Grenor lograba sacar su mal genio sin siquiera estar cerca de ella.
Nala esperaría a que él regresara de la oficina y pondría los puntos claros. No podía tenerla allí, así como así. Se sintió inestable y a punto de echarse a llorar.
Nala tenía la mala costumbre de llorar si estaba triste, si se enojaba o si estaba feliz, lo cual le dificulta relacionarse como un adulto responsable.
Así que no cuestionaría más a la ama de llaves, ella no tenía la culpa de que su jefe fuera un arrogante bipolar.
Nala se fue a su habitac
Nala sintió que el piso se abría y el fuego del infierno se la tragaba.—¿Qué diablos has dicho? — pregunto abriendo los ojos de par en par.No podía creer lo que él había dicho.¿El padre de Grenor?¿Cómo podría ser aquello posible?—No puede ser…— susurró muerta de miedo, pánico, ira. Tuvo demasiadas emociones aglomeradas y a punto de estallar.Vio por el rabillo del ojo la puerta y quiso marcharse, pero Grenor se atravesó en su camino.—Ni se te ocurra. Ahora más vas a escuchar. — dijo él con voz profunda.—¿Qué es lo que quieres de mí?¡Dios mío! ¡Su mejor amiga tenía razón!Aquel hombre era un desgraciado. Un manipulador que la había engañado.—Siénta
Capitulo CatorceOdiaba ver las cosas tiradas. Por eso pagaba a personas para que limpiasen su espacio. El mismo no tiraba nada, pero cuando tenía actividad con sus padres, prefería pagar a un equipo de limpieza.—Eres tan desagradable, toda tirada ahí. Levántate. — le ordenó pateando las sábanas.Nala lo miró como si él fuera el mismo diablo.No pudo evitar sonreír.Perfecto, la mujer lo odiaba, así era mejor. No le dolía nada lo que ella estuviera sufriendo o pasando.—Eres un maldito idiota. — dijo ella con la mandíbula apretada y los ojos verdes centelleantes.
Nala escuchó las voces y quiso salir de inmediato, pero pensó en todo lo que Grenor le había gritado y ofendido, así que prefirió quedarse bajo la seguridad que le ofrecía la habitación de invitados en la que la había colocado.Nala no podía evitar sentirse como una muñeca de trapo, una muñeca que podían usar y desechar.¡Y pensar que había creído que él era un ángel caído del cielo!—Vete a la mierda Grenor . — murmuró.Busco entre sus cosas, se dio una ducha rápida y prendió una vela aromática que Sanda le había llevado esa misma mañana. La mujer sabía de todo, sabía sobre la existencia de Peter y sobre los planes de Grenor para ellos, para ella más bien. Dejarla sin su niño era lo más desgraciado que él podía hacer. ¿Acas
—Mamá, en verdad tengo hambre. — dijo Peter.—Lo sé, mi amor, pero debemos esperar a que Grenor se desocupe. —Le comentó Nala abrazándolo y acariciándole el cabello.—Él me dijo que puedo estar con él. — Nala sintió que el corazón se le abría en dos mitades y que no podía repararlo.—¿Él te dijo eso?—Si. Dijo que sería mi nuevo amigo.—¿Solo eso? — preguntó con el alma en un hilo. —¿Nada más?—No. — Peter ni se enteraba del miedo que atenazaba el corazón de su madre en ese momento.Inseguridad. No había otra palabra para describir lo que Nala sintió cuando Peter habló.—Me gustaría que él fuera mi papá. ¿Por qué no tengo un papá, mami?
Capítulo diecisieteUna vez que Peter se durmió, Nala salió de su habitación y encontró a Sanda con una taza de té en las manos. Ella le ofreció una y Nala no pudo negarse. Habiendo tenido el peor día de su vida hasta el momento, después de escuchar los constantes reproches de Grenor, sus acusaciones sin sentido y su forma maquiavélica de tratarla, hizo que, llegada la noche, Nala no sintiera ni pizca de miedo. Estaba más que espabilada, a la espera de que algo aún peor sucediera. Algo más grave que estar en la cuerda floja.Grenor se lo había prometido, le había dicho que buscaría la manera de que ella no perdiera a Peter, pero del dicho al hecho, había un larguísimo trecho.Nala
Sanda llegó de inmediato, seguido del chofer. Los gritos aterrorizados de Nala se escucharon por toda la casa. Ella se lanzó al suelo para intentar hacer presión en la herida, pero Grenor.—Aléjate. — gruñó. —No te atrevas a tocarme.—Lo siento, ha sido un accidente. — se excusó ella.—No me digas ni una m****a. — Grenor se sentó en el suelo y Sanda se arrodilló a su lado.—Pero, ¿qué ha pasado? — preguntó. — Dame un poco de papel o una toalla. — le ordenó a Nala y esta rápidamente busco algo semejante. Encontró
Una mañana Nala llamó a su amiga, se sentía triste y con ganas de hablar con alguien más que no fuera con la ama de llaves, a pesar de que esta se había demostrado amable con ella, caritativa y más que nada había luchado y enfrentado a Grenor para que él considerara no quitarle a su sobrino. Sin embargo, todavía Nala tenía cierto recelo en confiar en ella y hablarle sus cosas pues sentía que en cualquier momento la mujer iba a tomar el bando de Grenor y la dejaría en la inmunda miseria. Nala siempre había sido una mujer pensante, analizaba cada una de las decisiones que tomaba y por eso todavía no llegaba a confiar completo en la mujer porque sabía que, a la larga o la corta, su jefe era Grenor Constantine y que ella lo escogería por sobre todo.—Hola, tesoro. ¿cómo estás hoy?— le preguntó nada más escuchar su voz.
Capítulo Veinte—Puedes llevártela, no voy a comer nada que hagas. — le dijo Grenor cuando ella entró a la habitación con la sopa en una bandeja.—No seas testarudo. No voy a envenenarte.—Eso lo has mencionado tu. — dijo él con tono sarcástico. —¿Quiénes envenenarme, Nala? ¿Quieres sacarme del mapa y eliminarme de la vida de tu hijo?Nala se cuestionó el nivel de paciencia que tenía. Grenor estaba siendo intolerable, ella solo deseaba ayudarlo y él, en cambio, buscaba de cualquier forma posible, sacarla de sus casillas.—No seas idiota. No quiero matarte, Grenor. Necesito mantene