Cuando Alexander se marchó, Diana desayunó sola y decidió vestirse para salir un rato y no estar pensando todo el tiempo en lo ocurrido.Más tarde subiría a arreglarse para el evento de la noche donde le entregarían el premio a su esposo como empresario del año.Después… Ella no quería pensar en el después, él le había dicho que confiara y eso intentaría, aunque su corazón estaba cansado de tantos golpes.Debía darle tiempo para digerir la información, pero sentía que aquello sería siempre una losa en medio de su matrimonio.Salió del cuarto y se dirigió a la recepción.No sabía dónde iría, pero necesitaba despejar la mente un poco.Se encontraba entregando las llaves de la habitación en la recepción para que su esposo pudiera entrar en caso de que ella tardara, cuando se encontró con la persona que menos esperaba.—Hola, hija, no pensé encontrarte aquí —la voz de su padre resonó a su espalda.¿Algo más podría ocurrir en ese viaje?Ella no se veía con fuerzas para lidiar con su padre
Diana regresó a la habitación, su idea de dar un paseo se había visto frustrada y en ese momento el sobre que su padre le había dado parecía quemarle en las manos.Eso debía ser una señal para que hiciera justo eso, quemarlo sin abrirlo porque seguro que lo que había en su interior no era nada bueno y ella ya no estaba para más problemas.En cuanto llegó a la habitación se recargó contra la puerta y cerró los ojos.—Vaya cumpleaños estoy teniendo, bebé —murmuró en voz alta y se frotó el vientre plano. Miró el sobre, pero negó con la cabeza—. No, no voy a abrirlo, solo quieren asustarme.El sobre llevaba escrito el nombre de su marido y estaba cerrado, pero ¿por qué se lo había entregado a ella en lugar de a Alexander?Lo más probable era que su padre quisiera que ella también se enterara y le daba igual si era antes o después de que su esposo lo supiera.¿Qué había allí dentro que se suponía que haría que Alexander la dejara?Diana comenzó a reír casi por histeria.Su esposo, en aquel
Cuando Alexander regresó a la habitación del hotel tenía el tiempo justo para arreglarse y volver a salir con su esposa.Antes de abrir la puerta el malestar consigo mismo creció.Acababa de recordar que se fue esa mañana sin ni siquiera felicitarla por su cumpleaños.Había tenido la mente tan ofuscada que se le había pasado.Le había comprado una gargantilla y unos aretes a juego para que los llevara la noche de su cumpleaños, al menos todavía podía resarcirse con ella.Apenas entró lo primero que hizo fue disculparse sin fijarse si ella estaba presente.—Diana, cariño, lo siento —dijo y se encontró hablando solo.Se dirigió hacía la habitación y la vio de espaldas.Se miraba en el espejo, pero no estaba haciendo nada, solo se veía como si su mente no estuviera allí en ese momento.Quiso hablar, pero cualquier palabra que pudiera salir de su boca no podría expresar lo que estaba viendo.Su esposa debió verlo reflejado en el espejo con la boca entreabierta, porque se dio la vuelta y l
—¡Preparé esta sorpresa para nuestro empresario del año! —dijo Izan y señaló a Alexander—. Pero la presencia de su esposa aquí hace que todo sea perfecto. Por favor, todos miren la pantalla.Diana dejó de prestarle atención a Izan y fijó su mirada en su padre.Se le veía horrorizado, incluso intentó intervenir, pero lo sujetaron dos hombres.Ella ya sabía lo que vendría a continuación, sin importar que se diera la vuelta y saliera de allí, las imágenes se harían públicas.Nada podría detenerlo, Izan lo había planeado y aquello ya no era para conseguir la herencia.Era una venganza por su ego herido, porque lo dejó y no permitió que la siguiera engañando, porque a pesar de todos los problemas que le causó no se rindió y no fue a buscarlo como él dijo.Y, sin lugar a duda, porque de esa forma mataba dos pájaros de un tiro, la dañaba a ella y a Alexander.—Qui-quiero que sepas —tartamudeó y le agarró con fuerza la mano a Alexander que estaba rígido a su lado—. Que lo que te conté es la v
Izan estaba rabioso porque Alexander se había marchado sin perder el control como esperaba y, para colmo, se había llevado a Diana.Él se había marchado en cuanto terminó de humillar a la pareja, pero Albert lo siguió hasta su habitación.—¡¿Qué pensabas conseguir con eso?! —lo acusó su exsuegro.—¡Dijiste que estaba enamorado de ella! —le gritó, ese maldito viejo le había mentido.Si de verdad Turner quisiera a su exesposa habría actuado como cuando intentó acostarse con Rebeca.Hecho una furia.Él esperaba que se pusiera como loco, que intentara golpearlo frente a las cámaras y que lo amenazara, porque de esa forma estaría cubierto y si intentaba vengarse de él tendría sus amenazas como prueba.Pero el muy estúpido se había quedado mirándolo y no había hecho nada, solo se marchó.—¡Hundiste el apellido de mi familia! —su exsuegro parecía al borde del infarto. Su rostro estaba enrojecido y temblaba de rabia—. Te dije que yo lo solucionaría y aun así lo hiciste. Sabes lo mucho que afe
Diana miró a Alexander, él se había quitado la corbata, la chaqueta de su traje y comenzó a desabrocharse la camisa.—Señor guapo, la que va a desnudarse para ti soy yo, no te apresures —bromeó e intentó borrar de su mente todo lo ocurrido esa noche.Alexander la miró y se detuvo.Su expresión era la de un niño al que regañaban y no le dejaban obtener lo que deseaba.—Solo quiero ponerme cómodo para disfrutar del espectáculo, no seas tan dura conmigo, no todos los días la mujer que uno ama decide hacerle un regalo así.Él continuaba diciéndole que la amaba, aunque a ella ya le costaba creerlo después de todas las comparaciones.Su autoestima había quedado muy dañada de su anterior matrimonio y con todo lo ocurrido en su vida.La actitud de Alexander tampoco ayudó a reafirmar que ella era digna de ser amada como cualquier otra mujer y ya le costaba creer sin importar cuántas veces se lo dijeran.No quería continuar haciéndose ilusiones con más palabras vacías, al final lo que importaba
Diana apenas dormitó esa noche, aunque el cansancio que sentía por todo el estrés que había pasado esos días estaba haciendo mella en ella.Se obligó a no cerrar los ojos porque si lo hacía no podría despertar a tiempo para marcharse antes de que Alexander notara su falta.Su vuelo salía a las ocho de la mañana y debía estar allí con antelación.El sol apenas comenzaba a vislumbrarse por el horizonte cuando Diana intentó quitar el brazo de su marido de encima de su cuerpo.Alexander no la había soltado en toda la noche y permanecía aferrado a ella como si presintiera que se iba a marchar.Tenía que ser rápida, no pensaba llevarse ni la maleta, solo se vestiría y saldría sin despertarlo.Con sigilo buscó un trozo de papel para escribirle una nota que dejaría junto al sobre.Se metió en el baño y la garabateó a prisas mientras se acicalaba lo más rápido que le era posible y sin hacer ruido.Cuando salió del baño dio un grito al encontrarse a Alexander de pie, junto a la cama y mirando el
Alexander entró en la habitación del hotel con una bolsa en la mano.Había logrado encontrar un establecimiento abierto las veinticuatro horas y logró conseguir algo de comida decente para Diana.Se sintió angustiado, el sueño que había tenido todavía se repetía en su mente y más la sensación tan terrible de pérdida con la que se había despertado.Cuando vio su lado de la cama vacío y pensó que su pesadilla se había hecho realidad creyó que el mundo se le vendría encima.Si no fuera porque ella tenía hambre, tras esa horrible sensación no la habría dejado ni un momento sola.—Cariño, espero que sigas con hambre porque te conseguí el desayuno —dijo y se encontró como el día anterior, hablando solo.Se dirigió a la habitación donde dormían, pero allí tampoco estaba.Recorrió cada espacio, incluso miró en el armario pensando que aquello era alguna especie de broma pesada.La habitación parecía vacía, fría y el silencio era ensordecedor.Trató de mantener la calma mientras sus ojos buscab