7.

— ¿Qué es lo que estás haciendo, María?

Evan ve a su esposa entrar a la alcoba usando poca ropa, se para en el marco de la puerta con una expresión que, por primera vez, no connota odio, lo cual era mucho más extraño de presenciar. Sobretodo cuando ella se le sube encima.

— ¿Acaso olvidas que fuiste tú quien juró no volver a tener sexo conmigo? ¿O es que acaso te has tragado tus palabras finalmente?

— Cierra la m*****a boca y solo has tu trabajo, Evan.

Él se rehusó a mirarla a los ojos.

Definitivamente no quería hacer aquello, tener tan cerca a María no despertaba en él ninguna clase de sensación o deseo, y no porque su esposa careciera de atractivo alguno, más bien era que habían llegado a un punto en su torcida relación en que ya no soportaba siquiera tener que compartir la misma cama.

Pero, desde lo que ocurrió la noche anterior con Leonor no había dejado de pensar en cosas, cosas que nunca antes se había atrevido a soñar: Una vida donde pudiera hacer lo que quisiera.

La familia de María había dejado las cosas claras en una ocasión: Si ambos lograban concebir un hijo que se convirtiera en un heredero, solo entonces podría tener la opción de divorciarse y tal vez el sacrificio valdría la pena.

Tal vez si lograba dejarla... Podría ir detrás de la persona que realmente quería.

«Tal vez no sea tan malo...»

— Te ves bien ahí, debajo de mí es el lugar que te corresponde.

La expresión de María fue sonriente, mientras que Evan lo quiso tomar como una mala broma a pesar de saber que su esposa no estaba jugando al decir eso, era su verdadero y auténtico pensar.

Aunque odiaba completamente aquello no hizo más que resignarse, en la cama, durante la intimidad, María podía ser cualquier cosa menos delicada y no importaba qué; no se detenía, era algo que había aprendido a las malas durante su noche de bodas.

Sabía que solamente buscaba satisfacerse a sí misma cuando se lo introdujo sin ningún tipo de preparación previa, tomándose en serio aquello de solo limitarse a hacer lo suyo, con eso su nivel de excitación que de por sí estaba al mínimo se clavó hasta el subsuelo.

— No... No me beses. — Evan le cubrió la boca con la palma de la mano cuando estuvieron a milímetros de distancia, apartando el rostro.

Pero eso no le gustó.

María hizo una mala expresión. — Aquí las cosas son muy sencillas: Tú solo tienes que limitarte a obedecer y yo haré lo que me corresponde. Solamente es eso. ¿O qué? ¿Vas a fingir que hay amor entre nosotros ahora? No seas tonto, nuestra relación nunca se trató sobre eso, porque yo te odio.

Evan no pudo soportarlo más.

Tomó un cigarro de la cajonera en la mesita de noche junto con el encendedor, el cual devolvió a su lugar tras encender el cigarrillo mientras empujaba a María hacia la cama, lejos de sí. — Esto no va a funcionar.

Evan  caminó hacia el balcón para exhalar el humo afuera, escuchaba los gritos y las quejas de María a sus espaldas, pero no le tomó atención y simplemente la dejó marcharse.

— Debo estar lo suficientemente desesperado por salir de esto que de verdad estuve dispuesto a intentarlo. — Su mirada se perdió en el horizonte, y recargándose del barandal dejó que la brisa fría de la noche le refrescara las ideas.

¿Por qué no podía volverse a sentir de la misma forma que la noche en que compartió cama con Leonor?

«Realmente debo haberme obsesionado con ella.» Evan se ríe a secas.

***

Algo malo definitivamente le estaba pasando.

Y era que ella no se consideraba una mala estudiante, tenía un notable promedio que apenas y era superado por una minoría cantidad de personas, pero desde hacía ya una semana no importaba qué tanto esfuerzo pusiera, tenía la escasa sensación de que era incapaz de leer lo que estaba escrito en la pizarra y que su profesor estaba hablando en otro idioma, simplemente no podía concentrarse.

— Oh, Pobrecita nuestra Nora. El shock de haber sido abandonado por el hombre de sus sueños tras una noche de sexo casual fue tan grande que quedó idiota y reprobará el semestre de seguir así ¿No es eso una pena? — Miranda continuó hablando con completa libertad, ella le apartó el brazo que le habían colocado alrededor del hombro — Pero no te preocupes, nosotros, como tus queridos amigos, tenemos la solución a tus problemas.

— ¿De qué estupidez estás hablando ahora? — Preguntó.

Theo intervino: — No es sano que te sigas aferrando a una persona que no volverás a ver, es por eso que Miranda invitó a un chico al que le gustas desde hace meses.

— Pero si yo no veo a nadie ¿A quién trajeron?

Miranda se acercó hacia ella por detrás, girándole el rostro hasta apuntarlo hacia la persona frente a sí. — Lleva más de media hora allí ¿Cómo es que no lo has notado?

Nora se sintió completamente avergonzada, había estado hablando libremente sin reparos.

— Me llamo Carlos, mucho gusto — Se presentó tan pronto ella se percató de su existencia.

— Oh, yo soy Nora — Le estrechó la mano. Pero justo antes de que pudiera decir algo más la alarma en el reloj de Nora pitó — Lo siento, ya debo irme, tengo cosas que hacer.

Luego se fue rápidamente.

— No te preocupes, es así todos los días — Trató de explicar Miranda, Carlos suspiró como respuesta — Verás que no es tan malo una vez que te acostumbres.

(...)

— Edificio X de la calle Norte... Debería ser por aquí... — Nora alza la mirada para encontrarse con una industria enorme, un edificio tan imponente que la hacía sentir mucho más insignificante de lo normal.

Al entrar se aferra al paquete que debe entregar, si el edificio era lujoso en el exterior por dentro parecía alguna clase de cuadro invaluable hecho por un diseñador famoso, incluso podía decir que una sola de las plantas decorativas costaban más que su vida entera.

Por supuesto, las personas allí dentro la pasaron desapercibida como a una pequeña hormiga, era de esperarse, ella solamente era la mujer que entregaba paquetes, si tuviera la posibilidad se ignoraría a sí misma.

— Buenos días... Traigo un paquete para el señor... ¿Evan? — Leyó la etiqueta con los ojos entrecerrados. — Lo siento, no dice cuál es el apellido, ¿Podría averiguar por favor?

«¿Quién diablos pediría un paquete y no colocaría el apellido? ¿Acaso solo me están jugando una broma?» Nora tiene que respirar hondo, muy hondo.

— Sí, eso es por motivos de seguridad. No te preocupes — Contestó la recepcionista, probablemente la única persona que no la había mirado de manera despectiva — Normalmente los que hacen las entregas van directamente a su oficina, a él le gusta recibir por sí mismo sus paquetes ¿Le gustaría subir? Es en el último piso.

Leonor accedió, no demasiado convencida sobre si aquello era una buena idea.

Y realmente no lo era.

Jamás en su vida se había sentido tan fuera de lugar, las personas que la acompañaban en el ascensor le hicieron desear haber subido por las escaleras debido a que estaba siendo mirada como un espécimen raro muy difícil de hallar en los alrededores.

Solamente pudo respirar de alivio cuando e ascensor se vació y pudo continuar subiendo.

Al salir de allí se encontró con un piso realmente único, había un pasillo junto a la puerta donde se imaginaba era la oficina del presunto señor Evan, justo en frente estaba la recepción, probablemente de su secretaria personal.

Pero no importaba cuántas veces tocara la puerta, simplemente no salía nadie.

— ¿Tendré que esperar? — Era lo último que quería, sin embargo, la situación lo ameritaba. Necesitaba que alguien firmara el paquete.

Leonor, al ver el pasillo decidió asomarse, era bastante notorio que conducía a otro espacio más reservado debido a que tenía varias entradas, sin embargo sus pies se movieron solos, tal vez si encontraba a alguien con quien dejar el paquete podría marcharse cuanto antes.

Realmente creyó que la suerte la estaba acompañando cuando escuchó el sonido de varias voces acercándose, trató de seguir avanzando, sin embargo, al poco tiempo su cuerpo se quedó inmóvil, estático cuando reconoció en seguida una de las voces masculinas que charlaban.

De inmediato los recuerdos de lo que fue la mejor noche de su vida se avivaron, la imagen borrosa y distorsionada del rostro de su amante se volvió nítida cuando lo vió salir del otro lado del pasillo, su corazón se aceleró, entonces supo que tenía que salir de ahí cuanto antes.

Se ajustó la gorra para evitar ser reconocida, se dio media vuelta y corrió tan rápido como sus temblorosas piernas se lo permitieron.

«Si me descubren estoy muerta, si me descubren estoy muerta.» Se repitió un millón de veces dentro de la cabeza.

— ¡Oye, tú! ¡¿Qué diablos crees que haces?! — Evan mismo levantó la voz. — ¿Qué estás haciendo aquí? Será mejor que me digas ahora mismo quién eres o alertaré a los de seguridad.

Leonor entonces se imovilizó al darse cuenta que en una empresa liderada por esa persona no tendría oportunidad para el escape, pero no se dió la vuelta.

— Tranquilízate, necio. Es solamente el de las entregas con tu paquete, no asustes al pobre. — Dijo otra de las personas que estaba a su lado.

«Estaba en lo correcto, entonces él es Evan...» Pensó Leonor, conteniendo el aire. Estaba asustada todavía, afortunadamente la habían confundido con un hombre debido al exuberante traje anaranjado y la gorra pertenecientes al uniforme del servicio de entregas para el que trabaja.

— ¿Es eso así? — Preguntó Evan. — ¿Por qué no te has dado la vuelta entonces?

Leonor seguía enmudecida, podía escuchar tras de sí los pasos de Evan acercándose, dispuesto a hacerla darse la vuelta para mirar su rostro también.

— ¿Qué pasa? ¿La lengua te la comió un ratón?

— Así no va el dicho, Evan.

— Pff...

Ambos se giraron hacia ella cuando escucharon su risa intentando ser contenida, Leonor se cubrió la boca con ambas manos, la manera tan seria en que Evan había dicho mal aquello le había dado demasiada gracia.

— Parece que todavía eres capaz de tener un buen sentido del humor. — Destacó Evan. — Pero todavía eres una persona sospechosa, así que mientras más rápido cooperes será mejor para tí.

Leonor miró a los lados en busca de auxilio, vió de repente la puerta del ascensor abierta y llenándose el cubículo, entonces supo que tenía una oportunidad de hacer las cosas, entregar el paquete e irse.

— ¡Lo siento, no volverá a ocurrir! ¡Solo vine a traer su paquete pero como no había nadie quise buscarlo debido a que me dijeron que le gustaba recibirlos en persona! Por favor no le reclame a mi agencia. — Suplicó, estaba hablando de manera rápida y atropellada, una típica característica que delataba su nerviosismo. — ¡Aquí tiene, que tenga un buen día!

Incluso más rápido de lo que se hubiera esperado de sí misma, ella empujó el paquete contra él y lo soltó, Evan todavía no terminaba de salir de su trance cuando Leonor ya había salido corriendo y se había metido en el ascensor antes de que cerrara por puro milagro.

— ¡Oye, espera! — Gritó Evan, tratando de alcanzarla.

Pero lo único que alcanzó a ver fueron los puertas del ascensor lleno de personas cerrándose por completo.

Y dentro del ascensor Leonor sintió que estaba a punto de morir.

* * *

— Vaya, Evan. Tu mirada asesina lo intimidó en cuestión de segundos ¿No es ese un nuevo récord? Aunque el chico de por sí era bastante extraño — Collins tomó el paquete dejado — ¡Genial, es la nueva colección que pedí!

— ¿No te fijaste? Su pequeña estatura, el cabello, la forma del cuerpo, estaba bastante claro que era una mujer. — Mencionó Evan, mirando desde su ventana la pequeña mancha anaranjada que corre desesperadamente sin su gorra, mostrando el largo cabello castaño que ondeaba con la brisa. — Yo que solamente quería decirle que se le cayó su identificación de trabajador.

— ¿Realmente era una chica? ¿Entonces por qué salió huyendo?

Evan ladeó la cabeza. Por un momento había creído reconocerla, la voz que escuchó se le hizo lo suficientemente familiar como para dejarlo pensativo por varios minutos, incluso sabría reconocer la frágil mano que le empujó agresivamente el paquete contra el pecho.

Era mucho más familiar que la imagen que había visto en la televisión.

«Ya estoy pensando en tonterías.» Se dice a sí mismo.

Y también había una segunda curiosidad en la identificación.

''NORA''

Eso era lo que estaba escrito.

— Vaya, sí que tiene una letra horrible — Murmuró Evan, girándose luego hacia Collins y sus compras felices — Espera ¡¿Otra vez compraste cosas a mi nombre?!

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo