Leonor miró la cara desesperada y pálida de su madre, sus delgados dedos se le aferraban con fuerza a los hombros, no pudo sostenerle la mirada por mucho tiempo.
— No te acostumbres a decirme mentiras, Leonor. Entre el cielo y la tierra no hay nada escondido. — Ella le arrebató la bolsa de las manos, mostrando el vestido que había en el interior. — Es bastante bonito, algo que personas como tú y yo jamás podremos costear. ¿Valió la pena haber actuado como una puta a cambio de este vestido lujoso?
Leonor se queda en silencio. «Ni siquiera fue así como sucedieron las cosas...» No puede explicárselo a su madre, solo recibir el vestido silenciosamente.
Mira a su madre una vez más.
— No vuelvas a mentirme, tampoco llegues tarde de nuevo, si me muero será completamente culpa tuya y tendrás que cargar con eso en tu consciencia por el resto de tu vida.
— Sí, madre... — Respondió.
— Mis medicamentos están a punto de agotarse, tienes que comprar los medicamentos nuevos, además no hay nada de comer, será mejor que soluciones eso rápido.
— ¿Qué pasa con los medicamentos y la comida que compré para la semana, madre? — Cuestiona Leonor e cuanto escucha lo que dijo. — Era lo suficiente para toda la semana.
— Si era lo suficiente entonces dime por qué no queda nada, ¿Acaso se lo comió el fantasma? La única que come como cerdo aquí eres tú. — Respondió, cruzándose de brazos con desinterés. — Pero claro, ¿Eso qué te puede importar a tí? Si fuiste capaz de irte y dejar a tu madre sola toda la noche seguramente fue una gran decepción para tí regresar y encontrarme con vida todavía.
— Por favor no digas eso, madre... — Leonor intenta acercarse a ella, pero su misma madre la repele. — Bien, yo.. Pediré un préstamo del trabajo para comprarte más medicinas y comida...
Su madre no respondió, salió de la escena, no soportaba ver su rostro durante más tiempo.
Leonor finalmente respira de alivio, el vestido de su amiga estaba bien y en buenas manos, sudó frío ante la idea de que su madre destruyera el vestido por mero capricho y tener que adquirir una de las deudas más grandes de su vida solo para pagar el vestido.
«Será mejor que lo vaya a guardar rápido...»
— ¡Tengo hambre, Nora!
* * *
Sus amigos estallaron en risas al escuchar la historia de lo que había ocurrido, Nora no ve más remedio que hundirse en su asiento, queriendo morirse de completa vergüenza, sigue sin poder creer la forma en la que había perdido el control.
— ¿Cómo es posible que te hayas olvidado incluso de su apariencia? — Cuestionó Miranda entre risas. — ¡Y le dejó dinero para el taxi como si le hubiera pagado el servicio! No puede ser, estas personas adineradas están en otro nivel, en serio.
— ¡No es nada gracioso! — Se queja Leonor. — ¡Realmente tuvimos química! Hubo algo ahí, yo sé que sí. No se habría acostado conmigo de no ser así.
Lamentablemente fue Theo quien se atrevió a romper su burbuja fantasiosa antes de que flotara más alto y la dejara estrellarse demasiado fuerte al caer.
— Esa chispa de la que hablas solo nació porque le mentiste, y al mismo tiempo la única razón por la que pudiste hablar con él sin que te pidiera una copa de vino fue porque te encontraste con esa vieja amiga de la secundaria tuya que intercambió papeles contigo. No eres una empresaria o una ejecutiva, ni siquiera tienes dinero para pagar el bus de regreso a tu casa Nora.
Cuando la verdad se le estampó en la cara de esa forma se sintió´como una auténtica desgracia. — ¿Qué puedo hacer? Si me descubren creerá que solo quería halagarlo para tener sexo.
— ¿Y no fue así?
— ¡Por supuesto que no! — Chilló a la tonta pregunta de Miranda.
Tal vez estaba preocupándose demasiado por una persona cuyo rostro ni siquiera recordaba, habían compartido una noche maravillosa, pero las probabilidades de que se volvieran a ver eran casi improbables.
Pero definitivamente no quería algo como eso.
El tacto suave pero firme, la forma segura que sujetó su cuerpo y le había hecho sentir que todo estaría bien, como si durante ese instante solo fueran ellos dos en el mundo, no quería perder eso, quería tenerlo otra vez, poder sentir su cuerpo de nuevo.
No quería volver a soltarlo nunca más.
— Es jodidamente vergonzoso — Murmuró. — Ni siquiera me dijo su nombre.
Leonor se deja caer de muy mala manera sobre la mesa, siente ciertos escalofríos en el cuerpo.
— Por el momento solo tendrás que aprender a vivir con el recuerdo, las probabilidades de que ustedes dos vuelvan a coincidir de esa manera son... Bueno, tú sabes. — Theo no quiso sonar del todo como un aguafiestas, pero su opinión sincera la ayudaría a no ilusionarse en vano. — A veces esas personas estiradas solo quieren compartir un momento con alguien joven.
«No quiero creer que solo me usó para satisfacerse...» Leonor suspira, entonces la alarma en su reloj le indica que debe volver al trabajo.
(...)
Su mente seguía dando vueltas, divagando entre las escenas ocurridas durante la noche anterior. Evan sonreía a la nada cada vez que recordaba el rostro agitado de Nora rogándole que se detuviera pero al mismo tiempo sin ser capaz de dejarlo ir y al final tomando el control cuando se cansaba de que jugara con ella, era linda, muy linda.
Quería volver a verla.
— ¿Se puede saber dónde estuviste? No regresaste en toda la noche.
Evan estaba tan distraído que incluso se había olvidado de que estaba tomando el desayuno junto a su esposa, en la oficina de la empresa, porque ella había ido directamente allí a enfrentarlo, no reaccionó sino fue hasta que María le dirigió la palabra en ese momento, pero no mostró especial interés en lo que tenía para decir.
— Mírate, ni siquiera puedes ocultar tu satisfacción.
— Sabes perfectamente lo que estuve haciendo, ¿Para qué sigues preguntando entonces? — Conttraatacó Evan. — No es nada nuevo ni diferente a lo que tú haces.
— Te recuerdo que todavía estás casado conmigo, así que mejor controla tus deseos promiscuos.
Evan la miró de reojo, su apetito y su mañana ya estaban lo bastante arruinados.
— Si eso es lo que has venido a decir, será mejor que te vayas ahora.
— No quiero sorpresas, Evan. —Advierte María. — Me las vas a pagar caro si llegas a embarazar a esa puta.
Evan aprieta las manos en un puño, María azotó la puerta al salir y él trató de tranquilizarse, pensando en cosas un poco más alegres, pero le fue imposible.
(...)
— Por aquí tampoco hay nada. — Gabriel lanzó de vuelta la carpeta al montón de documentos de donde la había sacado, ya estaba cansado de tanto buscar entre papeles y hojas sueltas. — ¿Por qué insistes tanto en encontrarla? ¿No iba a ser algo solo de una noche? Ni siquiera le dijiste tu nombre.
Evan levantó la mirada de su propia pila de documentos, su cabeza apenas lograba sobresalir del escritorio.
— Solo tengo curiosidad por saber quién es, es solo interés...
— Interés dices... Yo creo que más bien alguien quedó flechado. —Comenta Collins, suspirando, se había arrojado al suelo, cansado de tanto buscar en vano. — Si tanto te gustó esa mujer le hubieras dejado en la nota tu numero de teléfono y tu nombre, como lo haría una persona normal, pero tú solo tuviste sexo casual y la dejaste botada.
Evan no dijo nada, probablemente por la sensación de que Collins tenía razón.
— Al menos me gustaría saber quién es. — Murmuró. — Es decir, ¿Cuántas Leonor podrían haber que dirijan grandes negocios?
Collins y Gabriel lo miraron como si estuviera loco.
— ¿Realmente creíste un cuento como ese? Normalmente no eres tan ingenuo. — Dice Collins, encogiéndose de hombros. — ¿y qué pasa si te mintió? No podrías saberlo porque ustedes no son más que desconocidos para el otro, además no hay manera de encontrarla, es como buscar una aguja dentro de un pajar.
Sin embargo, mientras Collins trataba de hacer que Evan reaccionara, Gabriel, que había encendido el televisor para ver las noticias, de repente les llama la atención.
— Evan, ¿Acaso la mujer que dices tiene cabello castaño....? — Preguntó.
— Sí. — Respondió Evan sin mirarlo, todavía concentrado en los documentos.
— ¿Tiene un lunar en la mejilla y hoyuelos marcados?
— ¿Sí...? Eso creo...
— ¿Por casualidad la llaman ''Nora''?
Evan se detuvo en ese momento. — ¿Por qué preguntas todo es-?
— No puede ser, bendita la suerte que tienes. — Murmuró Gabriel, igual de shockeado.
Al escuchar aquello Collins casi corrió hacia ambos
— ¿Qué sucedió? ¿Encontraste algo? — Le quitó el espacio frente al Televisor a Gabriel, viendo a detalle lo que decía, impactado — Nora Aguilar... Dueña de... Piensa expandirse a... Bla bla bla... ¡Esto es grandioso!
— ¿Grandioso? Apenas leíste tres líneas — Gabriel le arrebató de vuelta el mando del televisor — ¿Estás seguro de que es ella?
— Por supuesto que es ella, ese es su rostro... — Evan ladea la cabeza. — Aunque se siente un poco diferente a cuando la vi en persona, me pregunto por qué será.
— Probablemente sea el efecto de la pantalla. — Concluyó Collins. — Lo importante es que la encontramos y ya no tenemos que pasar un infierno buscándola, ¿Qué tal si vamos a comer ahora para celebrar? El que nos hizo un infierno en la oficina buscando a alguien paga.
Gabriel asintió emocionado, pero, incluso cuando ambos salieron de la oficina, Evan se quedó de pie frente a la pantalla, en el noticiero que anunciaba el debut de Nora en la sociedad como una de las herederas más importantes de la década, todavía siente que hay algo extraño en ella y en su mirada.
Era como si no pudiera reconocerla.
« ¿Tal vez estoy siendo paranoico? »
Quería creer que se trataba de eso.
— ¿Qué es lo que estás haciendo, María?Evan ve a su esposa entrar a la alcoba usando poca ropa, se para en el marco de la puerta con una expresión que, por primera vez, no connota odio, lo cual era mucho más extraño de presenciar. Sobretodo cuando ella se le sube encima.— ¿Acaso olvidas que fuiste tú quien juró no volver a tener sexo conmigo? ¿O es que acaso te has tragado tus palabras finalmente?— Cierra la maldita boca y solo has tu trabajo, Evan.Él se rehusó a mirarla a los ojos.Definitivamente no quería hacer aquello, tener tan cerca a María no despertaba en él ninguna clase de sensación o deseo, y no porque su esposa careciera de atractivo alguno, más bien era que habían llegado a un punto en su torcida relación en que ya no soportaba siquiera tener que compartir la misma cama.Pero, desde lo que ocurrió la noche anterior con Leonor no había dejado de pensar en cosas, cosas que nunca antes se había atrevido a soñar: Una vida donde pudiera hacer lo que quisiera.La familia de
Evan nunca estuvo seguro de ser capaz de llevar su matrimonio por más tiempo.Evan se sienta a la mesa, en la cocina, está comiendo su desayuno de manera silenciosa. Tuvo una larga noche de desvelo, por lo que lo único que desea en ese preciso momento es una comida tranquila. De cierta manera la estaba teniendo, él bebiendo una taza de café, leyendo el periódico, Gilda sirviéndole el desayuno...— ¡EVAN, DÓNDE ESTÁS!Y los gritos de su esposa resonando por toda la casa, interrumpiendo completamente la poca paz que pudo haberse permitido durante el desayuno, aunque ella todavía no llegaba a la cocina, podía escuchar perfectamente el resoplar furioso de su nariz -Cosa que hacía cuando su paciencia se había colmado- Por seña de Evan, Gilda se retiró del lugar antes de que María entrara azotando la puerta.«Aquí vamos otra vez.» Evan se preparó mentalmente para el acontecimiento.Su esposa entra a la cocina y se detiene cuando lo ve allí. Su expresión se endurece en ese momento y gruñe de
Las relaciones románticas de Nora, de alguna manera u otra, también estaban destinadas al fracaso. Era perfectamente consciente de que no había visto a su novio Adam en las últimas semanas y ni siquiera había contestado sus mensajes, entre largas horas trabajando en múltiples lugares para llegar a fin de mes y usando sus pequeños momentos libres para estudiar y así tener más posibilidades apenas y tenía tiempo para nada más. No trataba de usarlo como excusa, se sentía un poco culpable. Por esa razón, cuando por fin había podido hacer un espacio para que cenaran juntos, Adam fue directo al grano mucho antes de que pidieran la comida: ''Tenemos que hablar'' dijo la temerosa frase que probablemente cualquier persona odiaría escuchar, una premonición clara de lo que se avecinaba. — Lo sé... — Murmura Nora. — Sé que te prometí ir a la fiesta de cumpleaños de tu madre, pero tienes que entender que- — No se trata de eso, Leonor. Ya nunca más se tratará de eso. Porque el problema somos
Leonor corre a través del gran salón de baile, sirviendo champán y entremeses a los invitados bien vestidos que asisten a la gala benéfica del Hospital infantil. Como mesra en el evento, Nora tiene que Zigzaguear entre los millonarios que se mezclan con facilidad entre los de su misma clase social.Pero su mente está en blanco, sigue siendo incapaz de concentrarse en algo más que el recuerdo de aquel misterioso hombre que la cautivó, aunque no sabía ni siquiera su nombre, podía estar segura de una cosa: Estaba completamente fuera de su liga.Entonces, cuando trata de convencerse a sí misma de desechar su terrible sentimiento, lo ve a él una vez más: El hombre más atractivo y misterioso que alguna vez haya visto, se detiene en seco, momentáneamente hipnotizada.Mientras él se abre paso entre la multitud, la esperanza de Nora aumenta: Tal vez necesite una bebida, un aperitivo. Ella tendría la oportunidad de hablar con él, y él quedará encantado con su ingenio y amabilidad. Nora se arreg
La incomodidad de Leonor es evidente.Estaba de pie junto a las escaleras, observando a los asistentes a la fiesta. Buscando con la mirada, de un momento a otro él se le había desaparecido de la vista y no puede evitar sentirse ansiosa, su corazón late con fuerza dentro de su pecho, tiene la sensación de que está a punto de dejarlo escapar por la boca.Y se sintió triste.«Me estoy haciendo ideas extrañas... Tal vez esas miradas ni siquiera significaron algo»Miró su reflejo en el espejo de pared, sin poder creer lo que estaba observando, en cuestión de segundos había pasado de ser una mesera cansada a una integrante de la fiesta gracias a la lástima de una persona.Observa su vestido, el miedo de estropearlo o mancharlo con vino permanece latente, no podría pagar ni en un millón de años la tintorería, mucho menos uno nuevo.Y quiere arrepentirse por un momento e ir a buscar a la persona a lo que le entregó su uniforme de mesera antes de meterse en problemas serios.Pero al mismo tiem
— Sí, tengo mi propia empresa... Yo la dirijo porque soy una... ¿Empresaria?Él alzó una ceja por un momento.— ¿Es así? — Preguntó, mirándola asentir con desesperación solo por cambiar de tema y enfocarse en otra cosa. — ¡Entonces sabes perfectamente lo que estoy hablando! Lamento dudar de tí, por un momento había creído que solo me estabas siguiendo la corriente para decir que tenemos cosas en común, no sabes cómo me molesta que hagan eso.Leonor sonrió de manera forzada.— No te peocupes... — Contestó dentro de su intento por parecer lo más natural posible. — Pero sí, tengo muchos negocios que estoy pensando expandir al exterior.A pesar de su verdadero origen empobrecido, Leonor no era completamente ignorante o ajena al mundo de los negocios, conoce escasamente cómo funciona gracias a pláticas y reuniones que había presenciado cerca de algunos de los jefes que había tenido, es cierto que no había tenido acceso a una educación de primera o a recursos lujosos, pero su inteligencia c