Una mañana Nala llamó a su amiga, se sentía triste y con ganas de hablar con alguien más que no fuera con la ama de llaves, a pesar de que esta se había demostrado amable con ella, caritativa y más que nada había luchado y enfrentado a Grenor para que él considerara no quitarle a su sobrino. Sin embargo, todavía Nala tenía cierto recelo en confiar en ella y hablarle sus cosas pues sentía que en cualquier momento la mujer iba a tomar el bando de Grenor y la dejaría en la inmunda miseria. Nala siempre había sido una mujer pensante, analizaba cada una de las decisiones que tomaba y por eso todavía no llegaba a confiar completo en la mujer porque sabía que, a la larga o la corta, su jefe era Grenor Constantine y que ella lo escogería por sobre todo.
—Hola, tesoro. ¿cómo estás hoy?— le preguntó nada más escuchar su voz.
Capítulo Veinte—Puedes llevártela, no voy a comer nada que hagas. — le dijo Grenor cuando ella entró a la habitación con la sopa en una bandeja.—No seas testarudo. No voy a envenenarte.—Eso lo has mencionado tu. — dijo él con tono sarcástico. —¿Quiénes envenenarme, Nala? ¿Quieres sacarme del mapa y eliminarme de la vida de tu hijo?Nala se cuestionó el nivel de paciencia que tenía. Grenor estaba siendo intolerable, ella solo deseaba ayudarlo y él, en cambio, buscaba de cualquier forma posible, sacarla de sus casillas.—No seas idiota. No quiero matarte, Grenor. Necesito mantene
GrenorGrenor escuchó el sonido seco de un golpe y de inmediato miró hacia la escalera de inmediato, sintió que su corazón se detuvo en su pecho y salió aterrorizado corriendo como si su vida dependiera de ello. Notó la mirada de Anastassia, la cual se quedó extrañada y le preguntó si algo sucedía. Grenor no escuchó nada más, se acercó a la escalera subiendo de dos en dos, encontró a Nala desmayada en el suelo y se arrodilló junto a ella.—Nala, despierta. ¡Nala! — la llamó.Grenor no quería tocarla y sentir esa electricidad que antes había sentido cada vez que la tenía cerca.El cabello de Nala estaba suelto y cubría gran parte de su pequeño y delicado rostro. Grenor le retiró algunos de los flequillos y notó por primera vez, que Nala tenía pecas diminutas
—No sé porque…—Eres una mujer sin clase, mira cómo llevas ese cabello y esa ropa de bajo costo. ¿Qué diablos va a ver Grenor en ti?—Yo…— Nala intentaba comprender a qué venía todo aquello, pero no pudo.—Tu…así con tu cara de mosquita muerta. Mi padre ya organizó todo para nosotros.—Le juro que no sé de qué habla. — Balbuceo Nala llena de confusión.¿Esa mujer tan despampanante estaba celosa de ella?¿Acaso pensaba que Grenor y ella estaban juntos?—No te hagas la desentendida. Se cómo te ha mirado él. ¡No estoy loca! — Su comportamiento distaba mucho de sus palabras, pensó Nala, al ver como la mujer elevaba la voz.—Mire, señorita, estoy mareada, acaban de traerme al hospital….—Es mi pro
Capítulo 23—¿Se puede saber qué demonios les sucede? — Nala escuchó una voz familiar, la había escuchado antes. Intentó pensar a quién pertenecía, pero los nervios, el estrés, la angustia, no le permitieron a su cerebro funcionar correctamente.—Señora, nos pagan por esto. —dijo el hombre con voz irónica. — No voy a perder mi dinero por usted.—Lo siento señora… — le escuchó Nala a la enfermera que la había estado atendiendo. —No he podido hacer nada. Han llegado como los dueños del lugar.—Llame a seguridad.—Ya vienen de camino.Nala se descubrió el rostro y vio entonces a la mujer.Era la madre de Grenor.—Escúcheme bien, patético hombrecillo. —la madre de Grenor llevaba un pantalón negro de talle alto y una blusa d
Capítulo 24Grenor—Hijo, ¿Qué sucede? ¿Por qué has tardado tanto? — su madre le preguntó de inmediato nada más verlo. Él dejó el teléfono y lo guardó en su bolsillo, no espero respuesta de Calisto, el hombre haría lo necesario con tal de hacer que contrajera matrimonio su hija.Él estaba rabioso. Iracundo, sentía el pulso corriendo acelerado en sus venas, había llamado a Calisto y le había gritado enfurecido por lo que su hija había ocasionado.No le cabía duda alguna que la mano de Anastassia había pasado por todo aquello. Ella era capaz de pagarle a los periodistas para que fueran a asediar a Nala.Anastassia no llegaba a entender aún que ellos no iban a comprometerse, que no estaban comprometidos y que jamás lo estarían.Las manos de Grenor temblaban con la furia que estaba intentando contener, cerró los ojos un momento y los apretó fuerte, enfocó a su madre que le pasó una mano por el hombro tal y como hacía cuando él era un ad
—¿Lista para irte? — le preguntó Anielly Constantine.Ella observó a la mujer y deseó con fuerza poder confiar a ciegas en ella. La mujer le había plantado el pie a su propio hijo, pero Grenor era tan testarudo, que Nala dudaba que él cambiara de parecer de la noche a la mañana y que fuese a creer en ella.—¿En verdad tengo que ir a casa de su hijo?—Él es un buen hombre. — dijo la mujer tranquilamente. — Es una excelente persona. No te imaginas la cantidad de personas que él ha ayudado y los innumerables casos en los que ha donado dinero y maquinaria para ayudar a indigentes y enfermos.—No tiene que volverlo un dios ante mí. — Nala frunció el ceño y se acomodó la blusa.—Vamos. — Anielly salió de la habitación y las enfermeras se acercaron a Nala.
—El tema aquí es que no estoy listo para casarme, no pretendo hacerlo y he venido a darte la cara yo mismo. Sí, tu hija y yo tuvimos un encuentro casual en un bar. Yo le invité una copa y ella aceptó, nos fuimos a mi apartamento…—No tienes que darme los detalles de lo que hiciste con mi hija en tu apartamento. —lo interrumpió Calisto, le dio un trago largo a su copa y terminó por completo el whisky. Grenor se sentía incómodo pues se daba cuenta que las cosas no estaban fluyendo como él deseaba. —¿Me estás diciendo lo que creo que estás diciendo? —le preguntó el viejo entonces.Calisto era un hombre de unos 60 años, había envejecido mucho más que su padre, el cabello estaba por completo blanco, y los ojos de un azul del mismo color de los de su hija lo miraban con las cejas tupidas fruncidas.&md
Capitulo 27Grenor se estaba desesperando con la situación. Sentía que iba a estallar, así que decidió ir a tomar unos tragos a un bar cercano a la casa de la playa. Allí se reunió con uno de sus amigos de la infancia, el cual siempre tenía un buen consejo para darle, aunque pocas veces él los escuchaba.—Michael, gracias por venir. — le dijo a su amigo nada más verlo, se abrazaron y tomaron asiento, en el bar que solían reunirse, con una hermosa vista a la playa— ¿cómo está Patricia? ¿Qué tal el embarazo?La esposa de Michael estaba embarazada de 7 meses, a punto de dar a luz y él se sentía feliz por su amigo y su esposa, los cuales habían intentado por más de 3 años quedar embaraz