El día anterior a la reunión de Jacob e Izan, Diana se encontraba en la lectura del testamento de su padre.—Buenos días —dijo el abogado cuando su madre y ella entraron al despacho. El hombre se levantó y se dirigió a ellas para estrecharles la mano—. Siento mucho su pérdida, el señor Miller era un buen hombre.Diana carraspeó, estaba ya cansada de escuchar que su padre era un buen hombre, tal vez lo había sido en otra vida, pero no en esa.Y nadie la haría pensar lo contrario.—Sí, sí, por supuesto, ¿podemos comenzar? Mi marido está esperando fuera y es muy impaciente.—Hija, no seas grosera, Alexander no tiene problema en esperar. Te ha dicho que esperará el tiempo que haga falta —la regañó su madre.El abogado se mostró cohibido y ella se arrepintió de ser tan grosera, pero todo aquello le erizaba cada parte de su piel.Aquella herencia le había desgraciado la vida una y otra vez y allí estaba para recibirla.Su esposo había insistido en acompañarla porque tenía el temor de que Iz
Diana se sentó junto a Alexander en la cama y comenzó a abrir el sobre.Tal como ella había notado el contenido no solo era una carta, allí había muchos documentos.—Qué raro, ¿para qué me dejaría mi padre todas estas facturas y movimientos? —murmuró y su esposo los quiso ver.—Déjame que yo los mire, tal vez vea algo que tú no. —Al pasarle las hojas, otro sobre más pequeño se deslizó y cayó al suelo—. Vaya, quizá ahí encontramos la explicación.Diana lo agarró y repitió el mismo proceso.En su interior sí se encontraba una carta, estaba escrita a mano y era la letra de su padre.—Diana, si estás leyendo esto es que ya no estoy en este mundo… —Apenas leyó la primera frase de la carta su marido la interrumpió.—Me sorprendo con el intelecto superior de tu padre, deja una carta en su testamento y todavía especifica que si lo estás leyendo es porque no está en este mundo. Tenía muy poca fe en tus facultades mentales.Diana lo empujó con su propio hombro, ese hombre siempre tenía que inte
Izan no pudo evitar borrar la sonrisa fingida frente a Jacob.Aquel hombre se estaba burlando de él y debía callarse.No estaba acostumbrado a encontrarse en posición de inferioridad, pero todo dependía de que ese hombre mantuviera el negocio que tenían juntos.—¿Qué quiere decir con que no lo estoy entendiendo? Esto no es un chiste, señor Davis. En este negocio me juego mucho, nos jugamos mucho —rectificó para que sintiera que él también tenía que perder.Jacob colocó una pierna sobre su rodilla y se echó hacia atrás en el asiento.Su postura indicaba que se encontraba muy cómodo con aquella situación mientras él comenzaba a sentirse cada vez más nervioso.Ese hombre era un bastardo que pretendía hundirlo, lo sabía, pero si tenía que rogar para que se arrepintiera de su decisión lo haría.Lo estaba acorralando y encima disfrutaba de verlo asustado por no saber el momento exacto en cuanto se tiraría sobre él.A Izan no le gustaba sentirse la presa cuando siempre era el cazador.—Hace
Esa noche su marido decidió invitarlos a todos a cenar para celebrar lo bien que había salido el plan contra Izan.Su exesposo no había sido detenido ese día porque la investigación debía llevarse a cabo, pero tenía prohibido abandonar la ciudad.Sacarlo de la empresa de su padre, que estuviera siendo investigado por malversación de fondos y que perdiera todo lo que había robado y lo propio por tener que devolver el dinero a Jacob, a ella le parecía digno de celebración.En esa ocasión toda la familia, incluida su madre, sus hijos y Roger estuvieron invitados.—Niños, hoy harán sentir orgulloso a papi, ¿verdad? —preguntó Alexander cuando por fin estuvieron acomodados en la mesa y solo esperaban a que el asistente de su marido llegara.—Papi, yo creí que siempre estabas orgulloso de mí no solo hoy —dijo Victoria.—No lo decía por ti, hijita, se lo decía a tus hermanos que son un poco imprevisibles.—Alexander —susurró Diana—. Intenta confiar en ellos, no han hecho nada, están tranquilo
Habían pasado casi tres meses desde que su esposa se hiciera cargo de la empresa de su padre.Y en ese tiempo tuvo que ir retrasando el viaje que tenía pendiente a Canadá.No quería dejar a Diana sola mientras Izan continuara libre.Su preocupación aumentó desde que Jacob cumplió su amenaza y exigió su dinero. Cuando Izan no tuvo forma de pagarle, Jacob provocó un embargo sobre todo lo que tenía dejándolo en bancarrota.Agradecía tener a ese hombre en ese momento de aliado y no como enemigo.Alexander podía darse por satisfecho, había hundido tanto a Izan que tal como había predicho, lo único que le faltaba era comer de la basura, aunque lo que esperaba con ansias era que comiera en la cárcel.No había un solo día en el que pudiera estar tranquilo cuando su esposa salía hacia la empresa que su padre le dejó e intentaba sacarla a flote.—Ya regresé —dijo Roger después de llamar a la puerta y abrirla con toda la confianza—. Tu esposa está bien, fui a llevarle la documentación que me di
Diana perdió la noción del tiempo, llevaba tantas horas enfrascada en intentar solucionar el desastre que Izan había provocado en la empresa de su padre que incluso la cabeza le dolía.Aquello tenía difícil solución.Para su desgracia, el daño que había hecho Izan a su imagen pública continuaba y, aunque había remitido después del escándalo de lo ocurrido con su exmarido, todavía quedaban personas que no creían la versión que Alexander le había ayudado a dar a la prensa.Era normal, no podía ocultar el sol con un dedo y ella realmente sí había ejercido ese trabajo.Para colmo se encontraba en un mundo de hombres, nadie la tomaba en serio y menos cuando su vientre había decidido hacerse muy llamativo.Victoria no se notó tan pronto, este bebé quería llamar la atención.—¿Aun trabajando? —la voz de su esposo la hizo alzar la cabeza.Diana sonrió al verlo, todos los días ese hombre pasaba por ella así tuviera que dar más vueltas para regresar a casa.No importaba que le dijera que Mathew
Cuando Alexander y Roger llegaron a Canadá varias horas después, ya tenían preparado un auto que los llevara a un pequeño pueblo de la ciudad de Alberta.Conforme iban haciendo el recorrido, Alexander comenzaba a dudar cada vez más de que la persona que vivía por allí fuese Rebeca.—Creo que hicimos el viaje para nada y tu capacidad para investigar cada vez es peor. ¿Estás seguro de que vamos al lugar correcto? —le dijo a Roger muy poco convencido.Su asistente, que después de un rato había decidido ponerse al volante, lo miró como si dudar de sus capacidades fuese un sacrilegio.—Por supuesto que estoy seguro, contraté a un investigador privado, no es que lo hiciera yo personalmente. Él me confirmó que es cierto que Emilia Gagne vive aquí justo en esa dirección. —Señaló la carretera que se alzaba en mitad de la montaña.—Muy bien, entonces me estás diciendo que Rebeca, la mujer a la que le daba sarpullido cualquier contacto con la naturaleza y que supuestamente murió en las montañas
El enorme rubio los miró mientras sujetaba el hacha.Su expresión se había vuelto más intimidante si eso era posible.—¿Sabes de qué me olvidé? —murmuró Roger a su lado—. De traer pañales para adultos, porque si sigue mirándome así te juro que me lo hago encima.Alexander lo miró de reojo nada más porque no quería perder de vista a ese gigante.—Tú le quitas el hacha y yo lo golpeo —ofreció Alexander.—Mejor tú te ofreces como tributo y yo corro, soy más joven y tengo más vida por delante.Tal vez habrían seguido discutiendo si Rebeca no le hubiera dicho a su enorme hombre que no se preocupara y que no ocurría nada.—Caleb, tranquilo, iré a ver qué quieren. Seguro se han perdido, por como van vestidos parecen de ciudad —dijo con todo el cinismo como si no los conociera.Rebeca se acercó a ellos con su enorme barriga de embarazada mientras iba siendo seguida con la mirada por el rubio.—Ahora ya sabemos por qué te dejó, tenía otro que le llenaba mejor el vacío interno. Al menos se lo b