***************LOREY****************Nunca antes me había sentido tan complacida; de eso estaba completa y absolutamente segura. Luego de la bella confesión de amor del hombre con el que estaba compartiendo la cama y el cual me tenía abrazada mientras que yo aprovechaba en reposar mi cabeza sobre su tonificado y cálido pecho; nosotros... solo nos dispusimos a hacer el amor mientras nos repetíamos lo que sentíamos el uno por el otro y, tenía que admitirlo, me alegraba INMENSAMENTE ser correspondida del mismo modo por él.Yo lo amaba y... no sé si estaba muy enamorada, pero... también creía en lo que me había dicho; lo creo..., le creo y... no tengo intención alguna de dudar de sus palabras y sentimientos, puesto que sabía que él era sincero, era un hombre distinto a los demás; Leonardo Stefano Giuseppe Bianchi Rossi... era...(Sonrío como una tonta)Leonardo era especial.—¿Por qué sonríes? —pregunta curioso, en un sereno susurro.—En ti —confieso al llevar una de mis manos a su rostro
***************LOREY****************—Me emocionaaa... Hace mucho no salíamos a dar un paseo juntas —señala Chiara mientras termina de colocarse labial frente al espejo de mi tocador.—Lamento ser una ingrata —expreso verdaderamente sincera.Ya habían pasado tres semanas desde que Leonardo había regresado a Ibiza y tenía que admitir que, prácticamente, paraba todo el tiempo con él. Pasaba tiempo con Chiara; sin embargo, este no era tanto como el que estaba pasando con Leonardo.—No te preocupes —señala sonriente al girarse a verme—. Yo estoy muy feliz por ti —expresa muy honesta—. Me alegra que hayas decidido darte la oportunidad de conocer a alguien más...—No creí que lo intentaría tan pronto, ¿sabes?—Y eso es lo mejor de todo —manifiesta mi amiga al acercase a mí—. Que no esperaste mucho, que no sufriste por Jake como pensé que lo harías, ya que, para ser totalmente honesta contigo, Lorey —me mira fijamente—, ese hombre no valió ni una sola lágrima que derramaste por él —sentencia
***************LEO****************Llego a mi casa con mis tres hijos y mis padres; y lo primero que hacemos es ir hasta la terraza que estaba adjunta a la sala. Al llegar a aquel, mis hijos se sientan en las sillas que habían, así como mis padres lo hacen.—Iré a pedirle a Mariana que nos prepare algo especial —le comunico a mi familia.—Gracias, amor —me dice mi madre, de manera muy tierna, y yo le sonrío.—Chicos, ¿ustedes quieren algo?—Un jugo de moras, papá —me pide Luciano.—Que sean dos, papá, por favor —señala Franco.—Claro, cariño —le sonrío; y luego, desvío mi mirada a Fabrizio—. ¿Tú Fabri? ¿Qué deseas?—Za... zanahoria —me contesta algo tímido; y yo le sonrío ampliamente.—Claro que sí... zanahoria —repito sereno— y... ¿con beterraga? —añado de pronto; y él me sonríe contento al tiempo en que asiente con su cabeza—. ¡Bien! ¡ya les traigo sus jugos! ¿Papá, mamá? ¿Ustedes desean algo en especial?—Un té, no tan caliente, a temperatura ambiente —precisa—. Tal vez, un poquito
***************LEO****************Después de haber preparado las bebidas para mi familia, regresé a ellos y se las entregué. Luego de eso, solo nos dedicamos a disfrutar de una buena charla (la cual se extendió demasiado, pero la que tuvimos que cortar para que ellos fuesen a ducharse).Cuando terminaron de tomar un baño, bajaron nuevamente a la sala y después, nos dirigimos al comedor, donde todos tomamos nuestros lugares para empezar a disfrutar de los deliciosos platillos que no habían preparado.—Todo ha estado delicioso, como siempre, Marianita —precisa Luciano a mi ama de llaves.—Me alegra mucho que le haya gustado, joven Luciano —le responde la mujer; y mi hijo le sonríe.—Gracias por preparar mi plato favorito, Marianita...—Ha sido un placer, joven Franco—Muero por saber que nos has preparado de postre —señala de pronto, mi hijo de quince años.—De inmediato, serviremos el postre —anuncia mi ama de llaves para después darse media vuelta e ir a la cocina.—Papá, había olvid
***************LEO****************—¿Quieres hablar? —le pregunto a mi hijo menor, mientras camino con él, tomados de la mano—. ¿No quieres? —pregunto nuevamente; y él asiente tímidamente—. ¿De qué quieres hablar? ¿Quieres contarme algo? ¿Te gustaría ir a algún lugar en especial? —cuestiono de pronto; y él asiente más animado a la vez que sonríe—. ¿A dónde?—La playa —responde sereno; y yo le sonrío al tiempo en que lo alzo en brazos para empezar a hacerle cosquillas.—¡Babbooo! —se queja entre risas; y yo río—. ¡Babboooo! —se sigue quejando hasta que decido parar.—¿Cómo has estado, Fabri?—Bien... —susurra.—¿Te gusta pasar tiempo con tu abuela?—Sí —responde sonriente; y eso me alegra.—El tío Max me dijo que te gusta mucho estar con tus abuelos, ¿es verdad?—Sí —responde otra vez, al sonreírme.—¿Quieres que te baje? —le pregunto; y él asiente—. Bien... —susurro al hacerlo para así... comenzar a caminar hacia la playa.—Papà —me habla de pronto.—¿Si?—Te quiero —me dice; y yo son
***************LOREY****************Jamás había visto a Leonardo tan angustiado como ahora. Aquel, después de varios minutos, dejó de llorar y se concentró en calmar a su hijo menor, Fabrizio, un niño que, indiscutiblemente, era su hijo, puesto que tenía rasgos muy similares a los de Leonardo. Probablemente, si Leonardo me enseñase una foto de él cuando era niño, Fabrizio podría parecérsele mucho.—Gracias, Lorey... —me susurra de pronto; y yo solo me limito a asentir con mi cabeza.—¿Mucho mejor?—Me descuidé, Lorey —se recuerda; y yo sonrío algo triste al tiempo en que suspiro con pesadez.—Leonardo, a muchos padres les pasa...—Lorey, es mi hijo...—No te estoy eximiendo de responsabilidad, Leonardo —señalo firme—. Lo que quiero decir es que esto te quede como una lección para no volver a descuidarte de tu hijo.—Lo sé, lo sé —responde con la voz llorosa.—Leonardo, debes tranquilizarte —le solicito al continuar acariciando su espalda—. Lo bueno es que ya pasó y Fabrizio está cont
***************LOREY****************Bajamos del auto y yo me dirijo a la puerta principal de su casa para tocar el timbre. Luego de ello, a los segundos, esta es abierta por Mariana, la ama de llaves de Leonardo.—Señor Leonardo —lo nombra la mujer, con cierta preocupación.«Ha de ser por sus ojos», preciso en silencio.—Hola, Mariana... —le contesta Leo y, después de eso, ingresa a su casa.Mientras tanto, yo me quedo en la entrada, debatiéndome entre si debía entrar o no.—Señorita, ¿no pasará? —cuestiona Mariana; y Leonardo se gira a verme.—Lorey, si deseas, puedes pasar —señala; y, siendo honesta, no sabía si esa era una buena idea o no.—Ah... yo... no quiero incomodar —manifiesto totalmente sincera; y él esboza una suave sonrisa para mí,—No incomoda, señorita Honney —menciona; y yo sonrío—. La mujer que encontró a mi hijo, siempre será bienvenida a mi casa —puntualiza tajante; y yo vuelvo a sonreír, mientras que Mariana parece confundida ante las palabras de Leo.—Señorita, p
***************LOREY****************—¿Más tranquilo? —le pregunto a Fabrizio; y él asiente en mi dirección—. Bueno, en ese caso, yo ya me retiro —preciso al tiempo en que le sonrío, para después empezar a colocarme de pie.—Lorey, no puedo dejar que...—No te preocupes; puedo pedir un taxi.—De ninguna manera. Santiago te llevará —señala firme; y yo sonrío—. Santiago es mi chofer —añade; y eso ya lo sabía, pero imagino que lo estaba diciendo para que Fabrizio no sospechara nada, después de todo, era consciente de que ninguno de sus hijos sabía de mi existencia en la vida de su padre.—No se preocupe, Leonardo, yo puedo...—Leo —me corrige—. Dime "Leo", por favor —precisa; y yo le sonrío.—Bueno..., Leo, yo me retiro para que usted y su hijo puedan descansar, después del susto de hoy. Porque eso fue: un gran susto —señalo—. Sin embargo, estoy completamente segura de que ambos lo superarán —preciso firme al mirar a Fabrizio (quien, otra vez, me observaba atentamente).Ante ello, decido