***************LOREY****************Llegamos al tercer piso y nos dirigimos hasta el fondo del pasillo derecho; luego, tomamos el pequeño pasillo de la izquierda y, al final de aquel, hay una puerta blanca. Leonardo gira la perilla de esta y la abre completamente.—Pasa —me pide sereno; y yo lo obedezco.Paso a esta y, cuando estoy en el interior, me doy cuenta de que es una especie de salita. Había un sofá, una pequeña mesa de centro frente aquel y una TV, así como un equipo de sonido. Por otro lado, también había dos puertas: una frente a mí y la otra, al lado izquierdo. Ante ello, observo a Leonardo, quien se ha acercado a la pared derecha y, de ahí (de una especie de caja fuerte) saca una pequeña llave; y eso me parece bastante curioso.Después de eso, aquel cierra su caja fuerte y se dirige hacia la puerta que estaba al frente de donde yo estaba e introduce la llave que acaba de sacar en ella.—Ven, Lorey —me pide; y yo me acerco a él y me coloco a su lado.—¿Seguro que quieres
***************LOREY****************—Ven, siéntate aquí, un momento —me pide al llevarme hasta su cama.—Te siento un poco misterioso —señalo en un leve y seductor tono de voz, al tiempo en que voy liberando su mano, lentamente, para que él se dirigiese a un rincón de su habitación (justo donde había una especie de armario).Abre las puertas de aquel y, de su interior, saca un enorme objeto cubierto por una sábana blanca y lo trae hasta donde estaba yo y lo recuesta sobre la pared en la que estaba apoyada la cabecera de su cama.—¿Qué es eso? —pregunto algo insegura y, de pronto, Leonardo descubre el objeto para así... poderme dejar ver un enorme y muy peculiar espejo.—Mmm... lindo espejo —susurro algo extrañada y... un tanto desanimada.Al notar ello, Leonardo se acerca a mí y toma lugar a mi lado.—Leonardo...—Te hice una pregunta, esta noche, cuando estábamos en el parque —precisa de pronto, al interrumpirme.—Leo...—No me contestaste, Lorey —señala en un susurro, al tiempo en
***************LOREY****************—Leo..., ¿qué haces? —cuestiono, algo nerviosa, cuando él se ha terminado de colocar bien detrás de mí y... ha empezado a desabrochar mi brasier—. Leo... —murmuro con la voz un poco temblorosa al tiempo que, de forma involuntaria, llevo mis manos a mis pechos para poder cubrirlos ni bien él deslice mi brasier...—Lorey... —musita en mi oído, de manera muy provocativa; y ello provoca que mi cuerpo se estremezca hasta el punto de cerrar mis ojos para poder disfrutar, también, del roce de sus fuertes dedos sobre mi piel... en aquella zona que, al igual que siempre, reaccionaba de manera inmediata a sus estímulos.—Leo...—Lorey..., eres... eres hermosa, Lorey Honney...—Leonardo —articulo más nerviosa, al sentir cómo aquel ha terminado de quitarme, por completo, mi brasier para después—. Oh... —un muy suave y entrecortado gemido abandona mi boca cuando comienzo a sentir sus manos empezar a acariciar mis senos—. Leo...—Abre tus ojos, Lorey —me pide, p
***************LOREY****************Después de aquel beso apasionado que le regalé a Leo, le siguieron muchos otros más hasta que así, como por arte de magia, terminamos en su cama para comenzar a desnudarnos. Bueno, en mi caso, solo me faltaba deshacerme de mi tanga; sin embargo, él..., él aún estaba demasiado vestido.—Tienes mucha ropa, Leo —susurro al mirarlo con intensidad; y él me sonríe.—Entones me desnudaré para usted, señorita Honney —señala cual caballero (lo cual me hace sonreír de una manera boba) y, después de eso, él se coloca y se arrodilla entre mis piernas.En aquella posición, Leonardo empieza a quitar la camisa con suma lentitud, ante mi muy lujuriosa mirada, la cual también estaba cargada de mucho amor hacia él.—Déjame ayudarte... —susurro al sentarme y quedar frente a frente.—Te noto ansiosa —susurra ronco al esconder su rostro en mi cuello y besarlo.—Siempre... —respondo al desabotonar el tercer botón de su camisa.—Yo también, siempre —señala y, en ese inst
***************LOREY****************Nunca antes me había sentido tan complacida; de eso estaba completa y absolutamente segura. Luego de la bella confesión de amor del hombre con el que estaba compartiendo la cama y el cual me tenía abrazada mientras que yo aprovechaba en reposar mi cabeza sobre su tonificado y cálido pecho; nosotros... solo nos dispusimos a hacer el amor mientras nos repetíamos lo que sentíamos el uno por el otro y, tenía que admitirlo, me alegraba INMENSAMENTE ser correspondida del mismo modo por él.Yo lo amaba y... no sé si estaba muy enamorada, pero... también creía en lo que me había dicho; lo creo..., le creo y... no tengo intención alguna de dudar de sus palabras y sentimientos, puesto que sabía que él era sincero, era un hombre distinto a los demás; Leonardo Stefano Giuseppe Bianchi Rossi... era...(Sonrío como una tonta)Leonardo era especial.—¿Por qué sonríes? —pregunta curioso, en un sereno susurro.—En ti —confieso al llevar una de mis manos a su rostro
***************LOREY****************—Me emocionaaa... Hace mucho no salíamos a dar un paseo juntas —señala Chiara mientras termina de colocarse labial frente al espejo de mi tocador.—Lamento ser una ingrata —expreso verdaderamente sincera.Ya habían pasado tres semanas desde que Leonardo había regresado a Ibiza y tenía que admitir que, prácticamente, paraba todo el tiempo con él. Pasaba tiempo con Chiara; sin embargo, este no era tanto como el que estaba pasando con Leonardo.—No te preocupes —señala sonriente al girarse a verme—. Yo estoy muy feliz por ti —expresa muy honesta—. Me alegra que hayas decidido darte la oportunidad de conocer a alguien más...—No creí que lo intentaría tan pronto, ¿sabes?—Y eso es lo mejor de todo —manifiesta mi amiga al acercase a mí—. Que no esperaste mucho, que no sufriste por Jake como pensé que lo harías, ya que, para ser totalmente honesta contigo, Lorey —me mira fijamente—, ese hombre no valió ni una sola lágrima que derramaste por él —sentencia
***************LEO****************Llego a mi casa con mis tres hijos y mis padres; y lo primero que hacemos es ir hasta la terraza que estaba adjunta a la sala. Al llegar a aquel, mis hijos se sientan en las sillas que habían, así como mis padres lo hacen.—Iré a pedirle a Mariana que nos prepare algo especial —le comunico a mi familia.—Gracias, amor —me dice mi madre, de manera muy tierna, y yo le sonrío.—Chicos, ¿ustedes quieren algo?—Un jugo de moras, papá —me pide Luciano.—Que sean dos, papá, por favor —señala Franco.—Claro, cariño —le sonrío; y luego, desvío mi mirada a Fabrizio—. ¿Tú Fabri? ¿Qué deseas?—Za... zanahoria —me contesta algo tímido; y yo le sonrío ampliamente.—Claro que sí... zanahoria —repito sereno— y... ¿con beterraga? —añado de pronto; y él me sonríe contento al tiempo en que asiente con su cabeza—. ¡Bien! ¡ya les traigo sus jugos! ¿Papá, mamá? ¿Ustedes desean algo en especial?—Un té, no tan caliente, a temperatura ambiente —precisa—. Tal vez, un poquito
***************LEO****************Después de haber preparado las bebidas para mi familia, regresé a ellos y se las entregué. Luego de eso, solo nos dedicamos a disfrutar de una buena charla (la cual se extendió demasiado, pero la que tuvimos que cortar para que ellos fuesen a ducharse).Cuando terminaron de tomar un baño, bajaron nuevamente a la sala y después, nos dirigimos al comedor, donde todos tomamos nuestros lugares para empezar a disfrutar de los deliciosos platillos que no habían preparado.—Todo ha estado delicioso, como siempre, Marianita —precisa Luciano a mi ama de llaves.—Me alegra mucho que le haya gustado, joven Luciano —le responde la mujer; y mi hijo le sonríe.—Gracias por preparar mi plato favorito, Marianita...—Ha sido un placer, joven Franco—Muero por saber que nos has preparado de postre —señala de pronto, mi hijo de quince años.—De inmediato, serviremos el postre —anuncia mi ama de llaves para después darse media vuelta e ir a la cocina.—Papá, había olvid