, algo brusco, y después, solo comienza a dirigirme escaleras arriba.—Jake..., ¿qué pasa? —pregunto miedosa al tratar de seguir su paso; sin embargo, aquel estaba subiendo muy rápido los escalones, lo cual produce que yo trastabille y casi caiga; no obstante, el me sostiene con cierta rudeza para evitar que ello sucediera y, así, continuar con nuestro camino a nuestra habitación—. Jake..., un poco más lento —le pido algo adolorida.—¿Más lento? ¿Más lento? —reclama—. ¡Es tarde, Lorey! ¡Y debes cambiarte todavía! —pronuncia de forma sorpresiva.—Pero, Jake..., yo ya estoy cambiada —le recuerdo; y aquel empiez
***************LEO****************—Lorey —articulo su nombre, al mirarla muy preocupado—. Lorey, responde —le pido al ver que aquella no reaccionaba a mi llamado—. LOREY —la nombro más fuerte y, recién en ese momento, parece despertar de sus pensamientos—. Lorey... —llevo mis manos a su fino rostro y comienzo a limpiar sus lágrimas, bajo su atenta mirada (la cual es de extrañeza).—Leo... —susurra mi nombre y, después de eso, se lanza a mi pecho y comienza a llorar sobre él.Yo, mucho más preocupado y angustiado, solo me limito a envolverla con mis brazos, muy fuerte, para después cargarla hasta llevarla a una de las bancas del solitario parque en el que estábamos y, ahí, empiezo a consolarla.Paso muchos minutos, sobando su espalda y acariciando sus brazos con suavidad, a la vez que me pregunto el por qué se había puesto a llorar ahora.«No recuerdo haber dicho nada ofensivo», me digo algo confuso al recordar cada una de mis palabras.«Solo el dije lo del espejo, pero... no sé si el
***************LEO****************Termino de escuchar todo lo que Lorey acababa de contarme y solo sabía algo. Sabía que tenía ganas de tener a ese tipo frente a mí y golpearlo por todo lo que le había hecho a la hermosa mujer, que se había hecho dueña de mi corazón y de mis pensamientos en tan poco tiempo.No podía entender cómo alguien podía ser tan cobarde para hacerle eso a una mujer. Detestaba cuando le levantaba la voz a Norka..., me sentía un completo cobarde y mal esposo. No me imagino cómo me hubiese sentido si tan solo me atrevía a tocarla de la manera en la que el cobarde ex esposo de Lorey lo había hecho con ella, aunque, como ella lo había dicho... las palabras e insultos de aquel fueron lo que más daño le hicieron; y Lorey lo reconoce.—Y no me di cuenta del daño que yo me hacía permaneciendo en esa casa, tratando de salvar algo que, desde hace años atrás, ya estaba muerto —señala muy triste, al tiempo en que las lágrimas brotando de sus ojos sin que ella las pudiera co