La conversación con Alexander lo ayudó a aclarar ideas.Sin querer se demoró más de lo que debían y cuando estaba a punto de dormirse recibió un mensaje de su amigo donde le decía: «Desgraciado, Diana se quedó dormida. Esta me las pagas».No había sido esa su intención, pero tenía que reconocer que fastidiarlo era uno de sus pasamientos preferidos.Su padre le había dicho que siguiera a su intuición y si sentía que debía poner a prueba a Natalie, lo hiciera, pero que después no se quejara si eso tenía consecuencias.Su intuición en aquel momento estaba atrofiada, en algún punto del camino se le había descompuesto y ya no sabía qué tenía que hacer.Alexander no fue como su padre.Él insistió en que Natalie era una arpía tan traicionera como lo fue Rebeca, pero Roger creía que solo lo decía porque estaba sentido con ella por lo que ocurrió con su esposa.Su novia lo conoció siendo un asistente y así lo había aceptado.Puede que él cometiera el error de querer impresionarla y le hablara
Roger se llevó a Natalie al jardín.El anillo de compromiso le pesaba en el bolsillo y la culpabilidad más.Ella se veía aturdida y un poco nerviosa.—¡¿Qué rayos pasó allí dentro?! —preguntó tras varios minutos de silencio.Roger metió las manos en los bolsillos y se balanceó un poco de adelante hacia atrás.—Eso fue mi familia siendo mi familia, un día normal como cualquier otro. —Esbozó una sonrisa temblorosa y sintió su corazón latir muy rápido.Le iba a doler mucho cuando lo dejara.—Vaya, son un poco especiales. Aunque tu hermana es muy linda —comentó y no lo miró a los ojos mientras hablaba—. Entonces… ¿Qué va a ser de nosotros? No parece que tengas muy claro lo que vas a hacer con tu vida.—Tengo una cosa clara al menos —dijo llenándose de valor y sacando la cajita con el anillo del bolsillo—. Que te quiero a ti en ella, ¿te casarías conmigo?Natalie se llevó las manos al rostro y se la cubrió con ellas.—¿Lo dices en serio? —balbuceó y tomó la cajita. Roger no quería mirar el
Roger se subió al coche y comenzó a conducir sin saber hacia dónde se dirigía.La noche en que él había creído que todo sería felicidad se convirtió en una tortura y todavía le costaba creer lo que había presenciado.Con su propio hermano y él no tuvo ningún sentimiento de culpa, lo único que le preocupaba era que Roger se lo contara a su padre.Aunque todo su ser le pedía venganza, no pensaba hacerlo.No iba a permitir que por culpa de una mujer como ella se creara una disputa familiar.No necesitaba preguntar el motivo, todo estaba muy claro y las palabras de Natalie habían sido demasiado esclarecedoras.No pensaba casarse con alguien que no quisiera prosperar, pensó que era su hermano quien ocuparía el lugar de su padre y se vendió al mejor postor.Debía haberlo esperado, pero jamás creyó que la traición le vendría por partida doble.Era su hermano por más que en los últimos años no se hubieran visto demasiado, ellos siempre habían tenido una buena relación.Joseph era un inmaduro,
Dos años después…Tras el desengaño sufrido con Natalie, Roger se propuso dar un cambio radical.Dejó atrás la idea de formar una familia y de buscar el amor para saltar de flor en flor o de falda en falda.¿Para qué iba a seguir buscándolo? No tenía sentido.Si ninguna lo había querido siendo un asistente que tampoco lo buscaran cuando lo vieran triunfar.Se hizo cargo de la empresa de su familia y por más que el negocio de la moda era muy distinto a lo que había trabajado con su amigo Alexander a lo largo de los años, él había aprendido muy bien a ser un tiburón de las finanzas.En los dos años que llevaba a cargo de la empresa trabajó de forma incansable y ni todos los escándalos que llevaba a su espalda lograban que se hubiera hecho un nombre en el mundo de la moda y de las mujeres.Roger podría ser considerado un soltero de oro si no tuviera una fama de mujeriego tan nefasta.Había dejado de perseguir a las mujeres para que fueran ellas las que lo persiguieran a él.Las modelos de
Diana llegó a la empresa a ayudar a su esposo con la entrevista para elegir a su nuevo asistente.Habían pasado casi dos meses desde que Roger se fue, pero continuaba sin elegir uno.La última conversación que tuvieron con él fue cuando rompió su compromiso y habían estado buscando a alguien adecuado para delegar algunas funciones.Ambos querían ir a verlo porque sabían que no se encontraba demasiado bien, pero hasta el momento no había sido posible.Diana le había prometido ayudarle con la elección ya que él los rechazaba a todos y también le dijo que no se metería en su decisión porque al final con quien trabajaría sería con él.Solo estaba allí de espectadora, nada más.—¡¿Por qué te tardaste tanto?! —la increpó su esposo apenas entró a la oficina—. Ya deberíamos haber comenzado hace media hora. Por cierto, qué bonita estás hoy, duendecilla.Diana se acercó a él y le dio un beso en agradecimiento por su alago.Sabía que estaba mintiendo porque se había visto al espejo antes de sali
—Diana, ¿qué haces aquí? —preguntó Natalie como si su presencia allí, en la oficina de su marido, fuera lo más normal.Ella que ya pensaba que no iba a tenerla que ver nunca más.Lo último que supo de esa mujer fue que le rompió el corazón a Roger y que se había marchado con su hermano.—Duendecilla, yo no tengo nada que ver con la presencia de esta mujer aquí —le susurró su marido y ella que estaba sentada a su lado no quiso mostrar el coraje que sentía en ese momento.Por eso se dispuso a contestar con toda la calma de la que disponía.—¿No me digas que vienes a presentarte al puesto de asistente? —preguntó Diana con una sonrisa en la cara que no auguraba nada bueno.Pero Natalie, que no debía tener amueblado ni medio cerebro, tomó su sonrisa como una invitación a pasar y sentarse.—No venía por eso, ni siquiera sabía que Alexander estaba buscando una asistente —la forma en la que pronunció el nombre de su esposo y la mirada que le echó hizo que Diana tuviera que usar toda su contenc
Diana llegó con Victoria, Nathan y Gabriel a casa de sus suegros.Ya lo había intentado antes con su madre, pero había fingido tener demencia y no recordarla para no cuidarle a los niños.La niñera no podía controlar a los cinco por mucho tiempo y a Diana le costaba encontrar personas de confianza para dejarle a sus hijos un par de días.Solo dos, no necesitaba más, quería tener un poco de intimidad con su esposo antes de que el ogro que vivía en él se hiciera más insoportable.Cada vez que lo intentaban alguno de sus hijos aparecía en la habitación.La noche anterior fue Victoria diciendo que tenía miedo y se colocó entre ambos hasta que salió el sol.—¿Qué haces aquí? —gruñó su suegra apenas la vio, pero le cambió el rostro en cuanto vio a los niños—. ¿Vienen a ver a los abuelos? Nos extrañaban, ¿cierto?Nathan iba a ser tan sincero como siempre y soltar algo que estropeara que la odiosa mujer quisiera pasar un tiempo con ellos, pero Diana le cubrió la boca.—Sí, estaban como locos p
Diana se encontraba aparcando el auto en el garaje de su casa.Acababa de regresar de su viaje y lo había hecho tres días antes para darle una sorpresa a su esposo.Ese día era su primer aniversario de boda y por nada del mundo lo pasaría alejada de él.Deseaba ver su cara de sorpresa al verla llegar. No había avisado a nadie, ni siquiera a su mejor amiga.Antes de entrar a su casa decidió marcarle para decirle que ya se encontraba de vuelta en la ciudad y que se verían al día siguiente, pero no contestó.«¿Entonces para qué me insiste tanto para que le avise de mi llegada?», pensó y después recordó que apenas eran las siete de la mañana y que seguro debía estar dormida.Diana guardó de nuevo su teléfono en el bolso y salió del coche.Era sábado y esperaba encontrar a su marido aún en la cama.Al entrar en la casa se quitó los tacones para no hacer ruido y se dirigió a la habitación.Antes de abrir la puerta, una sonrisa se le asomó a su rostro al pensar en el reencuentro. A pesar de