¿Grenor le estaba ordenando subirse al auto con él?
Ese hombre tan atractivo y misterioso estaba intentando ayudarla.
No pudo creérselo.
Con el móvil aun en la mano, marcó el número de su amiga bajó la mirada intensa de Grenor.
—¿Qué pasa tesoro? — respondió Ghita de inmediato. —¿Todo bien?
—Te aviso que voy a casa con un…amigo. — murmuró sintiéndose sonrojada de repente. —Se llama Grenor. Estaba en la actividad…y me llevara a casa ahora. —No tenía lógica contarle a su mejor amiga que había perdido el empleo. Al otro día le contaría con lujos de d
Diez horas después.—Nala, ¿Estás segura de querer hacer esto? Mira que a Grecia precisamente…— Ghita no estaba muy convencida de su decisión, y ella lo entendió.Era arriesgado. Incluso una locura. Pero, aun así, lo haría. Ya había tomado la decisión y no iba a arrepentirse.—Pásame los pantalones de Peter. —Le pidió a Ghita mientras doblaba apresuradamente la ropa de su sobrino.—No sé, este hombre no me gusta. Nadie ayuda a una mujer, así como así. — Mascullando, Ghita busco los pantalones de la gaveta y se los paso. —No me gusta nada. —Añadió. —¿Lo pensaste bien? —preguntó mirándola a los ojos y deteniendo sus movimientos al colocar las manos sobre las de ella. —Mírame, Nala. Sabes que te quiero como a una herman
Nala llegó esa noche a Grecia, su cuerpo le dolía demasiadas horas de vuelo. Jamás había viajado tanto, es más ni siquiera había salido del país a vacacionar. Como a muy temprana edad quedó huérfana y tuvo un padre ausente que ni siquiera conoció, Nala no tuvo la oportunidad de poder conocer el mundo como muchos jóvenes. No obstante, cuando tuvo la capacidad monetaria para hacerlo, en viajes universitarios con amigos de la carrera, su hermana desapareció dejándola sola con Peter.No, definitivamente vacacionar no entraba en sus planes.Llegaron directo del aeropuerto a una casa en la playa, una mansión de dos niveles de color blanco. La estructura se alzaba delante de ellos mientras el carro era estacionado en la entrada. Desde lejos la casa no se veía t
Grenor lograba sacar su mal genio sin siquiera estar cerca de ella.Nala esperaría a que él regresara de la oficina y pondría los puntos claros. No podía tenerla allí, así como así. Se sintió inestable y a punto de echarse a llorar.Nala tenía la mala costumbre de llorar si estaba triste, si se enojaba o si estaba feliz, lo cual le dificulta relacionarse como un adulto responsable.Así que no cuestionaría más a la ama de llaves, ella no tenía la culpa de que su jefe fuera un arrogante bipolar.Nala se fue a su habitac
Nala sintió que el piso se abría y el fuego del infierno se la tragaba.—¿Qué diablos has dicho? — pregunto abriendo los ojos de par en par.No podía creer lo que él había dicho.¿El padre de Grenor?¿Cómo podría ser aquello posible?—No puede ser…— susurró muerta de miedo, pánico, ira. Tuvo demasiadas emociones aglomeradas y a punto de estallar.Vio por el rabillo del ojo la puerta y quiso marcharse, pero Grenor se atravesó en su camino.—Ni se te ocurra. Ahora más vas a escuchar. — dijo él con voz profunda.—¿Qué es lo que quieres de mí?¡Dios mío! ¡Su mejor amiga tenía razón!Aquel hombre era un desgraciado. Un manipulador que la había engañado.—Siénta
Capitulo CatorceOdiaba ver las cosas tiradas. Por eso pagaba a personas para que limpiasen su espacio. El mismo no tiraba nada, pero cuando tenía actividad con sus padres, prefería pagar a un equipo de limpieza.—Eres tan desagradable, toda tirada ahí. Levántate. — le ordenó pateando las sábanas.Nala lo miró como si él fuera el mismo diablo.No pudo evitar sonreír.Perfecto, la mujer lo odiaba, así era mejor. No le dolía nada lo que ella estuviera sufriendo o pasando.—Eres un maldito idiota. — dijo ella con la mandíbula apretada y los ojos verdes centelleantes.
Nala escuchó las voces y quiso salir de inmediato, pero pensó en todo lo que Grenor le había gritado y ofendido, así que prefirió quedarse bajo la seguridad que le ofrecía la habitación de invitados en la que la había colocado.Nala no podía evitar sentirse como una muñeca de trapo, una muñeca que podían usar y desechar.¡Y pensar que había creído que él era un ángel caído del cielo!—Vete a la mierda Grenor . — murmuró.Busco entre sus cosas, se dio una ducha rápida y prendió una vela aromática que Sanda le había llevado esa misma mañana. La mujer sabía de todo, sabía sobre la existencia de Peter y sobre los planes de Grenor para ellos, para ella más bien. Dejarla sin su niño era lo más desgraciado que él podía hacer. ¿Acas
—Mamá, en verdad tengo hambre. — dijo Peter.—Lo sé, mi amor, pero debemos esperar a que Grenor se desocupe. —Le comentó Nala abrazándolo y acariciándole el cabello.—Él me dijo que puedo estar con él. — Nala sintió que el corazón se le abría en dos mitades y que no podía repararlo.—¿Él te dijo eso?—Si. Dijo que sería mi nuevo amigo.—¿Solo eso? — preguntó con el alma en un hilo. —¿Nada más?—No. — Peter ni se enteraba del miedo que atenazaba el corazón de su madre en ese momento.Inseguridad. No había otra palabra para describir lo que Nala sintió cuando Peter habló.—Me gustaría que él fuera mi papá. ¿Por qué no tengo un papá, mami?
Capítulo diecisieteUna vez que Peter se durmió, Nala salió de su habitación y encontró a Sanda con una taza de té en las manos. Ella le ofreció una y Nala no pudo negarse. Habiendo tenido el peor día de su vida hasta el momento, después de escuchar los constantes reproches de Grenor, sus acusaciones sin sentido y su forma maquiavélica de tratarla, hizo que, llegada la noche, Nala no sintiera ni pizca de miedo. Estaba más que espabilada, a la espera de que algo aún peor sucediera. Algo más grave que estar en la cuerda floja.Grenor se lo había prometido, le había dicho que buscaría la manera de que ella no perdiera a Peter, pero del dicho al hecho, había un larguísimo trecho.Nala