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Capítulo 38: Es mi familia y no podría pedir otra mejor

Para suerte de Diana, o desgracia, porque ver a su marido tan excitado sobre ella la estaba quemando por dentro, fueron interrumpidos.

La puerta se abrió y por ella entraron tres pequeños terremotos.

—¡Papiiiiiiiii! Huele a quemado —gritó Nathan.

—¡Papá, te estoy viendo el culete! —continuó Gabriel y Alexander se quitó de encima de ella lo más rápido que pudo y se cubrió para que los niños no lo vieran desnudo.

Victoria antes de hablar comenzó a llorar.

—¡Papi! ¿Por qué querías matar a mami?

Diana salió de la cama, roja como un tomate y miró a su hija.

—Papi no me estaba matando, hija. ¿De dónde sacas eso?

—Yo vi cómo te tenía puesta la mano en el cuello. Nathan, ¿cómo se llama cuando alguien te quiere dejar sin aire?

El pequeño pensó por uno instantes y después comentó su conclusión.

—«Estrangutular», tuve una niñera que decía que le daban ganas de estrangutularme todo el tiempo.

—Eso, mami, papá te estaba estrangutulando.

—¡Yo no estaba estrangutulando a nadie! —se quejó Alexander,
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