***************LEONARDO****************—Y... ¿Qué... te parece? —me atrevo a preguntar, después de varios minutos de silencio, en el que Lorey solo se quedó observando el lugar, al parecer, de manera muy detallada.—Este lugar... este... lugar —sonríe— este lugar es absolutamente maravilloso —completa con un notable asombro al tiempo en que, lentamente, se va girando hacia mí—. Es hermoso —añade; y luego, me sonríe.—Te dije que era un lugar fantástico —le sonrío; y ella corresponde del mismo modo.—Aun así... —articula de pronto, al mirarme de manera muy fija y algo apenada— no puedo dejar de sentirme avergonzada.—Lorey, es natural tener miedo; no hay ningún problema con ello. No existe razón para avergonzarse.—Sí, pero... —dirige su mirada al lado de la playa en el que habíamos estado hace unos quince minutos— la altura no es mucha; y creo que yo exageré con mi nerviosismo; no puedo evitar sentirme un poco avergonzada —menciona; y frente a ello, solo me limito a mirarla con atenc
***************LEONARDO****************—¿Deseas que bajemos para explorar el lugar? —le pregunto cuando hemos terminado por poner distancia, luego del beso.—Sí, me gustaría conocer esta belleza.—Vamos entonces —preciso sereno al ponerme de pie y tomar una de sus manos para comenzar a bajar por la especie de escalera de piedras—. Con cuidado, Lorey —le pido al ayudarla, ya que, de algún modo, s vestido largo dificultaba el que ella bajase con mayor seguridad.—Debí haber comprado un pantalón —susurra mientras bajaba tomada de mi mano.—Te quedan bien los vestidos —preciso sincero; y ella me sonríe.—También me gustan mucho; son mis prendas favoritas, aunque, para esta ocasión, creo que debí haber usado un pantalón o unos shorts.—Con shorts ibas a sentir más frío que ahora —indico con diversión; y ella sonríe.—Sí, tienes mucha razón...—Bien, este es el último —preciso al bajar la última piedra para así poder pisar la arena del otro lado de la playa—. Ven... te ayudaré a bajar —le
***************LEONARDO****************Después de haberle dado un beso en sus labios (el cual fue suave), me alejé y la tomé en mis brazos para llevarla hasta el lugar en el que, usualmente, solía armar el campamento con mis hijos. Luego de eso, solo la acosté y la atraje hacia mí para que continuara desahogándose. Lorey lloró mucho; y ello me dio a entender que, tal vez, el motivo por el que estuviese aquí; era muy parecido al mío.Pude sentir que se sentía abrumada y... cansada, así como muy frustrada. y dolida; y aquel punto era el que logró preocuparme, ya que sentí que todo ese dolor... lo sentía por ella misma; pude percibir que Lorey... estaba molesta con ella misma.No sé cuánto tiempo había pasado, pero yo seguí abrazándola mientras observaba el cielo de Ibiza. Ella ya se había calmado hace como una hora, pero, ante ello, no me apresuré en hablarle, puesto que, en momentos como estos, sabía que las palabras sobraban.A veces, en momentos como estos, solo deseamos saber que a
***************LEONARDO****************—¡Casi me olvido de la música! —exclama Lorey cuando hemos llegado a la orilla.Frente a ello, solo sonrío al verla y percibirla un poco más tranquila y, hasta cierto punto, contenta (tal y como yo me sentía).—¿Qué canción pondrás?—Te diría que una en italiano, pero colocaré una de alguien de España.—¿Sabina?—No, Sabina no —niega sonriente—. Él me encanta, pero ahora necesitamos otra...—¿Cuál? —pregunto al verla mientras ella tiene la mirada fija en su celular.—Una de Alejandro Sanz...—Sanz... —repito; y ella levanta su mirada y me sonríe—. ¿Cuál?—Se vende...—¿Qué?—Así se llama la canción: "se vende"—Título curioso...—Es una canción bonita y ahora.... —alarga— la pondré a todo volumen.—Puedes dejar tu móvil en esa roca.—Sí, es lo que haré —precisa y luego, hace lo que le propuse—. ¿Preparado para entrar al agua? —me pregunta con una de sus cejas arqueadas y su acostumbrada sonrisa.—¡Más que listo! —exclamo contento; y ella sonríe
***************LEONARDO****************—¡Todavía no puedo creer que lo haya logrado! —exclama contenta mientras sigue sobre mis pies; yo sonrío feliz al verla que ella también lo estaba.Era muy extraño, pero... era cierto; verla feliz, me hacía feliz y... no podía negarlo.—Estoy muy feliz —expresa de pronto; y yo le vuelvo a sonreír a la vez que me provoca tomar sus mejillas para volver acercarla a mí y besarla; y no me contengo; lo hago.Lorey me corresponde el beso y yo empiezo a saborearla. Juego con su lengua, exploro el interior de su boca con total tranquilidad, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo; sin embargo, la hora seguía avanzando y ya pronto amanecería en Ibiza.—Gracias, Leonardo —susurra nuevamente cuando nos hemos separado.—Nada que agradecer, Lorey —respondo sereno al mirar fijamente; y ella sonríe.—Se supone que deba hacer algo más.—¿Algo más?—Sí —contesta sonriente.—¿Qué cosa?—Mis pies —señala con cierta diversión—. Imagino que los tuyos estarán a pu
***************LEONARDO****************—Ven aquí —le digo al tomar sus piernas y cargarla para llevarla, nuevamente, hacia la zona en al que estábamos.—¿No íbamos por allá? —cuestiona entre pícara y divertida.—Esa roca está muy lejos —señalo ansioso; y ella sonríe ampliamente.—Ten cuidado —me pide; y yo sonrío.—Confía en mí —es lo único que le pido al acelerar mi paso y llegar hasta donde estábamos.—¿Lo haremos aquí? —inquiere seductora al acariciar mis cabellos.—No... —susurro ronco al acercar mi rostro al suyo y juguetear con sus labios y su deseo.—¿Entonces? —articula en un suave murmuro afectado.—Lo haremos aquí —señalo al detenerme al lado de una inmensa roca que estaba dentro del agua.—Me gusta —susurra.—A mí también —señalo grave al recostar su hermoso cuerpo sobre la inmensa roca detrás de ella para después, dedicarme a mirarla fijamente; y ella a mí.—Leonardo... —susurra al recorrer mi rostro con sus suaves dedos.—Lorey —la nombro del mismo modo en que ella me ha
***************LOREY****************Después de habernos entregado otra vez, Leonardo y yo nos quedamos, un momento más, dentro del mar hasta poder recuperar nuestra regular respiración. Ya había pasado el tiempo necesario, así que ya estábamos casi listos como para poder articular otra palabra y terminarla.—¿Más tranquilo? —pregunto sonriente al mirarlo.Leonardo, después de nuestra sesión de coito, había recostado su cabeza entre mis senos desnudos, mientras que yo seguía recostada sobre la inmensa roca y con mis piernas envuelta en su cintura.—Sí, más tranquilo —confirma sonriente al tiempo en que eleva su mirada hacia la mía; y, ante ello, yo reacciono, de manera involuntaria, tocando sus muy alborotados cabellos.—Bien...—susurro muy feliz; y eso era una sensación inevitable en mí, en este momento.Ello debido a que, desde hace mucho tiempo, no recordaba cuán perfecto era el sexo y, sobre todo, el del bueno. Leonardo me había hecho sentir completamente extasiada y complacida; t
***************LOREY****************—El camino es más largo de lo que pensé —preciso sonriente al continuar caminando, pero, cada vez, de manera más lenta, puesto que me sentía muy cansada.—Ya falta poco, Lorey —me dice Leonardo al verme.—¿Cuánto?—Solo diez minutos más como máximo —precisa sereno.—Bien... creo que sí lo puedo lograr —señalo divertida al reír.—Tengo una idea —menciona de pronto.—¿Qué idea? ¿Cuál? —interrogo curiosa cuando aquel se ha detenido y, por ende, yo también, puesto que él tenía sujetada una de mis manos.—Ven —se acerca completamente a mí.—¿Qué cosa? ¿Qué harás?—Voy a cargarte —anuncia natural al colocarse de espalda, delante de mí—. ¡Ven! ¡Sube! —me pide al golpear sus hombros con sus manos.—No, Leonardo —me niego en el acto—. Usted debe estar muy cansado.—Suba, Lorey. La cargaré —enfatiza tranquilo—. Yo estoy bien; puedo cargarla.—No, Leo, puedo caminar —puntualizo firme— De verdad, no te preocupes —le pido algo apenada por pensar en que habré es