Tomo a Yelizaveta del brazo y la pongo detrás de mi espalda, es posible que salga herida si comenzamos a discutir y ante todo no necesito que ella me proteja, cuando yo soy más que apto para protegernos a ambos, saco mi arma y también apunto a los hombres del señor Belucci.
—No me parece que sea correcto que discutamos en nuestro primer encuentro suegro, creo que deberíamos de mantener una relación cordial, después de todo puede que antes de lo que se imagine seamos familia. —Comento con un rastro de diversión en mi voz.
Su rostro pasa del desconcierto a la furia total cuando escucha que lo llamo suegro y la vena palpitante de su frente me indica que se avecina el peligro, dirige su mano a mi cuello y lo aprieta en un intento por provocarme miedo.
—No pienso apuntarlo con mi arma, así como usted lo está haciendo conmigo suegro. —Vuelvo a enfatizar la palabra y su agarre
—Te tengo malas noticias Alexandre. —Me informa Flavio una vez que regreso a la mansión.—¿Qué ocurre? Te noto preocupado.—Encontraron muerto al teniente Amato, se ha hecho creer que sufrió de un infarto y que murió al instante, pero lo peor de todo no es eso.—¿Qué podría ser peor que eso?—Su familia esta desaparecida.—Debió ser ese hijo de perra, sabía que él nos podría ser de ayuda y decidió acabar con su vida, lo que me lleva a pensar que debe de tener infiltrados en la policía. —Paseo de un lado al otro desesperado, doy una vuelta más y lanzo un golpe contra la pared gritando de rabia.—¡Tranquilo! De alguna forma daremos con el responsable, las ratas tarde o temprano dejan un rastro.—¿Y Bellini?—Fue para ver que podía averiguar.<
Fabrizio—Hemos seguido a la hija de Belucci como nos lo encargo jefe. —Me informa uno de mis hombres.—¿Y qué noticias me tienes?—Al parecer su padre se enteró de que se vio a escondidas con Carluccio y salió como alma que lleva el diablo a su mansión, todo parecía indicar que acabaría con él.—¿Supongo que hay un, pero? —Inquiero frustrado.—Su hija escapo de su casa, llego antes donde Carluccio y lo defendió de su padre. También le hemos conseguido una cita con él, aunque fue un poco complicado accedió a verlo.Mi hombre me tiende un sobre el cual abro de inmediato y con una enorme sonrisa veo las fotos de Belucci apuntando con su arma al estúpido nieto de Giuseppe eso sin contar que su mano aprieta su cuello, tal parece que no lo soporta y justo eso es lo que aprovecharé, ese odio qu
Fabrizio—Le agradezco que haya accedido a verme señor Belucci. —Le comento al hombre frente a mí, en cuanto tomo asiento donde éste me indica.—A decir verdad, es que me dio un poco de curiosidad su insistencia en tener una reunión conmigo, dígame, Fabrizio ¿Por qué yo? ¿Qué clase de negocio es el que desea proponerme?—Me agrada que sea directo señor Belucci, sé que usted tiene varios negocios bastante fructíferos y que toda la zona de Cinque Terre le pertenece por lo que hacer negocios con usted sería un gran honor para mí. En cuanto al negocio que me gustaría ofrecerle es entrar al mercado automotriz. —Stefano me mira unos instantes, como sopesando que tan buen negocio podría ser el que acabo de ofrecerle.—En eso tiene razón Fabrizio, pero ¿Cómo me garantiza que lo que usted
—¡Buenas tardes, Alexandre! —Responde con una pequeña sonrisa, pero me doy cuenta de que esta no llega hasta esos ojos que tanto se parecen a los de Liza—. ¡Melike puedes traernos algo de beber, por favor!—Sí, señora.—No me lo tome a mal, pero he venido a buscar a mi novia, señora Belucci. —Le comento, buscando con la mirada por si veo a Liza.—Seamos sinceros Alexandre, sé que mi hija y tú no son novios, no es necesario que me mientas. —Responde con tranquilidad, de inmediato me tenso un poco, pero me limito a guardar silencio—. También sé que Liza le dijo a mi marido que son novios, para que Stefano no te hiciera nada malo ese día que te fue a buscar a tu casa.—En ese caso, como ya sabe la verdad he venido a ver a Liza, deseo invitarla a salir. —Guardamos silencio una vez que nos traen nuestras bebidas, tomo el
Alex se gira y me mira con los ojos entrecerrados, les hace unas señas a sus hombres y, estos nos dan un poco de privacidad al girarse y mirar hacia el horizonte.—¿Sabes usar armas Liza? —Inquiere con los labios apretados.—Y-yo… es que b-bueno, sí bombón. —Le confieso con la mirada baja—. Sé usarlas desde hace años, pero al verte tan emocionado me daba pena confesártelo.—¿Entonces todo este tiempo estuviste fingiendo?—Sí, pero fue por una buena causa. —Me mira con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho, esperando una explicación—. Quería estar más cerca de ti y si tenía que mentir para que me abrazaras, créeme que lo volvería a hacer. —Le respondo con la voz un poco temblorosa cuando veo que se acerca hasta donde me encuentro y me toma por la cintura con un poco
Cuando llego a nuestro destino, subo hasta mi oficina donde ya me está esperando Dunyasha y por la expresión de su rostro, me imagino que no son tan buenas noticias.—¡Buenas noches, Dunyasha! ¿Qué noticias me tienes? —Inquiero tomando asiento.—¡Buenas noches, joven Carluccio! Puede llamarme Yasha, ya se lo había comentado. Con respecto a lo otro aun no damos con la mente maestra detrás de todo esto, pero la buena noticia es que ya he comenzado a descartar varios lugares que me arrojaba como punto de partida, aunque no lo crea es un gran avance.—Y yo te dije que puedes llamarme Alexandre, Yasha. Te creo, si Pietro te recomendó es por algo, así que confío en la palabra de ambos. Sobre el otro asunto, ¿Qué te han informado?—La hemos mantenido vigilada día y noche como usted lo ordeno, tanto así que me informaron cuando uste
Al día siguiente cuando me estoy terminando de arreglar aparece tía Melike, quien tiene sus ojitos un poco rojos e hinchados, pero a pesar de todo una pequeña sonrisa adorna su rostro.—¡Oh, tía Melike!, ¿No me digas que discutiste muy feo con tío Mich? —Inquiero un tanto preocupada.—Solo un poco, pero bueno ya después se le bajo el enojo, solucionamos todo.—Pero aun así tus ojos están un poco rojos, por un momento pensé que harías lo que mamá con papá. —Respondo mientras intento hacerme una coleta.—¿Qué es lo que hace la señora Ekatherina? —Comienzo a reír y bajo mi voz para que nadie nos escuche por si se les ocurre abrir la puerta sin permiso.—Cuando mamá discute con papá, se encierra casi todo el día en su habitación haciéndolo sentir m
—¡Detente Bellini! —Le ordeno en cuanto veo su intención de sacar su arma y apuntar con ella a Liza, ésta se gira y nos observa con una sonrisa.—Es hermoso este lugar. —Comenta señalando la foto en su mano.—Lo es cariño, un día de estos te llevaré. —Ante esto su sonrisa se ensancha y asiente emocionada.—¿En serio bombón? Siempre he querido ir, pero sé que es sumamente difícil conseguir una entrada. —Responde un tanto desanimada.—Sí cariño, te lo prometo, pero ahora me gustaría saber, ¿Cómo es que ese lugar pertenece a tu tío Maurizio?—Lo compró hace un año, al parecer el dueño se fue a la quiebra y dado que tío Maurizio siempre quiso tener un lugar así, decidió adquirirlo.—¿Y sabe quién era el anteri