— Sí, tengo mi propia empresa... Yo la dirijo porque soy una... ¿Empresaria?
Él alzó una ceja por un momento.
— ¿Es así? — Preguntó, mirándola asentir con desesperación solo por cambiar de tema y enfocarse en otra cosa. — ¡Entonces sabes perfectamente lo que estoy hablando! Lamento dudar de tí, por un momento había creído que solo me estabas siguiendo la corriente para decir que tenemos cosas en común, no sabes cómo me molesta que hagan eso.
Leonor sonrió de manera forzada.
— No te peocupes... — Contestó dentro de su intento por parecer lo más natural posible. — Pero sí, tengo muchos negocios que estoy pensando expandir al exterior.
A pesar de su verdadero origen empobrecido, Leonor no era completamente ignorante o ajena al mundo de los negocios, conoce escasamente cómo funciona gracias a pláticas y reuniones que había presenciado cerca de algunos de los jefes que había tenido, es cierto que no había tenido acceso a una educación de primera o a recursos lujosos, pero su inteligencia callejera la convirtió en una observadora astuta.
— Oh, ¿Quieres volverla transnacional?
Aunque tal vez no tanto.
Por un momento Leonor se quedó en blanco.
— No, solo quiero expandir hacia el exterior.
Escuchar la risotada de Evan después de eso la hizo ponerse nerviosa, sintiéndose expuesta también.
— El alcohol probablemente ya te ha afectado. — Evan, para suerte de ella, no parecía indignado, sino divertido. — Obviamente sabes que es lo mismo.
Leonor en ese momento deseó que la tierra se abriera para que la tragara viva.
— Por supuesto que lo sabía, es decir- No es como si apenas me estuviera dando cuenta. — Explicó nerviosamente. — Hace calor, tengo algo de calor ¿No te parece? Deberíamos tomar otro trago.
Otro silencio se formó entre ambos poco después, no era incómodo, no se dio cuenta que estaba meciéndose al ritmo de la música de fondo, abrazándose a sí misma. De la nada, él se inclinó sutilmente hacia ella, tomando la copa vacía entre aquellas manos y entregándoselas a un mesero que cruzó en el momento preciso.
— ¿Qué estás haciendo ahora? — Pregunta Leonor cuando él la toma de la cintura.
— Parecía que tenías ganas de bailar, así que estoy bailando contigo. — Contesta sin dudar, haciéndola girar al tomarla de la mano.
Leonor se rió. — Ni siquiera estás siguiendo el ritmo de la música.
— Es porque no sé bailar. Solo hago lo mismo que los demás están haciendo.
— Eres un tonto. — Responde entre risas Leonor. — Yo guiaré el baile, ¿Bien?
Leonor sentía que no podía evitar hablar demás, tampoco ocultar la boba sonrisa que se hacía en su rostro con cada comentario que él hacía, era la primera vez que sus conversaciones fluían tan bien con una persona, casi como si así hubiera estado destinado a ser.
Y aunque en ese momento no lo sabía, aquel pequeño momento terminaría cobrando un especial significado en su vida y se convertiría en algo mucho más grande en el futuro
* * *
El cuerpo tembloroso de Leonor cayó sentado al borde de la cama tras dar un traspié que la hizo perder el equilibrio, Evan, quien minutos atrás la había empujado, miró a través de la profundidad de aquellos ojos tímidos pero que reflejaban su deseo hacia él, al fin y al cabo no importaba qué tanto se resistieran a sus deseos más primitivos, ambos seguían siendo seres humanos con deseos y necesidades.
— ¿Te digo algo? Nunca me he complacido mucho en esto. Creo que el sexo se trata de jerarquías: Hay alguien que manda y alguien que obedece. — Él sujetó su mentón para hacerla mirarlo directamente a los ojos. — Y yo estoy acostumbrado a ser quien da las órdenes, no quien las recibe.
El ligero y grave susurro de Evan se sintió como una caricia sobre su boca, Leonor lo miró, lo miró de cerca hasta que sus respiraciones se mezclaron entre sí, las bocas se encuentran y se pierden en el sabor de la otra, mordiéndose con los labios, apenas rozando con la lengua.
El cuerpo de Leonor vibró bajo su toque cuando las manos de Evan buscaron hundirse en su piel mientras se besaban como si hubiesen olvidado que necesitaban del oxígeno para vivir.
Él se aferró a su cintura, como si de un momento a otro tuviera una chispa de racionalidad rompió el beso y apoyó ambas frentes contra la otra.
— ¿Qué edad tienes? — Preguntó en un susurro cuidadoso.
— Tengo... — Contesta Leonor a duras penas.
— Ya veo...
Leonor sentía la presión de Evan contra sí, cuando se dio cuenta de que había perdido de vista su mano sintió cuando empieza a trazar un recorrido delicado por su cuerpo y pronto se le escapaban pequeños suspiros llenos de ansiedad culposa.
Evan no paraba de mirarla como si estuviera esperando algo de ella, volviendo a conectar sus bocas impacientemente.
Leonor jadea al sentir las escurridizas manos de él recorriendo su dorso. Aquel par de manos frías que la hacen estremecer con el más mínimo roce, pero a Evan parece enternecerle la situación y solo afianza más su toque en ella.
— ¿Están frías...? — Repite. — Es porque acabo de salir de la ducha, ¿Te molesta?
Y era que Evan no podía explicar la extraña sensación de querer poseerla, someter cada pequeño músculo y fibra de su cuerpo. Ella era sexy, jodidamente sexy. Desbordaba dulzura hasta por los poros, pero el tipo de dulzura e inocencia por la que cualquiera pagaría por hacer añicos.
— Estás muy tensa ¿Acaso me tienes miedo? — El dedo de Evan se deslizó por la espina dorsal de Leonor, quien reaccionó con sobresalto — Relájate...
— Leonor...
— ¿Perdón?
Ella desvió la mirada, apenada, cubriendo su feroz sonrojo con la muñeca — Mi nombre es Leonor...
— Leonor... Nora — Repitió sobre su oído, causando que la cálida respiración de Evan encendiera más el color en las mejillas de ella — Es un nombre realmente lindo.
Y su cerebro se desconectó justo ahí.
* * *
Nora abre los ojos de golpe.
«Que diablos...» Lo primero que hace al despertar y sentarse es sentir una terrible punzada que la regresó a la cama, su misma cabeza estaba dando demasiadas vueltas, no sabe en dónde está.
Y el hecho de no reconocer las lujosas cortinas y la mucho más lujosa habitación le dio la certeza de que lo que había pasado la noche anterior definitivamente no se trató de un sueño ni una alucinación.
— ¿Eh? — Cuando Leonor se gira hacia los lados se encuentra en la comodidad de una cama enorme y lujosa, pero completamente vacía. No había ni rastro por ningún lado de la persona con la que había compartido cama la noche anterior.
«Ni siquiera me dijo su nombre...» Se lamentó en ese momento.
Sin embargo, cuando echa la mirada hacia la lámpara, ve en la mesia de noche un pequeño sobre con una nota.
''Perdón por hacerte perder el tiempo, te dejé dinero para el taxi y por si necesitas algo, tu vestido está en la tintorería, también te dejé un cambio de ropa. Asumí que no llevabas encima algo cómodo.''
Y eso era todo lo que decía.
Nora arrugó la nota entre sus dedos.
«Este bastardo es realmente...» Gruñe para sus adentros.
Igual necesitaba el dinero para el taxi.
(...)
Al momento de llegar al destartalado departamento en el que vive trata de hacer el menor ruido posible, misión que parece imposible gracias al rechinar de la puerta y sus pasos haciendo sonar la madera del suelo, Nora cierra con el mayor cuidado posible, llevando a rastras el vestido que pasó a recoger de la tintorería, quería llevarlo primero a su habitación, sin que su madre se diera cuenta o estaría en graves problemas.
Por supuesto, su madre tiene sentidos arácnidos para detectarla.
— Llegas tarde, Nora. ¿Dónde estabas? — Cuestionó su madre, aferrada a un tanque de oxígeno que necesita para seguir viviendo. — Te estuve llamando, pero incluso tenías el celular apagado.
«Maldición, mi teléfono.» Nora quiso pegarse cien veces contra la pared justo en la cabeza, recién estaba recordando que había extraviado el teléfono.
No tenía una relación particularmente buena con su madre, Nora gastaba la mayor parte de sus ahorros en medicina y cuidados para su enfermedad, mismo esfuerzo que esa mujer despreciaba completamente, lo cual volvía la relación entre ambas mucho más tensa de lo que debería ser.
— Madre, sabes que no puedo trabajar con el teléfono en las manos. Al entrar me lo decomisaron y olvidé ir por él de regreso porque tenía demasiado trabajo. — Si bien no era una mentira, por supuesto que no estaba dispuesta a contar la verdad absoluta. — H-había mucho que hacer, era una fiesta muy extravagante, luego tuvimos que limpiar todo y ya era muy tarde así que decidí esperar que amaneciera porque ya los buses no pasan a esa hora.
Se sintió intimidada por la mirada de su madre, si bien era una persona que llevaba a cuestas una enfermedad terrible y degenerativa, su madre estaba lejos de ser el estereotipo de ''Mujer convaleciente y amable''
Estaba más cerca de ser el tipo de persona que se aprovechaba de los demás solo por estar enferma.
— Hueles a Shampoo y jabón caro, además esas no son las ropas viejas que siempre sueles usar... ¿Acaso creías que no vi que cargas una bolsa oculta tras la espalda? — Su madre incluso tomó un mechón de su cabello para olerlo. — ¿Con quién te estás acostando mientras tu madre se muere aquí sola, Leonor?
— M-madre... No es lo que crees. La verdad es que-
— ¿Crees que tienes derecho de ir por ahí y tener una buena vida mientras yo me pudro aquí con esta m*****a enfermedad? — Sus palabras son como cuchillos que la atraviesan, cortando a la perfección cada capa de piel. — Si sabes que estoy enferma por tu culpa ¿No? Por haberte dado a luz mi salud empeoró, lo mínimo que podrías hacer es abandonar tus sueños y esperanzas así como yo tuve que abandonar las mías.
Leonor miró la cara desesperada y pálida de su madre, sus delgados dedos se le aferraban con fuerza a los hombros, no pudo sostenerle la mirada por mucho tiempo.— No te acostumbres a decirme mentiras, Leonor. Entre el cielo y la tierra no hay nada escondido. — Ella le arrebató la bolsa de las manos, mostrando el vestido que había en el interior. — Es bastante bonito, algo que personas como tú y yo jamás podremos costear. ¿Valió la pena haber actuado como una puta a cambio de este vestido lujoso?Leonor se queda en silencio. «Ni siquiera fue así como sucedieron las cosas...» No puede explicárselo a su madre, solo recibir el vestido silenciosamente.Mira a su madre una vez más.— No vuelvas a mentirme, tampoco llegues tarde de nuevo, si me muero será completamente culpa tuya y tendrás que cargar con eso en tu consciencia por el resto de tu vida.— Sí, madre... — Respondió.— Mis medicamentos están a punto de agotarse, tienes que comprar los medicamentos nuevos, además no hay nada de c
— ¿Qué es lo que estás haciendo, María?Evan ve a su esposa entrar a la alcoba usando poca ropa, se para en el marco de la puerta con una expresión que, por primera vez, no connota odio, lo cual era mucho más extraño de presenciar. Sobretodo cuando ella se le sube encima.— ¿Acaso olvidas que fuiste tú quien juró no volver a tener sexo conmigo? ¿O es que acaso te has tragado tus palabras finalmente?— Cierra la maldita boca y solo has tu trabajo, Evan.Él se rehusó a mirarla a los ojos.Definitivamente no quería hacer aquello, tener tan cerca a María no despertaba en él ninguna clase de sensación o deseo, y no porque su esposa careciera de atractivo alguno, más bien era que habían llegado a un punto en su torcida relación en que ya no soportaba siquiera tener que compartir la misma cama.Pero, desde lo que ocurrió la noche anterior con Leonor no había dejado de pensar en cosas, cosas que nunca antes se había atrevido a soñar: Una vida donde pudiera hacer lo que quisiera.La familia de
Evan nunca estuvo seguro de ser capaz de llevar su matrimonio por más tiempo.Evan se sienta a la mesa, en la cocina, está comiendo su desayuno de manera silenciosa. Tuvo una larga noche de desvelo, por lo que lo único que desea en ese preciso momento es una comida tranquila. De cierta manera la estaba teniendo, él bebiendo una taza de café, leyendo el periódico, Gilda sirviéndole el desayuno...— ¡EVAN, DÓNDE ESTÁS!Y los gritos de su esposa resonando por toda la casa, interrumpiendo completamente la poca paz que pudo haberse permitido durante el desayuno, aunque ella todavía no llegaba a la cocina, podía escuchar perfectamente el resoplar furioso de su nariz -Cosa que hacía cuando su paciencia se había colmado- Por seña de Evan, Gilda se retiró del lugar antes de que María entrara azotando la puerta.«Aquí vamos otra vez.» Evan se preparó mentalmente para el acontecimiento.Su esposa entra a la cocina y se detiene cuando lo ve allí. Su expresión se endurece en ese momento y gruñe de
Las relaciones románticas de Nora, de alguna manera u otra, también estaban destinadas al fracaso. Era perfectamente consciente de que no había visto a su novio Adam en las últimas semanas y ni siquiera había contestado sus mensajes, entre largas horas trabajando en múltiples lugares para llegar a fin de mes y usando sus pequeños momentos libres para estudiar y así tener más posibilidades apenas y tenía tiempo para nada más. No trataba de usarlo como excusa, se sentía un poco culpable. Por esa razón, cuando por fin había podido hacer un espacio para que cenaran juntos, Adam fue directo al grano mucho antes de que pidieran la comida: ''Tenemos que hablar'' dijo la temerosa frase que probablemente cualquier persona odiaría escuchar, una premonición clara de lo que se avecinaba. — Lo sé... — Murmura Nora. — Sé que te prometí ir a la fiesta de cumpleaños de tu madre, pero tienes que entender que- — No se trata de eso, Leonor. Ya nunca más se tratará de eso. Porque el problema somos
Leonor corre a través del gran salón de baile, sirviendo champán y entremeses a los invitados bien vestidos que asisten a la gala benéfica del Hospital infantil. Como mesra en el evento, Nora tiene que Zigzaguear entre los millonarios que se mezclan con facilidad entre los de su misma clase social.Pero su mente está en blanco, sigue siendo incapaz de concentrarse en algo más que el recuerdo de aquel misterioso hombre que la cautivó, aunque no sabía ni siquiera su nombre, podía estar segura de una cosa: Estaba completamente fuera de su liga.Entonces, cuando trata de convencerse a sí misma de desechar su terrible sentimiento, lo ve a él una vez más: El hombre más atractivo y misterioso que alguna vez haya visto, se detiene en seco, momentáneamente hipnotizada.Mientras él se abre paso entre la multitud, la esperanza de Nora aumenta: Tal vez necesite una bebida, un aperitivo. Ella tendría la oportunidad de hablar con él, y él quedará encantado con su ingenio y amabilidad. Nora se arreg
La incomodidad de Leonor es evidente.Estaba de pie junto a las escaleras, observando a los asistentes a la fiesta. Buscando con la mirada, de un momento a otro él se le había desaparecido de la vista y no puede evitar sentirse ansiosa, su corazón late con fuerza dentro de su pecho, tiene la sensación de que está a punto de dejarlo escapar por la boca.Y se sintió triste.«Me estoy haciendo ideas extrañas... Tal vez esas miradas ni siquiera significaron algo»Miró su reflejo en el espejo de pared, sin poder creer lo que estaba observando, en cuestión de segundos había pasado de ser una mesera cansada a una integrante de la fiesta gracias a la lástima de una persona.Observa su vestido, el miedo de estropearlo o mancharlo con vino permanece latente, no podría pagar ni en un millón de años la tintorería, mucho menos uno nuevo.Y quiere arrepentirse por un momento e ir a buscar a la persona a lo que le entregó su uniforme de mesera antes de meterse en problemas serios.Pero al mismo tiem