Esa noche su marido decidió invitarlos a todos a cenar para celebrar lo bien que había salido el plan contra Izan.Su exesposo no había sido detenido ese día porque la investigación debía llevarse a cabo, pero tenía prohibido abandonar la ciudad.Sacarlo de la empresa de su padre, que estuviera siendo investigado por malversación de fondos y que perdiera todo lo que había robado y lo propio por tener que devolver el dinero a Jacob, a ella le parecía digno de celebración.En esa ocasión toda la familia, incluida su madre, sus hijos y Roger estuvieron invitados.—Niños, hoy harán sentir orgulloso a papi, ¿verdad? —preguntó Alexander cuando por fin estuvieron acomodados en la mesa y solo esperaban a que el asistente de su marido llegara.—Papi, yo creí que siempre estabas orgulloso de mí no solo hoy —dijo Victoria.—No lo decía por ti, hijita, se lo decía a tus hermanos que son un poco imprevisibles.—Alexander —susurró Diana—. Intenta confiar en ellos, no han hecho nada, están tranquilo
Habían pasado casi tres meses desde que su esposa se hiciera cargo de la empresa de su padre.Y en ese tiempo tuvo que ir retrasando el viaje que tenía pendiente a Canadá.No quería dejar a Diana sola mientras Izan continuara libre.Su preocupación aumentó desde que Jacob cumplió su amenaza y exigió su dinero. Cuando Izan no tuvo forma de pagarle, Jacob provocó un embargo sobre todo lo que tenía dejándolo en bancarrota.Agradecía tener a ese hombre en ese momento de aliado y no como enemigo.Alexander podía darse por satisfecho, había hundido tanto a Izan que tal como había predicho, lo único que le faltaba era comer de la basura, aunque lo que esperaba con ansias era que comiera en la cárcel.No había un solo día en el que pudiera estar tranquilo cuando su esposa salía hacia la empresa que su padre le dejó e intentaba sacarla a flote.—Ya regresé —dijo Roger después de llamar a la puerta y abrirla con toda la confianza—. Tu esposa está bien, fui a llevarle la documentación que me di
Diana perdió la noción del tiempo, llevaba tantas horas enfrascada en intentar solucionar el desastre que Izan había provocado en la empresa de su padre que incluso la cabeza le dolía.Aquello tenía difícil solución.Para su desgracia, el daño que había hecho Izan a su imagen pública continuaba y, aunque había remitido después del escándalo de lo ocurrido con su exmarido, todavía quedaban personas que no creían la versión que Alexander le había ayudado a dar a la prensa.Era normal, no podía ocultar el sol con un dedo y ella realmente sí había ejercido ese trabajo.Para colmo se encontraba en un mundo de hombres, nadie la tomaba en serio y menos cuando su vientre había decidido hacerse muy llamativo.Victoria no se notó tan pronto, este bebé quería llamar la atención.—¿Aun trabajando? —la voz de su esposo la hizo alzar la cabeza.Diana sonrió al verlo, todos los días ese hombre pasaba por ella así tuviera que dar más vueltas para regresar a casa.No importaba que le dijera que Mathew
Cuando Alexander y Roger llegaron a Canadá varias horas después, ya tenían preparado un auto que los llevara a un pequeño pueblo de la ciudad de Alberta.Conforme iban haciendo el recorrido, Alexander comenzaba a dudar cada vez más de que la persona que vivía por allí fuese Rebeca.—Creo que hicimos el viaje para nada y tu capacidad para investigar cada vez es peor. ¿Estás seguro de que vamos al lugar correcto? —le dijo a Roger muy poco convencido.Su asistente, que después de un rato había decidido ponerse al volante, lo miró como si dudar de sus capacidades fuese un sacrilegio.—Por supuesto que estoy seguro, contraté a un investigador privado, no es que lo hiciera yo personalmente. Él me confirmó que es cierto que Emilia Gagne vive aquí justo en esa dirección. —Señaló la carretera que se alzaba en mitad de la montaña.—Muy bien, entonces me estás diciendo que Rebeca, la mujer a la que le daba sarpullido cualquier contacto con la naturaleza y que supuestamente murió en las montañas
El enorme rubio los miró mientras sujetaba el hacha.Su expresión se había vuelto más intimidante si eso era posible.—¿Sabes de qué me olvidé? —murmuró Roger a su lado—. De traer pañales para adultos, porque si sigue mirándome así te juro que me lo hago encima.Alexander lo miró de reojo nada más porque no quería perder de vista a ese gigante.—Tú le quitas el hacha y yo lo golpeo —ofreció Alexander.—Mejor tú te ofreces como tributo y yo corro, soy más joven y tengo más vida por delante.Tal vez habrían seguido discutiendo si Rebeca no le hubiera dicho a su enorme hombre que no se preocupara y que no ocurría nada.—Caleb, tranquilo, iré a ver qué quieren. Seguro se han perdido, por como van vestidos parecen de ciudad —dijo con todo el cinismo como si no los conociera.Rebeca se acercó a ellos con su enorme barriga de embarazada mientras iba siendo seguida con la mirada por el rubio.—Ahora ya sabemos por qué te dejó, tenía otro que le llenaba mejor el vacío interno. Al menos se lo b
Alexander llamó a su esposa una vez que estuvo instalado en la habitación del hostal y ya metido en la cama.Le dolía todo y lo que más la cabeza.Sentía tanto estrés que si continuaba de esa forma no llegaría vivo de vuelta a casa.Necesitaba a Diana allí, abrazarla, sentir su calor y al único que tenía era a Roger que se había negado a dejarle la cama y él no pensaba dormir en ese incómodo sillón.Lo que le faltaría para completar ese día horrible sería dormir sentado y despertar con más dolor de cuerpo.Así que a empujones lo había echado a un lado de la cama y había tomado su parte a la fuerza.—Mantén tu distancia que no quiero andar durmiendo de cucharita contigo —gruñó cuando el pegajoso de su asistente ocupaba más espacio del que le pertenecía.—Para mí esto es tan incómodo como para ti, tienes el mismo atractivo de un orangután. Lo único que quiero es dormir y que se acabe este día tan horrible.—La culpa fue tuya por alquilar un coche deportivo para subir una montaña, cerebr
Diana intentó soltarse y se iba a poner a gritar cuando sintió que le colocaba un arma en el vientre.Izan había creado un arma con un cristal puntiagudo y con la punta le apuntaba a la barriga.—Guarda silencio, querida, será lo mejor para ti —murmuró con voz ronca.Se quedó quieta y no hizo ningún movimiento brusco.Solo esperaba que sus hijos no se escaparan del profesor y se les ocurriera ir a buscarla.Bastante tenía con protegerse a ella y al bebé.—No sé qué haces en mi casa —comenzó a hablar y lo intentó hacer con mucha calma. Quería darle a entender que se sentía segura y que en cualquier momento podían ir a buscarla—, pero será mejor que te vayas, Izan. Si te descubren irás a la cárcel, ¿acaso no has tenido ya suficiente?Los hombros de su exesposo comenzaron a moverse conforme la risa iba haciéndose más fuerte.—No tengo nada que perder, maldita perra. Me has destrozado la vida, tú y ese imbécil que tienes de marido me han quitado todo lo que me importaba.—A mi marido ni l
Cuando Alexander bajó del avión y por fin acabó aquel terrorífico viaje, se encontró a su esposa y a sus hijos esperándolo en el aeropuerto.Roger se había quedado rezagado porque la caminata del día anterior lo había dejado mal parado y con dolor en todos los músculos.—Blandengue —le dijo Alexander al ver que le faltaba poco para caer desmayado en mitad del aeropuerto—. Cuando llegues a mi edad vas a estar para que te tiren al cubo de la basura.—Cuando llegue a tu edad seré un venerable anciano al igual que tú, querido amigo.Alexander le iba a lanzar un par de gruñidos sobre el puño que iba a tragarse de ese anciano, cuando tres niños corrieron hacia él gritando: ¡papá!Sus hijos se le agarraron a la cintura como si hiciera semanas que no lo veían.Era maravilloso estar de vuelta.—Papi, papi, derrotamos a un hombre malo y yo le di con una piedra en un ojo. ¡Yo sola, papi! —gritó su hija con emoción y salvaba mientras le agarraba del cinturón.Alexander no entendía a qué se referí