Las relaciones románticas de Nora, de alguna manera u otra, también estaban destinadas al fracaso.
Era perfectamente consciente de que no había visto a su novio Adam en las últimas semanas y ni siquiera había contestado sus mensajes, entre largas horas trabajando en múltiples lugares para llegar a fin de mes y usando sus pequeños momentos libres para estudiar y así tener más posibilidades apenas y tenía tiempo para nada más.
No trataba de usarlo como excusa, se sentía un poco culpable.
Por esa razón, cuando por fin había podido hacer un espacio para que cenaran juntos, Adam fue directo al grano mucho antes de que pidieran la comida:
''Tenemos que hablar'' dijo la temerosa frase que probablemente cualquier persona odiaría escuchar, una premonición clara de lo que se avecinaba.
— Lo sé... — Murmura Nora. — Sé que te prometí ir a la fiesta de cumpleaños de tu madre, pero tienes que entender que-
— No se trata de eso, Leonor. Ya nunca más se tratará de eso. Porque el problema somos nosotros. — Contesta. — Nora, ya nunca nos vemos porque siempre estás trabajando o estudiando, me siento solo llevando esta relación a cuestas y creo que no es justo.
El corazón de Leonor se sintió presionado por un momento.
Sabe que Adam tiene razón, había estado tan ocupada que descuidó completamente algo que debía considerar importante también.
— Lo siento... — Dijo en voz baja, muy baja. — Estoy realmente intentando equilibrar todo mientras ahorro y cuido de mi madre, ella está-
— Enferma, muy enferma. Siempre lo dices. — Él la interrumpe, suspirando. — No quiero ser malo, pero una relación también necesita tiempo y atención, ya no parece que seamos prioritarios el uno para el otro. No tienes tiempo para mí, ya ni siquiera me envías un mensaje y cuando estamos juntos solo te quedas dormida.
Adam tomó sus manos con cierta expresión de simpatía, misma sonrisa que solo se hace en el rostro cuando estás a punto de terminar una relación por las buenas.
— Eres importante para mí. — Insiste Nora. — Tal vez dudé un poco, sé que he descuidado lo que tenemos, pero si me das la oportunidad yo-
Él negó con la cabeza un par de veces.
— Creo que tal vez queremos cosas diferentes en este momento. — La interrumpió mucho antes de que ella terminara de decir lo que estaba pensando en decir. — Lo siento, Nora. Pero realmente dudo el hecho de que en verdad estabas metida en esta relación y no pienso seguir de esta manera, así que lo mejor será que terminemos.
Leonor tuvo una sensación de vacío inminente, solo puede rascarse la nuca con inseguridad, sabe que él tiene razón, sus vidas se habían separado hacia mucho tiempo.
— Si eso es lo que necesitas... — Dijo en voz baja, aceptándolo.
Pero Adam frunció el ceño. — ¿Lo ves? Estoy terminando contigo pero parece que ni siquiera te importa, ¿Acaso tienes sentimientos?
Se levantó de la silla furioso, dejándola ahí sentada, sola.
Nora se sintió aturdida por un momento, estaba consciente de que perdió algo precioso, lo sabía bien, sin embargo, más allá del pequeño sentimiento de culpabilidad, realmente no estaba triste ni sabía cómo reaccionar, solo tuvo el momento para reflexionar un poco, pero eso fue todo.
«Tal vez tenía razón y no tengo sentimientos...» Pensó.
— Ahí va otro que no soportó la presión, ¿No es un nuevo récord? — Miranda pasó su brazo alrededor del hombro mientras intentaba levantarle los ánimos de una manera poco convincente. — Pobre Nora, todo lo que haces es trabajar y luchar por llegar a fin de mes y aún así puedes espantar a los chicos.
Nora la apartó. — Cállate, tonta.
No era la primera vez que algo como eso ocurría, acostumbraba que sus relaciones fueran efímeras gracias a que ninguna persona que ella conociera estaba dispuesta a entrar en una relación romántica con alguien que solamente vive para trabajar y trabaja para vivir.
— Realmente no sé por qué no te has rendido en esto de las citas, ¿No estás ya demasiado ocupada?
Nora suspiró. — Él dijo que no le importaba a pesar de que yo traté de advertírselo pensé que funcionaría esta vez. — Se rascó la nuca con algo de confusión en el rostro. — Supongo que solo se trataba de palabras vacías.
Miranda asiente con simpatía, luego le da un codazo a Nora de nuevo para levantarle el ánimo. — Entonces, ¿Ya le echaste el ojo a alguien nuevo ahora que estás soltera? — Pregunta con una sonrisa en el rostro.
Leonor no puede evitar mirarla como a un bicho raro que ruega por ser aplastado.
— ¿Qué dices? Acaba de suceder.
Miranda levanta las manos con fingida exasperación. — ¡Vamos, Nora! No hay tiempo que perder mientras somos jóvenes y vigorosas! Los chicos no van a esperarnos para siempre, ¿Sabes?
Leonor se ríe y niega con la cabeza.
— Eres imposible.
Miranda sonríe. — Solo te ayudo a ver el lado positivo. ¡Ahora estás disponible para todos los caballeros elegantes de la ciudad!
Leonor pone los ojos en blanco. — Está bien, casanova, cálmate.
Miranda guiña un ojo. — Y si todavía no consigues nada después de un tiempo yo conozco un lugar donde por un par de billetes te pueden quitar la virginidad.
Antes de que continuara con su discurso sobre la libertad Theo, el más responsable del equipo, la interrumpió. — Deja de corromper el alma inocente y pura de Nora, ella no necesita aprender a ser una versión segunda de tí.
— Yo no soy como crees que soy, Theo. — Aclaró Miranda — siempre aclaro que no busco nada serio cuando estoy con alguien.
— Sí, dile eso a alguien que sí pueda creerlo.
Leonor rie, la conversación había dado un giro muy extraño en torno a Miranda tratando de defender a capa y espada su santidad de maneras muy raras, por supuesto, nadie creía en nada de lo que decía, pero Leonor considera gracioso el que lo intente con tanto esmero.
—Ya tengo que irme, me necesitan para echar una mano durante una fiesta esta noche. Uno de los meseros se enfermó. — Terminó de beber la malteada que había pedido durante la plática, dejando el envase vacío sobre la mesa mientras se ponía de pie, el reloj ya le había avisado que era hora de regresar a la vida real.
Sus amigos la miraron con preocupación.
— ¿Algún día dejarás de trabajar? Por tu bien.
Nora sonrió ante las palabras de Miranda.
— Por ahora no lo creo. — Contestó.
No era como si no pensara en tomarse un descanso alguna vez, simplemente aquello era un lujo que por el momento no podía permitirse
(...)
Cuando llega a su siguiente trabajo ya la estaban esperando. Apenas ingresó a las instalaciones fue atajada por un hombre que se veía estresado, tanto que no quedaba ningún cabello en su calva cabeza.
— Hasta que por fin llegas ¿Eres la que suplantará al mesero que enfermó de varicela? — Tan pronto como ella asintió aquel pobre hombre vio la luz y rápidamente le entregó una muda de ropa y una bandeja pesada de plata — Perfecto, cámbiate rápido y ve a asistir la fiesta.
Tan pronto se cambió de atuendo pudo ingresar, lo primero que saltó a su vista fue la imagen de un salón de fiestas que parecía sacado de algún cuento de princesas, a pesar de que ella entró por una puerta auxiliar pudo apreciar la entrada principal; Enormes puertas que daban hacia unas magníficas escaleras donde los asistentes hacían su entrada triunfal con elegantes y pomposos vestidos o atuendos extravagantes.
Dicho salón de fiesta culminaba en un jardín inmenso con vista espléndida y una salida trasera para aquellos que quisiesen irse de manera más reservada o simplemente un lugar donde podían tomar aire fresco.
Era simplemente magnífico.
Un evento de la alta sociedad hecho para realizar conexiones y mostrarle al mundo lo humilde que eres comprando artículos en una subasta cuyo dinero recaudado sería por una buena causa, Dichas normas para participar no aplicaban para los meseros, por lo que tampoco nadie se les acercaba con otro fin que no fuera para recibir bebidas o algo de comer.
Supo rápidamente por qué contrataban sin siquiera exigir experiencia laboral: Ningún ser humano podría resistir aquel trabajo durante mucho tiempo.
Esa noche ella caminó hasta que sintió que se le cansaron los pies, su trabajo era únicamente asegurarse que todos al menos aparentaran verse felices.
— Debes estar cansada, puedes tomar un descanso cerca de las escaleras. — Recomendó su jefe tras haberla visto trabajar duro. — Ahora que va a empezar la subasta las cosas estarán bajo control, pero no te salgas de mi vista por si necesito tu ayuda.
Leonor asintió ligeramente, internamente está agradecida de poderse detener por un momento. Para ella lo mejor habría sido ser capaz de sentarse, pero no se queja con tal de pasar un rato de descanso.
De repente, las puertas dobles se abren y un misterioso caballero entra en un remolino de ropa fina y perfume. Su llegada es como un estallido de luz solar radiante, iluminando todos los rincones de la habitación. Leonor deja de hacer lo que está haciendo y mira hacia arriba con asombro. La belleza y la gracia de esa persona llaman la atención, manteniendo todo el lugar en su órbita mientras hace su entrada. Incluso los invitados parecen sentarse un poco más rectos bajo su mirada.
Mientras desciende la escalera, sus ojos recorren la escena y se posan brevemente en Nora. Una pequeña sonrisa curva sus labios al verla mirar con tanta admiración y deleite. Leonor rápidamente aparta la mirada, ya que no quiere que la pillen boquiabierta mirando. Pero no puede evitar robarle miradas por debajo de sus pestañas, absorbiendo la vista de él.
El misterioso caballero termina su descenso y cruza a través del mar de personas. El corazón de Nora se eleva ante esa breve conexión antes de que el deber la llame de nuevo a su tarea. Pero continúa su trabajo con una sonrisa, recordando el resplandor de la gran entrada de aquella misteriosa persona a la que continuaría buscando con la mirada el resto de la noche.
Leonor corre a través del gran salón de baile, sirviendo champán y entremeses a los invitados bien vestidos que asisten a la gala benéfica del Hospital infantil. Como mesra en el evento, Nora tiene que Zigzaguear entre los millonarios que se mezclan con facilidad entre los de su misma clase social.Pero su mente está en blanco, sigue siendo incapaz de concentrarse en algo más que el recuerdo de aquel misterioso hombre que la cautivó, aunque no sabía ni siquiera su nombre, podía estar segura de una cosa: Estaba completamente fuera de su liga.Entonces, cuando trata de convencerse a sí misma de desechar su terrible sentimiento, lo ve a él una vez más: El hombre más atractivo y misterioso que alguna vez haya visto, se detiene en seco, momentáneamente hipnotizada.Mientras él se abre paso entre la multitud, la esperanza de Nora aumenta: Tal vez necesite una bebida, un aperitivo. Ella tendría la oportunidad de hablar con él, y él quedará encantado con su ingenio y amabilidad. Nora se arreg
La incomodidad de Leonor es evidente.Estaba de pie junto a las escaleras, observando a los asistentes a la fiesta. Buscando con la mirada, de un momento a otro él se le había desaparecido de la vista y no puede evitar sentirse ansiosa, su corazón late con fuerza dentro de su pecho, tiene la sensación de que está a punto de dejarlo escapar por la boca.Y se sintió triste.«Me estoy haciendo ideas extrañas... Tal vez esas miradas ni siquiera significaron algo»Miró su reflejo en el espejo de pared, sin poder creer lo que estaba observando, en cuestión de segundos había pasado de ser una mesera cansada a una integrante de la fiesta gracias a la lástima de una persona.Observa su vestido, el miedo de estropearlo o mancharlo con vino permanece latente, no podría pagar ni en un millón de años la tintorería, mucho menos uno nuevo.Y quiere arrepentirse por un momento e ir a buscar a la persona a lo que le entregó su uniforme de mesera antes de meterse en problemas serios.Pero al mismo tiem
— Sí, tengo mi propia empresa... Yo la dirijo porque soy una... ¿Empresaria?Él alzó una ceja por un momento.— ¿Es así? — Preguntó, mirándola asentir con desesperación solo por cambiar de tema y enfocarse en otra cosa. — ¡Entonces sabes perfectamente lo que estoy hablando! Lamento dudar de tí, por un momento había creído que solo me estabas siguiendo la corriente para decir que tenemos cosas en común, no sabes cómo me molesta que hagan eso.Leonor sonrió de manera forzada.— No te peocupes... — Contestó dentro de su intento por parecer lo más natural posible. — Pero sí, tengo muchos negocios que estoy pensando expandir al exterior.A pesar de su verdadero origen empobrecido, Leonor no era completamente ignorante o ajena al mundo de los negocios, conoce escasamente cómo funciona gracias a pláticas y reuniones que había presenciado cerca de algunos de los jefes que había tenido, es cierto que no había tenido acceso a una educación de primera o a recursos lujosos, pero su inteligencia c
Leonor miró la cara desesperada y pálida de su madre, sus delgados dedos se le aferraban con fuerza a los hombros, no pudo sostenerle la mirada por mucho tiempo.— No te acostumbres a decirme mentiras, Leonor. Entre el cielo y la tierra no hay nada escondido. — Ella le arrebató la bolsa de las manos, mostrando el vestido que había en el interior. — Es bastante bonito, algo que personas como tú y yo jamás podremos costear. ¿Valió la pena haber actuado como una puta a cambio de este vestido lujoso?Leonor se queda en silencio. «Ni siquiera fue así como sucedieron las cosas...» No puede explicárselo a su madre, solo recibir el vestido silenciosamente.Mira a su madre una vez más.— No vuelvas a mentirme, tampoco llegues tarde de nuevo, si me muero será completamente culpa tuya y tendrás que cargar con eso en tu consciencia por el resto de tu vida.— Sí, madre... — Respondió.— Mis medicamentos están a punto de agotarse, tienes que comprar los medicamentos nuevos, además no hay nada de c
— ¿Qué es lo que estás haciendo, María?Evan ve a su esposa entrar a la alcoba usando poca ropa, se para en el marco de la puerta con una expresión que, por primera vez, no connota odio, lo cual era mucho más extraño de presenciar. Sobretodo cuando ella se le sube encima.— ¿Acaso olvidas que fuiste tú quien juró no volver a tener sexo conmigo? ¿O es que acaso te has tragado tus palabras finalmente?— Cierra la maldita boca y solo has tu trabajo, Evan.Él se rehusó a mirarla a los ojos.Definitivamente no quería hacer aquello, tener tan cerca a María no despertaba en él ninguna clase de sensación o deseo, y no porque su esposa careciera de atractivo alguno, más bien era que habían llegado a un punto en su torcida relación en que ya no soportaba siquiera tener que compartir la misma cama.Pero, desde lo que ocurrió la noche anterior con Leonor no había dejado de pensar en cosas, cosas que nunca antes se había atrevido a soñar: Una vida donde pudiera hacer lo que quisiera.La familia de
Evan nunca estuvo seguro de ser capaz de llevar su matrimonio por más tiempo.Evan se sienta a la mesa, en la cocina, está comiendo su desayuno de manera silenciosa. Tuvo una larga noche de desvelo, por lo que lo único que desea en ese preciso momento es una comida tranquila. De cierta manera la estaba teniendo, él bebiendo una taza de café, leyendo el periódico, Gilda sirviéndole el desayuno...— ¡EVAN, DÓNDE ESTÁS!Y los gritos de su esposa resonando por toda la casa, interrumpiendo completamente la poca paz que pudo haberse permitido durante el desayuno, aunque ella todavía no llegaba a la cocina, podía escuchar perfectamente el resoplar furioso de su nariz -Cosa que hacía cuando su paciencia se había colmado- Por seña de Evan, Gilda se retiró del lugar antes de que María entrara azotando la puerta.«Aquí vamos otra vez.» Evan se preparó mentalmente para el acontecimiento.Su esposa entra a la cocina y se detiene cuando lo ve allí. Su expresión se endurece en ese momento y gruñe de